Este es el deportista con más medallas olímpicas en la historia de Chile
Esta semana Cristián Garín cayó ante el número cinco del mundo, el estadounidense Taylor Fritz. Pese a la derrota, los tres partidos jugados en Madrid confirman la gran campaña del tanque, por lo que no es de extrañar que entre directo al cuadro principal de Roma, torneo donde Fernando González (2007) fue finalista.
Por esos años, entre el 2006 y el 2007, el bombardero de La Reina jugaba su mejor tenis, ubicándose en la quinta posición del ranking ATP y llegando a tres finales; la del Master 1000 de Madrid -donde cayó ante el suizo Roger Federer-, la de Roma, donde Rafael Nadal se coronó campeón y la del Abierto de Australia, oportunidad en la que volvió a caer ante el suizo.
Nuestra raqueta nacional ganó 14 títulos, 11 individuales (ATP 250) y tres en dobles (uno olímpico junto a Nicolás Massú y dos ATP 250). También participó en el Torneo de Maestros en 2005 y 2007 y junto al vampiro protagonizó la hazaña olímpica de Atenas, de la que salió con dos medallas (oro en dobles y bronce en individuales). Lo increíble es que en la siguiente junta olímpica, en Pekín 2008, el chileno volvió a colgarse una medalla, trayendo una de plata para Chile, tras caer en la final contra Rafael Nadal.
Así, González pasó a la historia del deporte nacional como el deportista con más medallas olímpicas. Además, junto al viñamarino, tuvo notables participaciones en Copa Davis y alzó en dos oportunidades la Copa Mundial por Equipos.
Así, González, ya sea en el circuito ATP o representando a Chile, era capaz, a punta de bombazos, de ganarle a los mejores. Sí, Mano de piedra puede contar que le ganó a los mejores en su mejor momento y entre la lista de sus víctimas, tenemos a Pete Sampras, Andre Agassi, Novak Djokovic, Lleyton Hewitt, Roger Federer y Rafael Nadal.
Otros grandes que sufrieron los cañonazos de Speedy González fueron Gustavo Kuerten, Carlos Moya, Andy Roddick, Marat Safin, James Blake, Guillermo Coria, David Nalbandian, Juan Martín del Potro, Andy Murray, Robin Soderling, David Ferrer, Jo-Wilfried Tsonga, Tomas Berdych y su amigo Nicolás Massú... quien cayó cinco veces ante él y sólo logró derrotarlo en una oportunidad.
Los números, la actitud y su historia lo avalan; Fernando González, como diría Federer, “era un gran campeón”, una gran persona y tenía uno de los mejores golpes del circuito. Siempre fue así, afirmó Federer, destacando que pese a los años de circo y fama, Fernando nunca cambió. Y es que el suizo conocía a nuestra raqueta desde niño. En la biografía de Roger Federer escrita por René Stauffer, la carrera del chileno aparece desde sus inicios:
“El principal objetivo de Federer para ese año (1998) era convertirse en el número uno del mundo en la clasificación de juveniles y, por tanto, también en el campeón mundial de la Federación Internacional de Tenis. Gracias a su victoria en Wimbledon ya era el número tres y solo el francés Julien Jeanpierre y el chileno Fernando González estaban por delante de él”.
El chileno con más medallas olímpicas
Otro gigante, Rafael Nadal, destacó, cuando Fernando apareció por primera vez entre los top ten del mundo, que González merecía serlo, pues “lo principal es que es un jugador muy agresivo, con golpes muy peligrosos desde el fondo de la cancha (...) Es uno de los tenistas más explosivos del circuito y cuando juega bien, sin duda que es uno de los mejores de la competencia”.
Y vaya que tenía razón el ibérico. Cuando Fernando se iluminaba era imparable para la mayoría de los mortales, pero pese a su extraordinaria actitud, a sus dotes tenísticos y a sus prodigiosos golpes, la carrera de Fernando tuvo la mala ocurrencia de coincidir, como diría la prensa especializada, “con las versiones más temibles de Roger Federer y Rafael Nadal, jugadores a los que admira con conocimiento de causa, habiendo sufrido contra ellos duras derrotas”.
La vida, como la mayoría sabe, no es justa y a Fernando le tocó caer 12 veces contra Federer y siete contra Nadal. Pese a ello, Fernando siguió jugando y logró en tres oportunidades ganarle al hispano y en una al suizo en el Masters... que Federer... igual terminaría ganando.
¿Cómo lograba soportarlo? ¿Cómo se motivaba, al saber, que en el otro camarín, calentaba su bestia negra?
Tal como hemos insistido en estas columnas, el tenis es duro y en una de las pocas entrevistas que este héroe nacional concedió, confesó que “había momentos en los que estando en un torneo quería irme a mi casa. A veces me pregunto cómo pude ser tan disciplinado durante tanto tiempo”.
Tal vez, para los que están ajenos a la competencia deportiva, sea difícil entender la frustración de jugar torneos como los dioses y encontrarte en la final -una y otra vez- con esos jugadores que las estadísticas y la historia señalan como imbatibles.
Medallas olímpicas: ¿Cómo te motivas y vuelves a jugar?
Bueno, de acuerdo a Matthew Syed, autor del libro Bounce, una de las claves de los jugadores que disputan las primeras posiciones, es lo que él llama el optimismo irracional. Frente a Federer o Nadal el escepticismo es veneno, por lo que hay que entrenar ignorando la evidencia. No por nada González logró conquistar más de diez títulos ATP a lo largo de su carrera y ganar partidos memorables.
El que más emociona a este jugador es el que sostuvo en Australia con Tomy Haas. Partido que le permitió acceder a la gran final de ése grand slam. Escuchemos sus razones: “Logré más de 40 golpes ganadores y solo cometí tres errores no forzados. Ese partido me vino mal porque me hizo pensar que podía jugar así siempre y eso me hizo jugar más conservador luego”.
Es cierto; había partidos en que Fernando parecía rozar la perfección y cuando creía que esa iba a ser la norma, venía Roger Federer y Rafael Nadal para confrontarlo con la evidencia de que aún con tu mejor juego, puedes perder.
Es para desmoronarse, pero un atleta de este nivel, aún cuando sienta que le arrebataron la copa de sus manos, tiene que tener un optimismo tan irracional... que no dude que la próxima vez que enfrente a su rival... le va a ganar...
Este loco optimismo fue el que le permitió al argentino Horacio de la Peña ganarle a McEnroe. Sí, tras perder con el estadounidense, la pulga juró no volver a perder contra él y lo logró. Y ese optimismo irracional fue el que le permitió a Fernando jugar tantos años en un circuito que hasta hace muy poco era dominado por Federer y Nadal.
Arséne Wagner, quien fuera por algunas temporadas coach de Alexis Sánchez, señalaba que “para rendir al máximo hay que enseñarse a uno mismo a creer con una intensidad que va mucho más allá de la justificación lógica. Ningún deportista de alto rendimiento ha carecido de esta capacidad de optimismo irracional; ningún deportista ha jugado a su potencial sin la capacidad de quitarse la duda de la cabeza”.
Y no olvidemos que Fernando González ya de niño era un gran ganador, llevándose -siendo junior- los títulos de singles y dobles en Rolland Garros. Esa joven promesa sorprendía al mundo, pero no a él ni a su familia, pues su entorno más cercano era muy consciente de los sacrificios realizados por este niño. Los resultados, nada más profesionalizarse, no se hicieron esperar y durante la década del 2000 se transformó en el tenista sudamericano de máximo rendimiento.
Aún así, pese al mind-set ganador y tras exitosísimas temporadas, Fernando González afirmó que “el estrés competitivo es lo que me llevó a retirarme. Echo de menos competir pero no muchas cosas que van unidas, como acostarse pronto, comer bien y llevar una vida demasiado ordenada”.
El circuito puede llegar a ser agotador. No basta con entrenar duro, con cuidarte al máximo y jugar un tenis extraordinario. Aún en tu mejor partido puedes perder. Escuchemos otro extracto de otra entrevista a Fernando González:
“Federer y Nadal han hecho mucho por el tenis, al igual que Djokovic y Murray pero han impedido que otros entren en la lucha por los grandes torneos. Un joven le puede pegar muy bien a la pelota pero no les gana porque éstos entienden muy bien el juego (...) Lo más importante es aprender a ganar hasta cuando juegas mal. Hay jugadores en el top-30 que podrían estar más arriba pero en un día malo pierden con el 80, y eso difícilmente ocurre entre los mejores”.
Novak Djokovic sabe muy bien de que habla González y en su libro El Secreto de un Ganador así lo confirma:
“Desde enero de 2011, yo había ganado cincuenta de los cincuenta y un partidos que había disputado, y mi éxito -incluida una racha de cuarenta y tres partidos seguidos sin ninguna derrota- había sido tan apabullante que el día anterior, antes de derrotar a Jo-Wilfried Tsonga en la previa a la final, me aseguré mi posición número uno en la clasificación. Mi victoria me convirtió en el primer tenista de los últimos siete años y medio que ocupaba esa posición y que no se llamaba Roger o Rafael”.
Pese a llegar a la final de Wimbledon, pese a ser número uno del mundo, Djokovic no era el favorito del público, ni de la prensa especializada, pues Nadal lo había derrotado en todas las finales de Grand Slam que habían disputado.
Esa final cambió la historia y hoy, 2023, el serbio sigue siendo el número uno y el mundo sigue esperando a que Rafael Nadal reaparezca en Roma. ¿Volverá? No lo sabemos, pero es lindo recordar que el serbio, quien se batió en tres oportunidades con Fernando González -cayendo en dos de ellas- declaró en la despedida del deportista nacional , admirar lo que logró por Chile en los Juegos Olímpicos y en la Copa Davis: “cada vez que jugaba por Chile, dejaba todo en la cancha. Tenía una derecha increíble... Definitivamente, el tenis lo va a extrañar”.
Continuará...
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