El Niño-Oscilación del Sur (ENOS o ENSO, por sus siglas en inglés) es el principal fenómeno que explica las variaciones anuales del clima a nivel planetario, por lo que entender su efecto es fundamental para comprender la variabilidad anual de los recursos hídricos en nuestro territorio. Para ello, un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, identificó la diferencia típica entre sus fases –El Niño y La Niña–, utilizando principalmente datos empíricos de precipitación, temperatura y caudal en cuencas de Chile central.
El estudio, publicado en la revista Water Resources Research, analizó 59 cuencas ubicadas entre las regiones de Tarapacá y Los Lagos, que proveen recursos hídricos para las ciudades más pobladas del país y permiten el desarrollo de actividades económicas con alta demanda de agua, como la agricultura, la generación de energía y la minería. Comparados con los años de La Niña, durante años de la fase El Niño “observamos mayor precipitación y caudal, tormentas de mayor duración, pero de igual recurrencia, inviernos más cálidos y primaveras tardías (octubre-diciembre) más frías, mayor eficiencia en la generación de caudal en cuencas de régimen pluvial, y menor eficiencia en cuencas nivales”, explica Diego Hernández, investigador del Centro Avanzado de Tecnología para la Minería (AMTC).
También verificaron con datos simulados que, si bien el caudal aportado por glaciares muestra diferencias entre años de El Niño y La Niña, estos no logran impactar los montos anuales de caudal total. “De esta manera, el estudio entrega una caracterización exhaustiva del efecto de ENOS en distintos componentes del ciclo del agua”, puntualiza.
Para entender mejor el efecto sobre el ciclo hidrológico, los investigadores analizaron la respuesta del caudal medio anual a variaciones observadas en precipitación y temperatura. “Este análisis reveló que las cuencas de baja elevación presentan más caudal ante aumentos en la temperatura de invierno, mientras que las cuencas altas responden con disminución del caudal. Además, en ambos casos la respuesta es de mayor magnitud en cuencas donde los procesos evaporativos son dominantes.
Por otro lado, las cuencas responden con menos caudal ante aumentos de temperatura de primavera tardía, lo que se intensifica para cuencas con estación seca y cálida marcadas”, advierte el hidrólogo Pablo Mendoza, académico del Departamento de Ingeniería Civil de la FCFM.”La novedad del trabajo es profundizar más allá de las variaciones en precipitación y caudal, describiendo además las anomalías en temperaturas estacionales inducidas por ENOS.
Luego, se analiza cómo esas variaciones de temperatura afectan a diferentes cuencas de Chile central. En este sentido, el objetivo del estudio es entender mejor cómo las variaciones simultáneas de precipitación y temperatura se propagan a través del ciclo hidrológico e influyen en nuestros ríos, y para resolver esta pregunta nos apoyamos en la inmensa diversidad de nuestro territorio”, señala Hernández.
Los resultados permiten identificar en qué cuencas el efecto de ENOS es simple y en cuáles es complejo, debido a las distintas variables hidrológicas que se alteran y que fueron examinadas en esta investigación. “Esto trae implicancias prácticas, por ejemplo, para el uso de información climática en pronósticos o proyecciones hidrológicas en nuestra región”, advierte el investigador.El estudio contribuye a mejorar la comprensión de los recursos hídricos y sus procesos, lo que resulta clave para la resiliencia del territorio frente a un futuro con clima cambiante.El equipo de investigación estuvo conformado por Diego Hernández (DIC/AMTC), Pablo Mendoza (DIC/AMTC), Juan Pablo Boisier (CR2/DGF) y Franco Ricchetti (DIC).