Pese a la extrema aridez del norte, hace 7.000 años floreció una de las culturas más fascinantes del país: la cultura Chinchorro. Investigaciones recientes afirman que una inusual alza de las lluvias entre 7.000 y 5.000 años atrás los llevó a momificar mucho antes, incluso que los egipcios.
Este jueves 27 de julio, se cumplieron dos años desde que la Unesco declaró como Patrimonio Mundial los asentamientos y el sistema de momificación artificial de la cultura Chinchorro, destacando los faldeos del Morro de Arica, debido a que ahí se encuentran los cementerios más importantes y representativos de la tradición funeraria Chinchorro, y la desembocadura del río Camarones, sitio arqueológico donde hay distintos vestigios de esta cultura, tantos funerarios como habitacionales, los que se conservan en un ambiente y paisaje similar a la época que lo habitaron.
En este proceso cumplió un rol fundamental la Universidad de Tarapacá (UTA), ya que un grupo de investigadores de esta universidad trabajaron durante 10 años en la preparación del expediente que finalmente permitió presentar la postulación. Ahora su rol es custodiar todo este patrimonio, tanto en el museo de sitio Colón 10, como en el Museo San Miguel de Azapa donde están las momias, establecen.
Bajo este escenario, la universidad publicó un nuevo estudio titulado Manejo de la fibra de chinchorro en el desierto de Atacama y su significado para comprender los procesos de textilización andina, que abordó el uso de fibras por los Chinchorro en el Desierto de Atacama y su importancia en la comprensión de los procesos de textilización en los Andes, es decir, el proceso que utilizaban para “vestir” a las momias, el que ayudaba a preservar de mejor manera los cuerpos en el tiempo.
El documento fue desarrollado por las investigadoras del Departamento de Antropología de la Universidad de Tarapacá, Vivien Standen, Barbara Cases y Daniela Valenzuela; del Instituto de Alta Investigación de la UTA, Indira Montt y Calogero Santoro; y de Penn State University, José Capriles.
Indira Montt, investigadora del Instituto de Alta Investigación de la UTA, y la autora principal del estudio, explica que existieron dos maneras en las que los Chinchorro trataron los cuerpos de sus muertos, sobre todo niños. “Uno son los tratamientos artificiales complejos, y otros los simples. Como exponemos en el artículo, los primeros están determinados por procedimientos sustractivos, es decir, se retiran o sustraen los tejidos blandos, órganos y las articulaciones, y luego se procede a intervenir el interior, ya sea, modelando los cuerpos con arcilla blanquecina o bien, rellenándolos con sedimentos (tierra), mezclados con otros elementos como plumas o sustancias vegetales. También existen los rellenos con haces vegetales, originados en los humedales cercanos”.
“Por su parte, en los tratamientos simples, los agentes naturales del ambiente momifican los cuerpos, son momificados naturalmente, e intervenidos con mascarillas y textiles, solo superficialmente”, añade Montt.
El desconocido secreto usado por chinchorros en sus momias, las más antiguas del planeta
Daniela Valenzuela, directora del Doctorado en Antropología de la Universidad de Tarapacá, establece que el estudio revela que los procesos de momificación de los Chinchorro integraron fibras de camélidos de la zona andina. “La producción textil para confeccionar vestimentas con fibras de animales o plantas es una manufactura que se inició muy tempranamente en los Andes como en otras partes del mundo, gracias en parte a la domesticación de plantas y animales, proveedores de las materias primas”.
“Este estudio muestra que los Chinchorro, cazadores, pescadores de la costa del Pacífico, incorporaron paulatinamente el uso de fibras de camélidos en la momificación de sus muertos, proceso definido como ‘textilización’ lo que trajo consigo conocimientos precursores de la textilería en esta región de Sudamérica, por lo que este método y su utilización en los cuerpos formó parte de un largo proceso de experimentación y transmisión de conocimientos técnicos complejos, y redes de intercambio de larga distancia con los Andes”, añade Valenzuela.
La investigación analizó los procesos de textilización concebidos como transformación tecnológica de las fibras animales y la incorporación de textiles en cuerpos humanos entre los cazadores-recolectores Chinchorro, a lo largo de la costa hiperárida del Desierto de Atacama en el Holoceno (aproximadamente entre 7800 y 3500 años).
Montt explica que las mascarillas que utilizan las momias, “en el caso del tratamiento simple, son recubrimientos del rostro, elaboradas en arcilla y con una delgada capa que prácticamente no manifiesta, ni evidencia rasgos faciales. A diferencia de la momificación compleja, que sí presenta rasgos faciales, ojos, boca, fosas nasales, entre otros”.
Bernardo Arriaza, director del Centro de Gestión Chinchorro de la UTA, explica que “la investigación fue fundamental, ya que los restos de los Chinchorros no son visibles a simple vista. Es una arqueología no monumental, del subsuelo. Por ello, diversos estudios realizados a lo largo de los años, y publicados en revistas especializadas, han contribuido a generar nuevos conocimientos sobre este pueblo. Sin la investigación, el expediente chinchorro no hubiese tenido un respaldo científico adecuado y hubiese sido muy difícil haber logrado que fuera Patrimonio Cultural de la Humanidad”.
El secreto de la cultura Chinchorro en el Desierto de Atacama
Camila Castillo, secretaria ejecutiva de la Corporación Chinchorro Marka, explica que los sitios donde se conservan las momias son “un bien de altísima fragilidad, al tratarse de sitios arqueológicos milenarios de pescadores cazadores recolectores, cuyos principales vestigios se encuentran aún en el subsuelo y conviven día a día con la población actual”.
Castillo detalla que el valor universal excepcional reconocido por Unesco para ingresar en la lista se enfocó en dos criterios: “Que es una expresión particular de una cultural desaparecida, en este caso mediante la práctica de la momificación artificial de los cuerpos de sus difuntos, algo muy inusual para contextos de sociedades así de antiguas y de naturaleza cazadora-recolectora; y que refiere a la exitosa adaptación de los grupos Chinchorro a un medioambiente hiperárido con condiciones difíciles de vencer. No obstante, la eficaz manera de abordar la vida (y la muerte) de las poblaciones Chinchorro, les permitió permanecer ocupando estos territorios por más de 4.000 años”.
Los Chinchorro, como productores y consumidores de fibras y textiles de camélidos sudamericanos, crearon una variedad de corporealidades mortuorias textilizadas. Se estudiaron cuerpos artificialmente tratados, estatuillas, figurillas, herramientas y textiles. A partir del análisis tecnológico de los textiles que vestían los cuerpos, se abordaron los procedimientos tecnológicos empleados en la producción textil
Desde una perspectiva mundial, señala el estudio, se destaca cómo los procesos de textilización Chinchorro, como microhistoria, pueden observarse en el flujo de interacciones mutuas entre humanos y animales no humanos que dieron lugar a la domesticación y, posteriormente, a la industria textil. Se concluye que los lazos entre las personas y los camélidos se intensificaron progresivamente mediante el aumento de la incorporación de fibras y textiles en los cuerpos, y el desarrollo de comunidades de práctica que compartían una preocupación por la incorporación textil.
El secreto mejor guardado de la cultura Chinchorro
Los cuerpos Chinchorro son evidencia de procesos emergentes de textilización a lo largo de la costa del Pacífico de América del Sur y, de manera más amplia, en toda la región de los Andes. El estudio de la textilización entre los grupos Chinchorro proporcionó información sobre las interacciones tempranas entre humanos y camélidos para la transformación de fibras animales (posiblemente silvestres y domesticadas).
La fabricación de textiles y la textilización de los cuerpos Chinchorro formaron parte de una esfera más amplia de interacción entre humanos y camélidos, que implicaba la existencia de redes sociales entre varios grupos interconectados, un proceso que resultó en la aparición de sociedades pastoriles en diversas áreas de los Andes, señala el documento. La textilización Chinchorro revela una intensificación gradual de los vínculos transformadores entre las personas y los camélidos, una creciente incorporación de fibras animales y textiles en los cuerpos, y comunidades de práctica que compartían colectivamente una forma de encarnar el textil, tanto en la producción como en el uso de las fibras y textiles, independientemente de su ubicación geográfica.
Los resultados de esta investigación facilitan una comprensión más profunda de las prácticas de los pueblos Chinchorro y los lazos tempranos que establecieron con el entorno y otros cuerpos humanos y no humanos que perduraron en tiempos posteriores en los Andes, como se registró en crónicas, y de paso, contribuyen a la comprensión de la estructuración de un sistema de valoración sociocultural que ha otorgado una importancia fundamental a los camélidos y los textiles en la constitución de la sociedad, desde sus orígenes. Más tarde, esta industria textil alcanzó altos niveles de sofisticación entre las comunidades que sucedieron a los Chinchorro en el Desierto de Atacama, quienes también se apropiaron simbólicamente de los camélidos. Este proceso tiene claramente sus raíces en las prácticas de textilización empleadas por los Chinchorro.
Finalmente, se considera que las implicaciones del estudio de la textilización de cuerpos en cazadores-recolectores a nivel mundial son tres: en primer lugar, ofrecen una visión de las nuevas relaciones entre humanos y animales o plantas, destacando la sensibilidad a las oportunidades que ofrecen las plantas y animales como donantes de fibras; en segundo lugar, establecer cómo los cuerpos están involucrados en la transformación tecnológica de estas fibras para la producción de estructuras textiles simples y complejas; y en tercer lugar, abordar diversas construcciones del cuerpo y corporalidades a través de la incorporación de textiles.