Puentes exhibiendo la socavación de sus pilares fundacionales y un visible cambio en la fisonomía del lecho de varios tramos del río Maipo son la consecuencia de la desmedida extracción de áridos que se desarrolla en la Región Metropolitana. Una actividad que provee de materia prima a la industria de la construcción afectando la cuenca, el curso del agua, la flora y fauna ribereña y las obras de infraestructura construidas a la vera del río.
De acuerdo a la Junta de Vigilancia del Río Maipo, primera sección, el avance de esta práctica podría, incluso, poner en riesgo la bocatoma Independiente, que abastece de agua potable a la mayor parte de la Región Metropolitana.
“Hoy cuando estamos dando los primeros pasos hacia la creación de un órgano en el que participen todos los usuarios del agua para una mejor gestión del recurso, reafirmamos nuestro interés en abrir espacios de diálogo con representantes de los sectores público y privado para avanzar en acuerdos que permitan una gestión integral de la cuenca, abordando temas de alto impacto en la resiliencia del río como es la extracción desmedida de áridos”, dice Luis Baertl, presidente de la Junta de Vigilancia Río Maipo, primera sección.
Cómo afecta al río
En el límite entre la zona de excavación y el lecho natural del río, la extracción de áridos produce una depresión brusca en el fondo del cauce que genera un aumento local de la pendiente y, por consiguiente, de la velocidad del flujo, con la consiguiente socavación del cauce. Este fenómeno se traslada hacia aguas arriba y deja en situación vulnerable a las estructuras fundadas en el cauce. El fenómeno se denomina erosión regresiva o retrógrada y hace que la base de las estructuras quede sin soporte generando su falla por hundimiento.
Lo anterior, señala esta organización, impacta el curso normal del agua, que muchas veces se desplaza, destruye el hábitat de especies, contribuye a los fenómenos aluvionales, afecta la captación de aguas y la estabilidad de obras de infraestructura tales como las fundaciones de puentes, ductos y bocatomas.
Este deterioro ha sido también parte de la preocupación de quienes conviven en la primera sección del río Maipo. Ejemplo de ello son las gestiones ante la autoridad lideradas por la Asociación de Canalistas del Maipo para exponer el problema de socavación de los pilares de los puentes Los Morros y Acceso Sur a Santiago como consecuencia de las extracciones no controladas. El daño estructural de ambos puentes frente a crecidas desmedidas del río puede llegar a ser irreversible.
“Hay un fenómeno sumamente activo desde el punto de vista de la degradación del lecho por la extracción indiscriminada de áridos que existe en la primera sección del río Maipo y llega abajo, prácticamente hasta el puente Lonquén. En estos últimos 28 años, me ha tocado manejar técnicamente esta situación tres veces y, ahora, por cuarta vez, estamos planificando un proyecto de protección y refuerzo de fundaciones de bocatomas, que consiste en construir un socalzado o forro de hormigón armado para reforzar las estructuras que han quedado sin fundación en el lecho del río”, explica Carlos Croxatto, ingeniero civil y asesor de la Asociación Canales Unidos de Buin.
Croxatto indica que una solución a este problema es la construcción de muros guarda radieres. Se trata de una barrera de enrocados grandes, transversal al cauce, fundada a varios metros bajo el nivel del lecho del río y que asoma superficialmente, para reducir la velocidad del escurrimiento, facilitando la decantación del sedimento.
“A mi juicio, las autorizaciones de extracción deben ir de la mano con medidas de mitigación. En 2009 el lecho del Maipo había descendido unos cinco metros junto a la obra de admisión de este canal, ubicada en el estribo sur del puente Los Morros. La última vez que tomé la cota del cauce con instrumentos topográficos, junto al desarenador de la asociación, 2 km más abajo del puente Los Morros, esta medida de socavación llegaba a 11 metros. Posiblemente hoy podría llegar a 15 metros”, señala este último.
En materia de regulación, esta actividad está sujeta a varias normas dispersas en distintos cuerpos legales según la naturaleza del suelo del que se obtienen. En el caso de la extracción de áridos fluviales, por ser bienes nacionales de uso público, su administración corresponde a las municipalidades que son las responsables de otorgar los permisos con aprobación técnica de la DOH del MOP. Es aquí donde se requiere un trabajo mancomunado para avanzar en una política pública que defina de mejor manera los equilibrios entre el desarrollo económico que genera la construcción, y el cuidado y seguridad de la cuenca en materias ambientales, productivas y de su infraestructura.