Hace más de una década la Falla San Ramón o Falla de Ramón ha estado bajo la mirada de sismólogos y geólogos. ¿Por qué? La falla geológica situada en la sierra de Ramón (Región Metropolitana), 10-12 kilómetros bajo la superficie terrestre, se encuentra activa. Y no solo eso, su extensión podría ser aún mayor de la señalada inicialmente, abarcando hasta 50 km en la capital.

Ubicada entre los ríos Mapocho y Maipo, cruza las comunas de Vitacura, Las Condes, La Reina, Peñalolén, La Florida y Puente Alto. Incluso se cree que se prolongaría a Lo Barnechea y Pirque. Se estima que más de tres millones de personas serían afectadas ante un sismo en esta falla. Ante un probable sismo, Puente Alto sería la comuna que tendría más daños con un 61,8% de su población afectada, le seguirían Las Condes con 55,4%, Peñalolén (39,6%) y La Florida (34,6%). La devastación incluso podría ser mayor a la ocurrida el 27 de febrero de 2010.

La falla de Ramón es una falla inversa, es decir, de deslizamiento vertical. Su altitud máxima es de 3249 msnm. Ha desarrollado un crecimiento continuo y progresivo durante el período cuaternario reciente. Sus mayores sismos se registraron hace 17.000 y 8.000 años (7,2 - 7,5 Mw), aunque también hay registro de terremotos en 1575 y 1647, pero no son atribuibles totalmente a la falla. ¿Qué tan probable es que puede registrar nuevamente un gran sismo?

Un informe del 13 de octubre, a cargo de la Comisión Especial Investigadora de la Cámara de Diputados, volvió a “encender las alarmas”, sobre el peligro que representa para las nuevas edificaciones que se pretenden construir en la zona.

El documento, aprobado en la Cámara con 89 votos a favor, dos en contra y 30 abstenciones, revisó la labor realizada en la materia del Ministerio de Vivienda, la Onemi, el Gobierno Regional, la intendencia de la región Metropolitana y del Sernageomin. Además, agrega y señala las razones de actualizar el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (y los respectivos planes reguladores comunales), con el fin de evitar el riesgo asociado a la falla.

Gabriel Easton, académico de Geología de la Universidad de Chile, dice que las evidencias paleosismológicas muestran que la Falla San Ramón es capaz de acumular esfuerzos tectónicos y producir por sí misma grandes terremotos. Registra “dos episodios de gran magnitud ocurridos en los últimos 17.000 años”.

Gráfica de la falla de San Ramón en Santiago.

De acuerdo con estos mismos antecedentes, “en cada uno de estos terremotos la propagación de la ruptura en superficie a lo largo de la falla movió del orden de 5 metros el bloque oriental de la corteza terrestre respecto del occidental, levantando de 2 a 3 metros el bloque cordillerano por sobre el valle de Santiago. Esto por cierto volverá a ocurrir dado que todos los antecedentes disponibles confirman cada vez más el carácter activo de esta falla y su capacidad para, luego de períodos en los cuales acumula esfuerzo tectónico, producir grandes terremotos corticales”, añade Easton.

Pablo Salucci, geógrafo de la Universidad Católica, señala que siempre existe la posibilidad de que se produzca un nuevo evento sísmico. “Hoy sabemos que es una falla activa y en base a los datos obtenidos recientemente, se puede establecer que es una falla sismogénica, es decir, puede generar sus propios terremotos. Considerando la investigación que se ha realizado y la evidencia de otras fallas similares a la falla de Ramón en el mundo, sabemos que el sismo en el peor escenario puede alcanzar una magnitud de 7,5 y dada su característica de falla cortical (poco profunda), en un evento sísmico importante, puede producir aceleraciones del suelo muy intensas en las zonas cercanas a la falla”.

Easton explica que la Falla San Ramón representa dos fuentes de amenaza directa para la Región Metropolitana, “por una parte, la posibilidad de propagación de la ruptura en superficie y por otra, la posibilidad de que aceleraciones o movimientos del suelo sean mucho mayores a los registrados durante el terremoto del Maule en 2010 en Santiago, que superarían lo estipulado en la norma sísmica”.

A lo anterior, añade Easton, “se suma la potencial ocurrencia de remociones en masa asociadas a un terremoto de gran magnitud. Esta amenaza constituye una fuente de riesgo dado que una gran parte de la traza (o ubicación en superficie) de esta falla, entre los ríos Mapocho y Maipo, se encuentra densamente urbanizada; a pesar de lo anterior, aún queda mucho sin urbanizar y por lo tanto hay un espacio para avanzar en regulación en ese sentido”.

Salucci agrega que estas características señaladas, sumado a que se encuentra en un 55% habitada, “la transforma en un elemento de riesgo real y por esto es necesario tener conciencia de la falla y tomar medidas, como por ejemplo, reconocer la existencia de la falla en los planos normativos y generar zonas de resguardo y restricciones. Además, se debe restringir la construcción sobre la traza de la falla que aún no se ha edificado. Debemos tener claro, que un sismo en este tipo de fallas, puede generar desplazamientos de bloques en la componente vertical que pueden alcanzar los dos o tres metros”.

Discontinuidad o fractura de la corteza terrestre

El objetivo de la investigación, es incorporar las zonas de fractura y riesgos identificados en sus instrumentos de planificación local. Se recomienda a los municipios no otorgar nuevos permisos de edificación sobre la faja de ruptura de la falla, tampoco en los 300 metros adyacentes a ésta, e incorporar la traza de la falla al Plano Regulador Metropolitano como área verde.

Easton señala que la Falla San Ramón “atraviesa sectores densamente urbanizados, otros en proceso de urbanización y por zonas en general altamente requeridas especialmente por los proyectos inmobiliarios”.

Un estudio realizado en 2020, liderado por Easton, analizó el impacto que tendría un evento telúrico sobre la falla. La investigación analizó la comuna de Peñalolén, lugar donde se construye un condominio sobre la traza (ubicación) de la falla, situación que tiene alerta a los vecinos del sector.

A pesar de lo anterior, “aún los instrumentos de planificación urbana y diseño sísmico no la consideran como una fuente de peligro y su localización precisa sigue siendo poco accesible o desconocida por parte de la población. Constituye por lo tanto una amenaza real, pero también representa una oportunidad para visualizar un desarrollo más sostenible del sector oriente de Santiago y especial del piedemonte del frente occidental de la gran Cordillera de Los Andes, a cuyos pies se sitúa”, dice el académico de la U. de Chile.

La falla por definición es un discontinuidad o fractura de la corteza terrestre, “en donde dos bloques de rocas de desplazan en la componente vertical u horizontal a causa de la tectónica existente. En este caso se habla de una falla inversa en donde un bloque se eleva sobre otro. Para el caso de la falla de Ramón, es el bloque Andino el que eleva sobre el valle central”, establece el geógrafo de la UC.

La falla debe su nombre al Gobernador de Chile, Alonso García Ramón, quien hizo los códigos de aguas para la ciudad de Santiago en los años 1600, a partir de las aguas de la Quebrada de Ramón las que terminaban en una pileta en la intersección de la actual Avenida 10 de Julio con la Calle de la Ollería. Se llama coloquialmente de San Ramón, pero jamás fue nominada oficialmente como aquello. Otro caso similar es el del Canal de Carlos, que es conocido como Canal San Carlos, producto de la tradición religiosa chilena.

Lea también en Qué Pasa: