Éste, no ha sido un verano habitual en el país. Sumado a las condiciones y restricciones que ha implementado el Gobierno por el desarrollo del coronavirus, las altas temperaturas, precipitaciones y nubosidad han dicho presente de extremo a extremo del territorio nacional. Eventos que todas las personas han notado
Somos testigos de un “febrero loco”, en el que durante una semana hace calor, en la otra llueve y días después hay nubes y mañanas muy frías. Días en los que la temperatura máxima se registra en el sur del país, mientras que en el extremo norte, las lluvias son la tónica.
El pronóstico de hoy dice que en la zona central tendremos altas temperaturas. Incluso, Santiago podría registrar el día más caluroso del año. Si la temperatura supera los 33,1°C (el pronóstico indica 33°C), se convertiría en la temperatura máxima de lo que va corrido del año (marca que se registró el 17 de enero pasado).
¿Qué está pasando? Este verano, “ha estado marcado por influencias que vienen tanto del trópico como de la Antártica. En el trópico se ha desarrollado La Niña desde la primavera pasada. En la Antártica, durante esta última, tuvimos un agujero de ozono récord”, señala Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago.
Aunque, no se espera que la temperatura de hoy se acerque a la máxima de febrero de 2020 (35°C del 18 de ese mes) o al récord absoluto para el mes de febrero (36,2°C) registrado el 14 de febrero de 2019.
Andrea Sepúlveda, directora de Ingeniería en Energía y Sustentabilidad Ambiental de la Universidad San Sebastián, concuerda y añade un nuevo elemento. “El clima cambiante observado en el último tiempo es indicio de que ya estamos sufriendo las consecuencias del cambio climático. A los fenómenos que ocurren normalmente (El Niño, La Niña), se van sumando distintos fenómenos que no están dentro de los ciclos biogeoquímicos de La Tierra, porque son básicamente consecuencias del actuar del hombre. En materia de contaminación, el uso desmedido del agua, la generación de CO2 que finalmente es absorbido por nuestros mares, es lo que va generando desequilibrio”.
Cordero añade que “ambos fenómenos (La Niña y el agujero de ozono) han influido en las condiciones registradas durante el verano en todo el país, en algunos casos potenciando algunos efectos y en algunos casos anulando otros”.
Otros hitos que ha marcado este mes, señalan que los 19,8°C del 16 de febrero es la máxima más baja desde 2007. También, el promedio de las temperaturas máximas para los primeros 20 días de febrero es el más bajo jamás registrado para ese período.
“Es un febrero extraño tomando en cuenta que las temperaturas siempre han estado en torno a los 29 o 30 grados, y en este mes hemos llegado a observar incluso 8°C menos. Es inusual, sin embargo, puede ocurrir básicamente por fenómenos climáticos como el de La Niña, acentuados por los efectos del cambio climático”, señala Sepúlveda.
En la zona central, “La Niña se asocia a temperaturas moderadas. Y eso es lo que hemos estado observando durante todo el verano meteorológico que comenzó el 1 de diciembre. El verano probablemente termine con temperaturas promedio cercanas a valores en la zona central, que no se habían visto desde 2011, que fue otro verano, al igual que el actual, que estuvo marcado por una Niña tan intensa”, explica el climatólogo de la Usach.
Aunque se prevé que las temperaturas subirán en lo que resta del mes, es probable que al menos en Santiago, febrero termine en el top 5 de meses de febrero más fríos registrados en los últimos 70 años. “Hemos tenido el décimo inicio de año más frío desde 1950 y el más frío desde 1979″, señala Cordero.
El fenómeno se extiende en todo Chile
En el sur se han registrado días, e incluso semanas de altas temperaturas, sumado como es habitual a jornadas lluviosas. En el norte del país, el clima también se ha comportado de manera extraña. En Arica llueve, mientras que en Antofagasta se registran jornadas cálidas y de un viento tibio.
La zona centro-sur parece, “sin embargo estar más influida por el profundo agujero de ozono antártico que por La Niña. Nuestras investigaciones indican que los agujeros de ozono profundos no favorecen las precipitaciones estivales en la zona centro-sur”, señala el académico de la Usach.
Hoy tenemos una “difuminación”, si se puede llamar así, de las estaciones. “Por lo tanto, aquí hay un desequilibrio claro, y lo que está ocurriendo con las temperaturas en los extremos de Chile es una consecuencia de lo que está sucediendo globalmente como efecto del cambio climático”, establece la académica de la Universidad San Sebastián.
“El agujero de ozono de la temporada pasada no solamente fue el más profundo y extenso del último lustro, sino que además inéditamente solo se cerró en los últimos días de diciembre. Esto podría estar contribuyendo a la sequía estival que afecta al centro-sur de Chile. En lo que va a corrida del año, Osorno y Puerto Montt acumulan déficit superiores al 60 % en su precipitaciones”, establece Cordero.
En la Antártica, Cordero señala que el clima ha sido “caluroso y seco, pero no récord. Irónicamente, los efectos del agujero ozono en el clima del verano son más importantes fuera de la Antártica (en Chile, Argentina, Sudáfrica y Australia), que en la Antártica propiamente tal”.
El propio Cordero cree que es llamativo como vivimos influidos por cosas que pasan a miles de kilómetros, La Niña en el trópico, o el agujero de ozono en la Antártica. “Es un ejemplo de lo que a veces se conoce como teleconexiones”.
Este último añade que “aunque gracias a La Niña hemos tenido un verano de temperaturas moderadas, la tendencia hacia las temperaturas altas asociadas al cambio climático es clara. Los veranos realmente “fríos” no volverán”.