Hacia un Chile del conocimiento y la creación
La escritura de la nueva Constitución es uno de los mayores hitos democráticos del último tiempo. Por primera vez en la historia se escribe una Constitución Política con amplios representantes de la diversidad humana y cultural de Chile, desde distintos territorios y pueblos originarios.
Una Constitución es un texto legal con una estructura formal que permite abordar los distintos tópicos de convivencia, principios, derechos y mandatos que derivan en normas y leyes. La base de las discusiones, sean políticas o temáticas, es el conocimiento. Es decir, nos basamos en conocimiento previo para proponer u opinar. El conocimiento es amplio, diverso y colectivo.
Todos generamos conocimiento, existen saberes locales y de los pueblos originarios que impregnan nuestra visión de mundo, sin ser muchas veces conscientes de ello. ¿Cómo se escribe una nueva Constitución si no es considerando los múltiples saberes de los pueblos de Chile? ¿Cómo se garantiza la creación artística, la preservación de la naturaleza, la convivencia democrática, la plurinacionalidad, sino que a través del reconocimiento de los saberes y la generación de una base sólida para la expresión humana?
Las artes y la ciencia, como parte de los conocimientos, son prácticas que tienen el potencial de desarrollar el acervo crítico, la creatividad y la capacidad de imaginar soluciones a nuevos problemas, deshabituando los fenómenos de su entorno usual, para inquirirlos en sus complejidades propias. En el caso de la ciencia, a través del conocimiento y el entendimiento de la naturaleza y la creación de soluciones basadas en evidencia. En el caso de las artes, ejercitando la percepción de la realidad y el conocimiento sensible, y con ello, preparándonos para lo desconocido, ofreciéndonos así un repertorio a partir del cual diseñar respuestas apropiadas a experiencias nuevas.
El desarrollo de sistemas de conocimientos se da en el seno mismo de la cultura, formando una red interconectada de estímulos. No hay conocimiento que no esté vinculado a un ecosistema cultural, como no hay cultura que no produzca un entramado de aprendizajes y conocimientos. La ciencia, el conocimiento, las artes y los patrimonios se constituyen como fenómenos centrales del desarrollo cultural, y su aporte social no puede quedar supeditado a la racionalidad del mercado. Los Estados deben cumplir un rol clave en el fomento, protección y democratización de sus prácticas, procesos, reflexiones y resultados, garantizando el derecho social a verse beneficiado por los mismos.
Esta Comisión invita a repensar Chile desde su profundidad generando normas constitucionales que permitan el avance de las ideas de forma transversal, descentralizada, transdisciplinaria, con perspectivas de equidad y justicia, justicia de saberes, justicia epistémica. La nueva Constitución es también un paso de largo plazo hacia el futuro bajo grandes desafíos, como la crisis climática y las incertidumbres prolongadas. En esta comisión se revisarán tópicos tan importantes como institucionalidad, el rol del Estado, los derechos culturales, el derecho a la ciencia, principios de bioética, derechos digitales, derecho a la comunicación, democratización del conocimiento, entre otros. Que estemos comenzando este camino de encuentro desde la interculturalidad es gracias a distintas organizaciones y personas que han trabajado por décadas tanto en el quehacer cultural, artístico o de investigación como en ámbitos de políticas públicas en estas temáticas.
Imaginar Chile para las próximas décadas requiere del reconocimiento de los saberes actualmente existentes y de entregarnos formas para su creación futura que estén ajustadas a las exigencias del presente. Hacerlo desde la nueva Constitución es una oportunidad histórica de cambiar las lógicas individualistas y de mercado en la generación de cultura e investigación.
*Coordinadores Comisión de Sistemas de Conocimientos, Culturas, Ciencia, Tecnología, Artes y Patrimonio, Convención Constitucional
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