Invierno 2023 se convierte en uno de los 5 más lluviosos del siglo en Santiago

LAGUNA DE ACULEO
La Laguna de Aculeo vuelve a tener agua luego de años de sequia. Foto: Luis Sevilla Fajardo

Luego del sistema frontal que afectó a Santiago y la zona central, climatólogos y meteorólogos proyectan cómo serán los próximos meses considerando la presencia del fenómeno de El Niño, y qué pasará con lagunas y ríos que vieron aumentado su caudal, como Aculeo y Peñuelas.


En mayo de 2018 la histórica laguna de Aculeo, al sur de Santiago se quedaba sin agua, transformándose en el ícono más representativo de la megasequía que golpea la zona central del país.

Cinco años más tarde, la laguna recuperó parte de su espejo de agua, transformándose nuevamente en el rostro más visible de las intensas lluvias que cayeron en la última semana en la zona centro sur del país.

Una saga de temporales dejó a Santiago muy cerca de vivir un año normal en términos de precipitaciones. Según cifras de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), la capital acumula a la fecha 188,6 mm de agua caída durante lo que va del invierno, y 201 mm si se considera el acumulado anual. Estas cifras posicionan a este invierno como el más lluvioso desde 2009, fecha en la que justamente se considera que comenzó la megasequía.

Invierno 2023 es uno de los 5 más lluviosos del siglo en Santiago

Además, sin de aquí al fin del invierno Santiago lográ superar los 16 mm de agua caída, el invierno de 2023 se transformará en el más lluvioso de los últimos 17 años y en uno de los cinco más lluviosos enlo que va del siglo.

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Pero las cifras del temporal fueron un poco menos benevolentes en la zona centro sur. El intenso sistema frontal que afectó a la zona central dejó al 90% de la comuna de Santa Cruz, en la Región de O’Higgins, bajo el agua, fenómeno que generó importantes desbordes de ríos, lagunas y cursos de agua en el país.

La proyección es que las precipitaciones continúen en los próximos meses, anticipándose una primavera lluviosa debido al fenómeno de El Niño. Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, señala que el pronóstico estacional prevé una primavera con precipitaciones cercano a su por encima de valores típicos. “No tendremos una primavera seca”, anticipa.

Además, la zona centro sur, podría registrar el invierno más lluvioso de las últimas dos décadas. “En unas semanas tendremos más precisión, pero algunos puntos en la zona central cerrarán con precipitaciones solo comparables con las registradas en 2002 o antes, en 1987 y 1982″, revela Cordero.

Fuertes lluvias durante la madrugada en la capital generaron turbiedad en los ríos Maipo y Mapocho.
Santiago superó la barrera de los 180 mm de agua caída. Crédito: Agencia Uno.

Lluvias no son suficientes

Pese a la mejoría del registro de precipitaciones de las últimas semanas, Cordero dice que después de tantos años de sequía puede parecer beneficioso, pero el problema es la forma en que se dieron. “Buena parte de éstas durante el invierno, se registraron en dos eventos extremos asociado a la llegada de sendos ríos atmosféricos. El de agosto fue el segundo de categoría tres o superior que ha afectado a la zona centro y centro sur de Chile este invierno. Precipitaciones tan intensas en pocas horas o días suelen tener efectos más bien negativos”.

María Victoria Soto, académica del Departamento de Geografía de la Facultad de Vivienda de la U. de Chile dice que la gente pareciera haberse olvidado que llovía y que los ríos, hasta los años 80, cada invierno retomaban sus causes “y esto es lo que vimos este invierno”.

La Dirección Meteorológica de Chile ya anticipaba en su último informe la posibilidad de lluvias por sobre lo normal para el país en los próximos meses. “Desafortunadamente, no se puede descartar que durante la temporada de primavera y verano seamos afectados por otro evento de precipitaciones intensas debido a que lo más probable es que El Niño persista e incluso se fortalezca de aquí a fin de año”, considera Cordero.

Aculeo y Peñuelas recuperan su cuerpo de agua

Las intensas precipitaciones permitieron la recuperación de dos los más simbólicos cuerpos de Agua de Santiago y Valparaíso: la laguna Aculeo y el lago Peñuelas, cursos de agua que recuperaron parte de su afluente luego de las intensas precipitaciones.

El regreso del espejo de agua de Aculeo fue celebrado por la Municipalidad de Paine, donde se emplaza.

“Maravilloso ver como se llena la Laguna de Aculeo nuevamente. ¡Vamos que se puede recuperar!”, señaló en su cuenta de Twitter el alcalde de Paine, donde se emplaza la laguna.

En Peñuelas ocurre algo similar. Oscar Salazar, administrador de la Reserva Nacional Lago Peñuelas Conaf, dice que la cuenca del Peñuelas registró 106 mm de agua caída en las últimas semanas, acumulando a la fecha 424 mm, “lo que se traduce en un aumento considerable del espejo de agua”.

A la misma fecha (año pasado), “teníamos cubiertas 80 hectáreas por el agua, y ahora tenemos 193 hectáreas”, asegura, lo que ha permitido un aumento en la presencia de aves y faunas, incluyendo algunas emblemáticas especies “como el cisne de cuello negro y coscoroba”, añade Salazar.

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Así luce el lago Peñuelas luego de la lluvia. Crédito: Mario García, guardaparques de la Reserva Nacional Lago Peñuelas.

Pese al positivo panorama, Jorge Carrasco, meteorólogo y académico de la Universidad de Magallanes (Umag), dice que nada asegura que la laguna de Aculeo se vuelva a secar si los afluentes no retornan a fluir naturalmente y la gestión del acuífero se realice pensando en su conservación y fines quizás turísticos, más que en su uso con fines agrícolas de gran escala o alto consumo de agua.

Un estudio del hidrólogo Dr. Pablo García-Chevesich advierte que la laguna se secó no solo debido a la prolongada sequía de los últimos 12 años, “sino que en gran medida por el abuso del consumo del agua y la falta de políticas públicas para su adecuada gestión. El cambio climático nos señala que las precipitaciones disminuirán 20% a 30% en la región central, por lo que se hace urgente pensar y repensar las políticas públicas en cuanto a la gestión hídrica ante estos nuevos escenarios climáticos, que más temprano que tarde predominarán en el país”, añade Carrasco.

Cordero también es cauto al respecto. “No hay que ilusionarse demasiado aún. La recuperación de embalses, lagos o lagunas, perdidas por la sequía requerirá varios años de superávit de precipitaciones”.

El día después de la tormenta: la tierra y su capacidad de absorción

Otro factor a tener en cuenta en escenarios como el recientemente ocurrido, es el rol que cumple la tierra, el suelo y la vegetación para retener lluvias, ya que su degradación favorece las inundaciones. ¿Qué pasaría si viene un segundo frente de precipitaciones extremas? ¿El suelo sería capaz de absorber lo suficiente?

El complejo suelo - vegetación juega un papel fundamental en el control hídrico. Dada la topografía del país, donde las laderas son comunes, el agua tiende a escurrir rápidamente y acumularse, generando escorrentías y concentraciones de agua.

Estero Marga Marga registra aumento de su caudal por las lluvias.
La degradación de la tierra favorece las inundaciones.

Sin embargo, éste actúa como un colchón amortiguador que retiene el agua, reduciendo considerablemente el tiempo de viaje del líquido y permitiendo la recarga de acuíferos a través de una escorrentía subsuperficial y subterránea.

Roberto Pizarro, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile, enfatiza la necesidad de reforzar su rol. “Esta práctica consiste en implementar medidas de restauración hidrológica que eviten la erosión del suelo y promuevan la retención de agua en las zonas altas”.

Carrasco indica que en algunos casos, como el de Santa Cruz, el agua se retirará y volverá a sus cursos naturales, los suelos se secarán, lo destruido se reconstruirá y el paisaje volverá a ser parecido a lo que había antes de la inundación, pero dice que como este fenómeno de precipitaciones intensas volverá a repetirse en el futuro por el cambio climático, es necesario tomar medidas para mitigar sus consecuencias y planificar mejor las ciudades e infraestructura acorde a los actuales estándares.

Parte de lo que ocurrió con los últimos temporales tiene que ver con la pérdida de esta capacidad en cuencas afectadas por grandes incendios forestales y la deforestación, así como la falta de una intervención orientada a la restauración hidrológica, advierte Pizarro, lo que a su juico han exacerbado los fenómenos de inundaciones y escorrentías.

“La pérdida de esta capacidad en cuencas afectadas por una falta de restauración hidrológica evidencia la necesidad de una mirada transdisciplinaria, pragmática y desprovista de ideologismos para abordar los desafíos en escenarios de incertidumbre. La acción pronta y efectiva es crucial para proteger a la población y el medio ambiente de futuros eventos extremos”, sostiene Pizarro.

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