Michael Crichton estudió antropología en Harvard, que luego reemplazó por Medicina. Pero en paralelo, escribía novelas, su verdadera pasión. De hecho, nunca ejerció como médico, pero como escritor, ha vendido más de 200 millones de libros.
Uno de sus más reconocidos éxitos es Jurassic Park, texto que cumple 30 años. Lanzado el 20 de noviembre de 1990, cuenta la historia de un empresario multimillonario que intenta, a través de la genética revivir a los dinosaurios en una isla en Costa Rica.
Este best seller inspiró al director de cine Steven Spielberg a llevar la historia a la pantalla grande en 1993. La película, con el mismo título que el libro, recaudó US$ 1.029.153.882. Sería solo el principio de una franquicia que sigue vigente y espera su sexta entrega en 2021.
Crichton generó una “dinomanía”, renovando el interés de una generación completa por los dinosaurios, dice David Rubilar, jefe de paleontología del Museo Nacional de Historia Natural, que estaba en el colegio cuando salió el libro.
“Suma a favor, sin duda. Ayudó a la ciencia. De hecho generó un interés muy grande, un tsunami de interés en las nuevas generaciones por conocer de los dinosaurios", señala, quien justamente previo a esta entrevista conversaba con un alumno interesado en estudiar paleontología.
A su vez, "la película recaudó tanta plata que me parece que Steven Spielberg dio un porcentaje de las ganancias a una fundación que se llama Jurassic Foundation, una fundación jurásica. Una vez yo me gané uno de esos subsidios, me lo dieron para una expedición con fósiles de dinosaurios. Cualquier paleontólogo o estudiante puede postular”, relata el científico.
Rubilar recuerda que leyó el libro, “y luego vi la película, fue realmente inspiradora y alucinante. Quedé realmente impactado”.
Aunque aclara que es de los paleontólogos que se definió previo a Jurassic Park, en tiempos recientes tienes que hacer esa distinción generacional. "A mí me gustan los dinosaurios desde que tenía cinco años, comenzando los años 80”, asegura.
"Para mí una influencia mayor fue el Icarito, de la prehistoria (risas)”, recuerda Rubilar.
Sin embargo, más allá de la influencia de la película, Rodrigo Otero, paleontólogo de la U. de Chile, dice que la novela de Michael Crichton es fundamentalmente fantasía. “Un insecto en ámbar no preserva partes blandas ni fluidos. Son minerales que representan la estructura anatómica en detalle de lo que fue un insecto, pero no encontrarás sangre de dinosaurio ni nada parecido, por lo tanto, es imposible obtener” ADN de dinosaurio por dicho método”, dice, respecto a la fórmula que permitió revivir a estas especies en el texto.
Curiosamente, “si quieres ADN de dinosaurio, realmente está en todos lados. Vemos uno cada vez que un ave pasa sobre nuestras cabezas. Esa novela se escribió en un momento histórico donde aún se discutía si las aves eran o no dinosaurios, asunto que actualmente está bastante zanjado”, añade Otero.
Jhonatan Alarcón, miembro de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, señala que por ahora no hay manera de clonar dinosaurios. “No se ha encontrado aún ADN que se viable para poder utilizar en clonación, y eso tiene que con que el ADN es muy frágil, se descompone muy fácilmente con el tiempo. Incluso no se ha conseguido con mamuts, que vivieron muchos millones de años después”.
Con respecto a los huesos fosilizados de los dinosaurios, “están transformados en roca, toda la composición orgánica que tenían se transformó en minerales. Ese es el problema, sin considerar que la clonación en sí es difícil”, añade Alarcón.
Rubilar dice que el filme tuvo aciertos en la representación de algunas especies, como los tiranousarios, el triceratops o el braquiosuario, pero dice que también hubo muchos que fueron recreados muy imprecisamente para lo que se conocía en la paleontología en ese momento. "Son errores que dejaron para que el horror inundara un poco más la sala de cine. Uno de los paleontólogos más espectaculares que ha existido, Roberto Baker, había sido contratado originalmente como asesor científico, pero finalmente no llegaron a acuerdo, me lo contó él mismo”, dice.
El dinosaurio que más critica Rubilar en la ficción es el velociraptor. “Fue pésimamente modelado”.
El error es que el velociraptor retratado ahí, "en realidad no pertenece al género de los velociraptor. El animal que yo creo intentaron replicar ahí, se llama deinonychus. El velociraptor era un animal mucho más pequeño”, explica Rubilar.
El paleontólogo cree que conservaron el nombre porque velociraptor es mucho más potente, “que decir deinonychus. Lo otro es el aspecto tan reptiliano, es algo que no corresponde. Me imagino que lo hicieron porque el reptil asusta más, la sangre fría, su inexpresión, da susto”.
Adicionalmente, "tenían una lengua de serpiente, que es muy alejado de lo que te cuentan los fósiles. Eran de una estructura de esqueleto muy fina. Así como también la articulación de las patas que ocupan para abrir las puertas. Los fósiles indican otra cosa, la orientación es hacia atrás, no hacia adelante”.
Primera entrega, la mejor
Rubilar señala que “la primer película (inspirada en el libro de 1990) tenía magia, las otras son más de aventura. A mí lo que me atrae es ver la anatomía del dinosaurio. Siempre las voy a ver para saber en qué están. La última que se representa a un monstruo, que ingresa a un museo particular, me encantó. Me quedo con la primera y la última”.
En relación a esto último, en donde los dinosaurios llegan a la ciudad, Rubilar explica que “la convivencia entre ambos, pensando en los mesozoicos que eran enormes, no se pudo dar naturalmente, los mamíferos no pudieron evolucionar por razones bien obvias, estos dinosaurios les ponían literalmente la pata encima".
"Como depredadores terrestres fueron una locura, el fenómeno humano no pudo darse porque los mamíferos en general estaban subyugados a los dinosaurios”, añade.
Aunque Jurassic Park es una novela de ficción y posteriormente una película de Hollywood, de todas formas es importante que sea realista, “las imágenes que muchas personas tienen de los dinosaurios, son las de Jurassic Park. Entonces obviamente hay una responsabilidad desde lo cultural para dejar una impronta lo más realista posible", señala Rubilar.
“Los dinosaurios nunca van a pasar de moda”, finaliza el investigador. Ya hace 27 años Steven Spielberg lo sabía.