Ubicado en Pudahuel, a 22 km de Santiago, a un costado de la carretera que une la capital y Valparaíso, se encuentra un antiguo y abandonado yacimiento de cobre de la época colonial, momento en el que comenzó a ser explotado, llamado La Africana.
En 1914 fue redescubierto y luego, entre 1957 y 1978, tuvo su período de mayor extracción de mineral. Llegó a producir 5.000 toneladas de concentrado de cobre, en el lugar vivieron más de un centenar de familias con viviendas, escuela, pulpería, policlínico, retén de carabineros y club social. Esta es su historia.
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Hoy en día quedan solo sus vestigios. Su arquitectura industrial y habitacional está en estado de abandono total, junto con el suelo erosionado y muy probablemente contaminado. Los responsables de este descubrimiento son un grupo de exploradores urbanos, llamado Provinciano en la ciudad, quienes hace tres años se dedican a la exploración urbana, práctica denominada urbex (urban exploration).
El grupo de investigación, liderado por el ingeniero civil y fotógrafo Camilo Barra, “rescató” el patrimonio de este lugar a través de fotografías. Lo primero que llamó la atención de los investigadores al llegar al ex proyecto cuprífero fue el suelo, el que se encontraba extremadamente desgastado y estéril, con muchas rocas con tintes naranjas y verde azulados (color propio de la oxidación del cobre).
Además, este sitio, del que se desconoce el origen de su nombre, se encuentra a unos metros de un área residencial. “Es casi distópico ver grandes casas con verdes jardines (debido al riego) y piscinas, situadas colindantes a enormes edificaciones industriales de hormigón que son resguardadas por espinos y cactus”, señala Barra.
Se trata de uno de los pocos yacimientos mineros que se ubican en los límites urbanos de la ciudad de Santiago, añade. “De hecho, fue utilizado como punto estratégico privado para enseñar al ente estatal como operaba una mina”, dice.
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La explotación efectiva de la mina comenzó en 1953, curiosamente 36 años después de haber sido adquirida por The Anaconda Mining Co. Esta multinacional era una de las principales empresas mineras a nivel mundial. De hecho, en 1922, Anaconda adquirió Chuquicamata, la mina de cobre más grande del mundo.
“Recuerdo que cuando comenzó a hablarse de la chilenización del cobre, La Africana, constituía al parecer una faena mas bien orientada a relaciones públicas de la minera norteamericana Anaconda. Se estimaba, en aquel entonces, que la compañía, en vez de autorizar viajes a Chuquicamata y Potrerillos, mostraba la faenita modelo de La Africana, donde tenían una buena casa de huéspedes y atendían a los visitantes a cuerpo de rey. Así se evitaban que fueran a revolverles el gallinero a sus grandes faenas del norte”, señaló Esteban Domic, ingeniero en minas, a los responsables de la investigación.
Cuando se tomó la decisión de iniciar la extracción en 1953, se estableció una planta de flotación que finalmente comenzó a operar en 1957. Luego, en 1969, la Sociedad Minera Pudahuel adquirió La Africana.
Barra sostiene que fue inaugurada por Carlos Ibáñez del Campo, quien era presidente del país en ese entonces. “La mina La Africana fue diseñada por el ingeniero chileno Ernesto Kausel Schneide, posteriormente él sería el director del departamento de Ingeniería en Minas de la Universidad de Chile”, explica.
El complejo minero disponía de infraestructura para la planta procesadora del mineral y servicios destinados a los trabajadores. Incluso llegó a contar con una escuela primaria que brindaba clases a 200 alumnos. En 1973, un total de 107 familias vivían en el lugar durante el auge del cobre en La Africana.
En 1978, debido a la disminución de las leyes del cobre y a la irregularidad de la veta, se detuvieron las operaciones, ya que no resultaba económicamente viable explotar el yacimiento.
El cierre de la mina con el tiempo causó un grave problema ambiental debido al procesamiento inadecuado de los desechos mineros y a la contaminación de las zonas circundantes por la liberación de aguas contaminadas.