¿La gata o yo? Peleas en Pandemia (3ª parte, recordando a Humberto Maturana)
El gato es un animal filosófico, tenaz en sus propios hábitos, aficionado al orden y la pulcritud, y desinclinado hacia el sentimentalismo extravagante. Será tu amigo, si te encuentra digno de amistad, pero no tu esclavo (Théophile Gautier).
Este fin de semana la democracia está de fiesta y mientras algunos y algunas estudian las largas listas de candidatos y candidatas, otros y otras se pasean entre bancos, comercios y servicios para darle vida y movimiento al tercer retiro -antes del feriado irrenunciable-. Cambio la radio y las polémicas declaraciones de Alejandra Cox, Presidenta de la Asociación de las AFP, siguen dando que hablar, pues nadie quiere trabajar como Nicanor Parra. Los políticos naturalmente están escandalizados, Alejandra Cox se disculpa, se habla de un cuarto retiro y del carnet verde.
Fuera de Chile, Pablo Iglesias se corta el pelo tras su derrota electoral en Madrid, los misiles vuelven a volar por los cielos de Gaza e Israel, Estados Unidos declara que su aliado en medio oriente tiene derecho a defenderse, Rusia lamenta más de 400 víctimas del covid en una amarga jornada (bordeando así las 115.000 muertes desde el inicio de la pandemia), el presidente de Colombia, Iván Duque, fue denunciado ante el Tribunal Penal Internacional (TPI) y Naciones Unidas (ONU) por delitos de lesa humanidad, Alemania prohíbe por tres meses a Facebook utilizar los datos de WhatsApp, en Brasil operativos antidrogas dejan más de 25 muertos en sus favelas y Christian Garín cae ante Roberto Bautista en Roma.
Pero no todas son malas noticias y ya corren rumores de que Ben Affleck y Jennifer López están de vuelta, la Reina Isabel se pasea sin mascarilla en la apertura del Parlamento, el tenista Tomás Barrios triunfa en el Challenger de Zagreb, Dua Lipa hace lo propio en los Brit Awards, Claudio Bravo y Manuel Pellegrini hacen soñar al EuroBetis, el Reino Unido avanza en el reconocimiento de los animales como seres sensitivos, el luchador McGregor supera en ganancias a Messi y a Cristiano Ronaldo y éste último se distrae de la pelota arriba de un Ferrari Monza.
Apago la radio, me bajo del auto y me instalo en mi oficina para conectarme con Cecilia, una cliente cuya relación de pareja está en la cuerda floja debido a las tensiones causadas por el encierro, la cesantía, las deudas y la mala onda de Mario… con Florencia…su gata.
Hola Sebastián. ¿Por dónde empiezo? Que cagada. Bueno, Mario ya fue. Se llevó hasta sus muebles. Me da pena, pero lo que me tiene verdaderamente mal es que la Flo, mi gata, no ha vuelto desde que me peleé con el Cote.
¿Con tu ex?
Sí… me agarré con el Cote por videollamada y en vivo y en directo con el otro. Bueno… ya no daba para más mi relación con Mario y le pedí que se fuera, pues ese día una amiga de la pega me contó que la habían embargado por las cagadas de su pareja y fue ahí cuando decidí cortar por lo sano. Así que llegué al depa, le pedí que se duchara, se vistiera y se fuera. Le dije que no lo quería volver a ver ni él ni a sus cosas. Le di un día de plazo y me fui donde una amiga.
¿Y qué pasó?
Al principio estuve pa’ la cagada. Eran muchas emociones a la vez. Por un lado, sentí alivio de que este weon -y todos sus atados- se fueran de mi vida. ¡Libertad! Pero por otro lado me daba rabia y pena volver a fracasar en mis relaciones de pareja. Y algo de culpa. Creo. Y supongo que para que no me afectara tanto lo de Mario, me ilusioné con la idea de reconquistar al Cote. Y me pasé películas, aunque apenas conectamos cagué.
¿Por qué?
Porque vi a su polola. Es regia y la weona me saludó y ahí se me vino todo abajo. Mi cara de poto era evidente en la pantalla y el Cote, como siempre, feliz, como si por fin pudiera juntar a dos seres queridos. ¿Cachai lo weón que es? En fin, me mantuve digna, saludé a la weona, me comí el orgullo y escuché lo enamorados que están. Happy people. Por suerte la Vale, así se llama su polola, atinó y se fue. Ayyy… que rabia. ¡El weón está enamorado y más encima me cuenta!
¿Qué te contó?
La Vale es enfermera UCI y aparte de ser estupenda la yegua, es una santa. Está consagrada a San Covid y el weon del Cote se ha sumado a su cruzada. Dejó su pega en el gimnasio y en la clínica y ahora la parejita trabaja en un hospital. El kine y la enfermera. ¡Y el weon está en llamas! Odio ser así, pero me cargan los hombres buenos y me revienta cuando el Cote se ilumina.
¿Qué te revienta?
Puta, esa onda bonachona y esa pomada del mindfulness. ¿Qué chucha es esa webada? El Cote me hablaba de la compasión, el respeto y la dignidad del legítimo otro. ¿Hello? Ahora, no sé por qué me sorprendo y molesto tanto, pues no es la primera vez que se pega en la cabeza y habla tanta webada. Parece que verlo y escucharlo me hizo atinar y comprender que lo nuestro nunca iba a funcionar.
¿Por qué?
Mira, años atrás, al Cote le dio la tontera con este doctor que se acaba de morir… el Maturana. Que en paz descanse. Ver todo el día frases y fotos de este caballero es mis redes sociales me hizo volver a mis peores momentos con el Cote. Con él fui mala y me siento culpable, pues le aportillaba todas las tonteras que me contaba.
¿Qué te contaba?
Cuando el Cote estudiaba kine fue a una charla de este señor y volvió en éxtasis. Webada de él, pero más encima el gil quería hacer un diplomado en la biología del amor. ¿Qué es esa tontera? Me declaro una total ignorante, pero me importa una raja. Eran muchas lucas y cuando le critiqué todo, me salió con que hasta el Barcelona había adoptado algunas de sus teorías. Y yo me agarraba la cabeza y le decía Cote, que linda la weá, pero de la biología del amor no se come y tú necesitas enfocarte. Nos peleamos mal y el Cote se ofendió. Estaba chata de tanto buenismo. Este weon es entero naif y le dolió que le dijera que era el candidato ideal para secta. Y el merengue, en vez de enojarse, se deprimió y se fue pa’ dentro. Cabro chico… bueno…y amurrado. ¡Mátame por favor! Y como la webada no se le pasaba, le dije Cote, haz la webada que querai, pero después no andi lloriqueando que no te alcanzan las lucas para independizarte ni para ayudar a tus papás. Lo sé, fui una bitch. Pero funcionó.
¿Qué funcionó?
No tomó el diplomado. Me hizo caso, pero ahora que miro hacia atrás, el Cote ya era un caso perdido, pues tiene un rollo con ayudar al mundo y defender a los débiles. Y cuando empezó el estallido social me empecé a aburrir de él, pues vivía en una realidad paralela. Mientras en mi pega estaba la cagada y estaban todos aterrados, el Cote vivía la primavera de su vida. Yo todos los días tenía que llegar a mi pega en el centro y era un webeo. Ya no podía ir en auto y todos los días pasaba algo en el metro de ida o de vuelta. Además, en la oficina andaban todos histéricos y para que te cuento los clientes. Trabajaba a mil. Por teléfono, por mail, por whatsapp, mientras el Cote entre el gimnasio y la clínica se enfocaba en los abdominales y la alimentación saludable de sus pacientes. ¡Y cuando llegaba destruida al depa, el Cote quería que lo acompañara a las marchas! Y yo le decía ¡weón, en qué mundo vivís! Me estresaba la ingenuidad del Cote, porque además no tenía ningún argumento sólido. Repetía frases clichés, puros lugares comunes. Y cuando lo confrontaba con los datos y la realidad, el muy barsudo decía representar mejor a la mayoría. Quería matarlo, porque mientras él soñaba con un mundo mejor, a mí me sacaban la chucha en la pega y él no me apoyaba. Y así conocí a Mario, un hombre con el que podía hablar, discutir y llegar a acuerdos. Un bálsamo.
¿Y ahora?
Después que se fue Mario y me peleé con el Cote quedé bajoneada, pero cuando llegué a mi depa y me encontré sola, me fui a la chucha, así que me comí el orgullo y lo volví a llamar. Y ese día… parece mentira la webada… justo había muerto Maturana y era como si al Cote se le hubiera muerto el viejo. Y no me pude aguantar y le dije todas las pesadeces que me había guardado. Le dije que odiaba a los weones buena onda como él, a los que todo el mundo quiere por lo que son y que no se dan cuenta que los demás mortales se tienen que sacar la chucha para que los quieran y, aun así, a veces no lo logran. Le dije que odiaba a los idealistas, a los altruistas y a los weones cargados de valores que no tienen nada que perder en las calles; prefería, aunque fueran mala onda, a los que defendían lo que habían ganado con trabajo y esfuerzo. Le dije que me gustaban los hombres de pantalón largo que se bajaban de una camioneta y no los weones que se bajan de la bicicleta en short en pleno invierno. ¡Me cargan! Y hubiera seguido… sino fuera porque en un momento caché que la Flo se fue de mi lado… botando webadas a su paso…
Silencio
¿Qué pasó con tu gata?
Puta… la Flo no solo se echó un par de marcos de fotos y un florero… sino que no volvió ese día… ni esa noche… ni a la mañana siguiente… y no he sabido más de ella desde entonces.
Silencio…
No hay Cote, no hay Mario. Y la verdad, al lado de la Flo, me importan una raja. Sin ella, me siento sola. Y sé que estoy mal de prejuicios, odios, estrés y mala onda, pero funciono y trabajo perfectamente así. Y la tengo clara; la única que de verdad me bancaba en las buenas y en las malas era la Flo. Y me superé con el Cote y ella se fue…
¿Y qué vas a hacer ahora?
No lo sé, supongo que seguir sacándome la chucha trabajando y corriendo. Eso y el sexo son mis únicos respiros y me gusta que así sea. Vivo día a día para crecer, para ser más y no me banco a ningún weón que me frene o que no dé más que yo. Y ahora que se fue la Flo, cagaste, me vai a tener que escuchar semana a semana hasta que se me pase la pena o hasta que otra gata te reemplace...
Tras terminar la sesión, bajé la pantalla y fui en búsqueda de las siguientes palabras. Un pequeño homenaje al gran doctor Maturana:
“Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas, contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive, son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni en sí mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida”.
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