Pareciera que la celebración de Halloween hubiera existido siempre en el país. Hoy es una fecha imperdible, tanto para niños como para el comercio. Se suma a otras celebraciones icónicas durante el año como Navidad, Año Nuevo o Fiestas Patrias. Sin embargo, esto no es así, Halloween o noche de brujas recién tiene un poco más de 40 años en suelo nacional.
Su origen se remonta a los celtas, en la antigua Europa Oriental, Occidental y parte de Asia Menor, hace más de 3.000 años, según la Universidad de Oxford, cuando celebraban su año nuevo, llamado Samhain.
En esa cultura se encontraban los druidas, sacerdotes paganos que creían en la inmortalidad del alma y justamente la noche de Halloween éstas “volvían a su antiguo hogar”. Luego, algunos inmigrantes irlandeses introdujeron la fiesta en Estados Unidos, país que se encargó de propagar esta celebración, con todo lo que conlleva y como la conocemos actualmente, por todo el mundo.
En Chile, corría 1978 y aún no se celebraba Halloween como tal. Habían algunos indicios menores, principalmente a través del cine, con la película del mismo nombre, protagonizada por Jamie Lee Curtis.
Un año después (1979) todo cambió, ya que es reconocido como el año que finalmente la fiesta arriba al país. Esto ocurrió debido a una celebración que realizó la embajada norteamericana en Chile de Halloween. Asistieron extranjeros, pero también chilenos, principalmente políticos y miembros del Gobierno.
Raúl La Torre, historiador y magíster en historia y gestión del patrimonio de la Universidad de los Andes, establece que esta fecha, al igual que tantas otras conmemoraciones o celebraciones foráneas adoptadas en Chile en este último tiempo, “encuentran su origen común en la globalización y masificación de las comunicaciones, primero con el cine y la televisión; y después con internet”.
La palabra Halloween como tal, en su significado original, era “All hallow’s eve”, que en realidad quiere decir “víspera de todos los santos”, debido a la fecha en la que se celebra, el 31 de octubre de cada año, en la víspera de la Fiesta de Todos los Santos.
José Pedro Hernández, historiador y académico de la Universidad de las Américas, señala que en Chile, antes de celebrarse Halloween, se festejaba la denominada Fiesta de la Primavera, “pero a través del cine principalmente las personas comenzaron a conocer esta festividad y poco a poco la incorporaron a la cultura nacional. Luego vino esta gran celebración en la embajada de Estados Unidos, o producida por ellos, a fines de los 70. Ahí comienza a escucharse en Chile la fiesta de Halloween”.
En paralelo, algunas familias que viajaban al extranjero, traían algunos adornos relativos a la festividad, lo que poco a poco fue introduciéndose en el país (previo a la crisis de 1982). Además, se produjo el efecto de “boca en boca”, ya que contaban que en Estados Unidos la noche del 31 de octubre se celebraba de una manera particular, con disfraces y adornos.
Esto significó que algunos colegios ingleses en Chile, además en fiestas familiares, comenzaran a celebrar Halloween, lo que generó de inmediato revuelo en la Iglesia y sectores conservadores.
Hernández explica que efectivamente la Iglesia Católica, y cristiana en general, puso más de algún problema, “porque Halloween es visto como una ofrenda o más bien una celebración hacia Satanás, hacia la muerte, de adorar figuras que producen la muerte, los demonios. Es una especie de homenaje a los muertos, pero no a los muertos que van al cielo, más bien a los demonios”.
“La crítica también apunta a que es una fiesta pagana, una actividad sin ningún sentido y que va en contra del pensamiento de la Iglesia, y contrarresta el significado del Día de Todos los Santos. De ahí proviene la molestia y los problemas que pone la Iglesia por Halloween, y que se mantienen hasta el día de hoy”, añade Hernández.
La Torre coincide con Hernández. “Hay un trasfondo en relación a esta celebración, que está ligada a ciertos tipos rituales paganos o, derechamente satánicos y que va en directa relación al significado de su nombre: “víspera del día de todos los santos”. Es como una antesala oscura que festeja lo opuesto a la celebración del día siguiente, que festeja la luz y la iglesia triunfante o celestial”.
Si bien su adopción en Chile responde a características superficiales, comerciales, coloridas y hasta con tintes de carnaval nocturno; las temáticas no dejan de estar ligadas al oscurantismo, brujería, espiritismo, entre tantas otras prácticas opuestas al cristianismo. “Era lógico que iba a haber una respuesta de las iglesias cristianas locales, como también sucede año a año en Estados Unidos y otras partes del mundo”, explica el coordinador de Extensión Cultural de la Universidad de los Andes.
A pesar de las polémicas iniciales, poco a poco se empezaron a sumar más personas a la celebración, sobre todo jóvenes. Las discoteques de Santiago fueron las primeras en hacer eventos públicos, entre ellas, Las Brujas, Eve, Caledonia, Casamilá y Gente, las que anunciaban con “bombos y platillos” sus fiestas. Además, las radios hacían publicidad invitando a celebrar Halloween, lo que masificó aún más la jornada.
También comenzó el merchandising, a través de algunas marcas que empezaron a vender dulces, además de adornos y disfraces. También se sumaron los supermercados, comenzando a tomar el sentido que tiene Halloween actualmente en el país.
“Pienso que la gran masificación fue en los 90, adoptando la gran mayoría de características de su celebración en Estados Unidos, como resultado del consumo de series televisivas, y también al explosivo incremento de viajes al país norteamericano que se dio en esta década”, considera La Torre.
Este último establece que tiempo después de su llegada a Chile, queramos o no, ya tiene cierta raigambre popular y es una fecha esperada por los más pequeños. “Sin embargo, a diferencia de otra fiestas foráneas, como podrían ser el Oktoberfest o el Día de Acción de Gracias, que han incorporado rasgos propios de nuestro país, lo interesante de Halloween es que mantiene las características más reconocibles de lo que vemos a través de las pantallas, como parte de la cultura estadounidense; variando quizás, solo en las temáticas de los disfraces, como producto de las películas o series de moda”.
Si en 1978 la película Halloween fue una de los primeros indicios de noche de brujas en Chile, luego en 1981 vino Halloween II, la que fue un verdadero éxito de la época. El fenómeno, hace ya 40 años, estaba consolidado en el país.