Impacto causó una iniciativa ciudadana que pretende volver a darle vida al histórico invernadero de Quinta Normal, el que se encuentra abandonado hace un siglo. Construido por Henry Meiggs, entre 1864 y 1866, la estructura de 500 m2 está inspirada en los parques y jardines franceses.
Este jardín botánico ubicado en Santiago es una muestra de la importancia que tienen y han tenido a lo largo de la historia algunas especies de flores y plantas en el país. Mucho de éstas hoy extintas, otras aún con vida.
Una serie de proyectos intentan rescatar algunas especies “perdidas” o en evidente peligro de extinción. Es el caso del sándalo de Juan Fernández, la enigmática flor azul, una desconocida especie en Isla de Pascua o el Copihue, la emblemática flor nacional, entre otros.
Sándalo, el árbol perdido
El sándalo, árbol nativo de la zona, fue visto por última vez en Juan Fernández en 1908 por el naturalista Carl Skottsberg, hace más de un siglo. Se trata de una especie catalogada hasta ahora como extinta.
Pero un grupo de investigadores, científicos y escaladores, liderados por Lukas Mekis, se encuentran trabajando en la isla Alejandro Selkirk, en Juan Fernández, con tecnología de avanzada con el objetivo de encontrar la enigmática especie.
“Vamos a ir al Valle Quebrada Varadero, donde creemos que hay posibilidad de encontrar el sándalo. Hace años estuvieron en ese lugar, cuenta, y encontramos especies súper poco comunes. En esa oportunidad, solo llegaron hasta una cascada y por tiempo no pudieron seguir subiendo. “Ahora nuestra idea es llegar hasta el final de esa quebrada”, señala Mekis.
Si bien la pandemia por Covid-19 postergó los planes originales, el objetivo sigue vigente. La información de la que disponen los investigadores corresponde a investigaciones y publicaciones de Friedrich Johow, Federico Philippi y el sacerdote Diego de Rosales, quien describió la presencia de sándalos con flores rojas, blancas y amarillas, tras visitar la isla en 1664, además de un comercio activo de la especie, que motivó la desaparición de ésta.
Dicen que el sándalo siempre estaba entre los 0 a 400 metros de altura en quebradas relativamente secas, y cerca de árboles como la sophora, explica Mekis. “En una expedición anterior, en lo poco que recorrimos, vimos muchísimos de esos árboles que no son tan comunes”, añade.
Copihue, víctima de la sequía
El copihue (lapageria rosea) es la flor más emblemática de Chile. El 24 de febrero de 1977 fue declarado oficialmente como la flor nacional, mediante el decreto 62 del Ministerio del Interior. Pese a su estatus, se sabe poco de su hábitat y, lo que es peor, de su estado de conservación.
Pese a la carencia de información, los investigadores estiman que el copihue hoy se encuentra en peligro de extinción, a pesar que desde 1971 un decreto la resguarda, prohibiendo que sea cortada, transportada y comercializada, lo que no ha impedido el declive de la especie.
Sin embargo, la flor ahora tiene un nuevo e impensado enemigo: la megasequía. Patricio Novoa, ingeniero forestal experto en botánica y miembro del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental de Conaf, Quinta Región, señala que “la población de copihue se ha visto reducida por la sequía y el cambio climático, además del proceso inmobiliario, que destruye poblaciones completas de copihues. Cuando aún no es flor, es difícil de reconocer, y arrasan con él. Es una especie que además, necesita agua y mucha humedad”.
Uno de los mayores especialistas de la especie y de su proceso de conservación es Eric Chait, especialista en el cuidado y cultivo de copihues y coautor del libro Copihue, manejo, características y uso, realizado en conjunto con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), un documento de 165 páginas con todos los detalles del copihue en Chile. “Actualmente habita entre Valparaíso y Valdivia, aunque es muy escaso en la Quinta Región y tiene grandes posibilidades de desaparecer en los próximos años. En el sur, en Biobío y la Araucanía es más abundante, debido a la temperatura y humedad”.
Actualmente, existe un proyecto de conservación de la especie, con sede en el vivero Carlos Douglas (Yumbel, Región del Bío Bío), a cargo de la CMPC, con 800 plantas y una tasa de germinación de 80%. “Se cultiva una variedad de especies nativas, con el objetivo de contribuir a su conservación o uso sustentable, hace más de cinco años. Así se ha obtenido una gama de variedades de todos sus colores”, señala Juan Andrés Celhay, subgerente de producción de plantas de la Gerencia de Tecnología Silvícola de CMPC.
Para llevar a cabo el proceso de recuperación en el vivero Carlos Douglas, se obtuvieron plantas de copihue de las cordilleras de Los Andes, de la Costa y del Valle Central. “Han salido variedades producto de cruzamientos que se han hecho por especialistas en jardinería y también híbridos naturales”, explica Celhay.
Flor azul, cinco décadas en el olvido
La enigmática flor azul es otra especie desparecida de los registros, y que hoy, vive nuevamente gracias a un reciente descubrimiento. Responsabilidad del ingeniero Carlos Fonck y la historiadora María Teresa Eyzaguirre, quienes encontraron en la Cordillera de los Andes una flor azul declarada extinta hace 50 años.
Su nombre científico es Tecophilaea cyanocrocus Leyb, una planta endémica chilena, catalogada dentro de las especies en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. El hallazgo fue de casi veinte ejemplares de un azul intenso, los que encontraban esparcidos en un rango de no más de 100 m2.
La especie encontrada por Fonck y Eyzaguirre corresponde a la especie descrita en 1862 por Friedrich Leybold, famoso farmacéutico y botánico alemán que se radicó en Chile, y según sus descripciones, coincidiría con el lugar donde fue reencontrada. Fue declarada extinta en 1973 por el botánico chileno Carlos Muñoz, quien tras varios años de búsqueda, no pudo detectarla.
Recientemente se publicó esta especie en la sección de plantas endémicas chilenas del Royal Botanic Garden of Edinburgh, liderado por el reconocido botánico inglés, Martin Gardner. Además, hoy por hoy, es considerada en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
Árbol del pan: Rapa Nui protagonista
Otra desconocida especie fue encontrada en Isla de Pascua en 2019, la que se creía no existía en Chile (fotografía principal). El árbol del pan fue altamente buscado por la corona británica en el siglo XVII por sus ricas características alimenticias. El árbol es una especie abundante en la Polinesia, pero no había registro de su presencia en Rapa Nui... hasta ahora.
El capitán inglés James Cook, encomendados por la corona británica y la Royal Society, lideró tres viajes de exploración a las islas del Pacífico Sur, entre Chile y Nueva Zelandia, describiendo tras su paso por Tahití, las bondades de un árbol poco conocido en Occidente: el árbol del Pan.
Ocho años después de su muerte a manos de nativos polinesios (1779), el teniente William Bligh retomó las expediciones a bordo del buque Bounty, con especial encargo de conseguir mil plantas del leñoso tallo del árbol, para introducirlo en Jamaica, que por sus frutos serviría como alimento para los esclavos que trabajan en la producción del tabaco y la caña de azúcar.
Tras encontrar la especie, Bligh zarpa desde Tahití rumbo a Jamaica, pero tras una inesperada rebelión de su tripulación, termina abandonado en un bote en el mar (drama que Marlon Brando registró en el filme Motín a bordo).
Desde entonces, la presencia del árbol fue descrita en toda la Polinesia, excepto en Rapa Nui, pero a más de 200 años de la histórica odisea, expertos del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia) con ayuda de la Corporación Nacional Forestal (Conaf) de Rapa Nui, constataron que la exótica especie fue introducida en una fecha indeterminada a la isla, y hoy se encuentra al interior de algunos hogares y hoteles identificada bajo el nombre de Uru.
Patricio Fuenzalida, director regional de lnia La Cruz, dice que han detectado la presencia de cinco ejemplares en Rapa Nui, “cuyos frutos son escasamente consumidos por los isleños”. Si bien, no se sabe aún en que año fueron introducidas estas especies, aún queda mucho por aprender de ellas.
La gran virtud de este árbol es que crece rápidamente, lo que permite su cultivo sin problemas, brindando una particular floración en los meses de lluvia, y cuyo fruto demora cerca de cinco meses en alcanzar su madurez.