“Todo va a estar bien”. De puño y letra de los funcionarios del Servicio de Psiquiatría del Hospital Sótero del Río, cada una de las 78 familias de pacientes fueron recibiendo sus cajas de alimentos y útiles de aseo con ese simple, pero esperanzador mensaje, tras una campaña interna de recolección de fondos que llevaron a cabo los trabajadores.

A casi diez kilómetros de distancia, la unidad que también se ocupa de la salud mental, pero del Hospital El Pino, había hecho lo mismo para ir en ayuda de los pacientes más necesitados y sus familias dentro de los casi 2.000 que atienden. En total, casi 270 cajas de alimentos y artículos de primera necesidad que se destinaron a los más vulnerables.

El ejercicio se ha repetido en diversas instituciones de salud: pacientes necesitados y funcionarios que han debido, casi obligados, salir al rescate. En momentos en que la necesidad arrecia y los procesos formales fallan, los profesionales de salud han debido redoblar o triplicar sus esfuerzos.

“Nuestros pacientes empezaron a tener hambre”, relata Soledad Rowlands, psiquiatra de El Pino que lideró una de las campañas de su servicio de salud. “Es difícil intervenir cuando ves a los pacientes así”, agrega.

En tanto, el Sótero del Río, emplazado en Puente Alto, está destinado para la zona sur oriente del Gran Santiago y atiende pacientes vulnerables y de recursos limitados. “Decidimos ayudar con un relato concreto de personas de estrato socioeconómico bajo, personas con dificultades psiquiátricas, que por eso empobrecen a personas y familias, que conocemos de cerca y no nos cuentan”, detalla por su parte Rocío Lora, jefa del servicio de dicho recinto.

“Entre varios dijimos ‘hagamos esto y ya’. Y con un mensaje simple que todos pusieron en sus redes sociales, contando la necesidad de los pacientes, se logró recaudar dinero”, añade Lora.

Rowlands cuenta que su equipo de trabajo estaba “muy angustiado” al ver a sus pacientes desesperados “porque hay hambre y eso no se puede combatir con antidepresivos”.

Pero, ¿qué lleva a ambas unidades a hacerse cargo de problemas que van más allá de la atención profesional? “Es un análisis muy profundo que nosotros hacemos siempre. En salud mental es casi imposible pensar en que la solución a un malestar vital como depresión, trastorno de personalidad o esquizofrenia, va meramente relacionado a un único tema”, dice Rowlands.

Parte de las cajas de la campaña de El Pino, las que fueron repartidas en vehículos del hospital.

Y agrega: “La persona no es solamente biología: tiene redes, vínculos, familia… el trabajo social siempre está vinculado. Entonces, sí, no corresponde en norma, pero es impensado que, bajo una visión holística, en salud mental sea así”.

La doctora Lora también aporta lo suyo: “Cada uno hace lo que cree que tiene que hacer y nosotros creímos en esto. Y como dice el dicho: que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha”.

Dicha profesional cuenta que durante las entregas de cajas, las que han hecho los mismos funcionarios casa a casa, han visto que la gente está muy agradecida y que les han dicho que era algo inesperado. “Esto, sin haberlo buscado, podría incluso tener una repercusión positiva en sus terapias, adhiriendo mejor, o afianzando lazos de confianza”, dice.

Las cajas del Hospital El Pino listas para ser repartidas.

Rowlands detalla que para llevar a cabo la repartición los trabajadores sociales hicieron un catastro de las familias con más necesidades, por lo que tienen claro “quiénes son los que no tienen qué comer”. Y al igual que en el Sótero del Río, la psiquiatra dice que ha habido mucho alivio y gratificación por parte de los beneficiarios y que, sin ser el fin último, la iniciativa podría “terminar de afiatar un vínculo que existe entre pacientes y funcionarios”.

Las iniciativas de dichos servicios, eso sí, no son las únicas que se han visto por estos días. La crisis del Covid-19 ha provocado que otros profesionales de la salud se hayan tenido que organizar para recolectar insumos para ellos o sus pacientes, ante la falta de estos y la tardanza de reposición.

Por ejemplo, en el Hospital Padre Hurtado, el servicio de pediatría realizó una campaña para recolectar insumos. “Las mascarillas y elementos de protección personal cada vez son más escasos y son fundamentales. Como sabemos, todavía nos queda pandemia. Es por esto que necesitamos de tu ayuda para poder seguir protegiendo a nuestro personal de salud”, fue el llamado de socorro ante la indefensión.

Y así como ellos, el Hospital Regional de Antofagasta y el Hospital Clínico de dicha ciudad realizaron una campaña de útiles de aseo para pacientes que no cuentan con una red de apoyo. Se pedían cosas tan esenciales como pañales para adultos, cepillo de dientes, pasta dental, desodorantes, confort, toallas húmedas, crema, toallas pequeñas, shampoo y colonias.

El mismo Sótero del Río, pero el área de pediatría, también había llevado a cabo una campaña para recolectar elementos de protección para el personal de salud. Pidieron mascarillas, pecheras, estetoscopios y amonio cuaternario. “Cualquier donación es bienvenida”, decían desde el servicio, donde, además de su trabajo, la pediatra Constanza Glenz coordinaba todo.