Mariane Krause y la salud mental de los jóvenes: “Hoy hay mucha presión social para que definan su vida y están luchando por solidificar su identidad”
Existe una brecha de vivencias y exigencias muy amplia entre los jóvenes y quienes los superan en edad, que se da especialmente a la hora de examinar su salud mental, advierte la decana de la Facultad de Ciencias Sociales UC, destacada investigadora en ciencias sociales y en salud mental.
“Hoy se vive una juventud extendida. Cada vez más se posterga la edad de ciertos eventos vitales, lo que deja en claro ese fenómeno”, reflexiona Mariane Krause, la primera decana de la Facultad de Ciencias Sociales UC y destacada investigadora en ciencias sociales y en salud mental.
Pero la doctora en Psicología asegura que ese mayor tiempo de juventud no implica una vida ´color de rosa´. Muchas veces es todo lo contrario. Y para generaciones anteriores no siempre es fácil de entender desde la óptica de su propia experiencia.
Existe una brecha de vivencias y exigencias muy amplia con quienes los superan en edad, que se da especialmente a la hora de examinar su salud mental, advierte Krause.
Para la exdirectora del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP), última presidenta del Consejo de Conicyt, integrante del Consejo Asesor del Ministerio de Ciencia, y académica de la Escuela de Psicología UC, si de salud mental en población joven se trata, es evidente que cuentan con más libertades y ya no son los padres los que les dicen qué hacer. “Este cambio empezó hace varias décadas y cada vez se sobrecarga más a los individuos con la responsabilidad del diseño de su vida”.
Hay mucha más presión en los jóvenes por cumplir ciertos ritos bibliográficos, que no están cumpliendo y que no desean cumplir como las generaciones que los anteceden esperan.
Basta con mirar las cifras de matrimonios. Las Estadísticas Vitales del INE 2018 muestran que, para la totalidad de matrimonios, la edad media en el caso de los hombres alcanzó a los 37,1 años, mientras que para las mujeres fue de 34,4 años. Hace tres décadas el panorama era muy distinto: las mujeres y hombres se casaban a los 24 y 27 años, respectivamente.
Más tiempo de juventud. Pero con más imposiciones y mandatos por “ser alguien”. Eso ayuda a entender que sea uno de los grupos con mayor “ansiedad y depresión que son los problemas de salud mental más comunes y extendidos”, aclara Krause.
-Si hablamos de salud mental ¿se pueden establecer diferencias generacionales? ¿Están los jóvenes más vulnerables en ese sentido que los adultos?
Sí, podríamos hablar del rango etario de 18 a 25 años, que son jóvenes que están en una etapa del desarrollo particular en que parte de su identidad y su futuro se están definiendo, y eso se ve afectado por la pandemia. Estudios muestran que ese grupo etario es el que tiene más sintomatología depresiva en estos momentos. La pandemia los golpea fuerte, es una etapa en que tienen que proyectarse al futuro y es difícil hacerlo con la incertidumbre que estamos viviendo. En esa edad es muy importante el contacto con otros jóvenes y la pandemia los ha privado de eso, esa es la causa de que estén más afectados porque existe dificultad de proyectarse.
-¿Sus preocupaciones son diferentes a las de otras generaciones?
Sí. Y para entender eso hay que pensar la edad juvenil históricamente. Antes, la adolescencia ni siquiera existía. Es un producto de la modernidad. Hace 200 años se pasaba de la niñez a la adultez, no había esa etapa en que se definía tu identidad. Desde unas décadas la edad juvenil se extiende cada vez más, de generación en generación, y con ello los problemas de autodefinición que conlleva. Hay mucha más presión de que los jóvenes se autodefinan, antes estaba más dibujado. Hoy tienen más libertades y antiguamente los padres determinaban lo que tenían que hacer, y si vivían en un pueblo chico era peor. Entonces eso en las últimas tres generaciones empezó a cambiar y cada vez se comenzó a sobrecargar a los jóvenes con la responsabilidad del diseño de su vida, hay mucha más presión.
Si los padres de los jóvenes actuales dejaron de sentirse jóvenes a los 25 años, hoy eso es sobre los 30 años. Los datos sobre la edad a la que se casaban en la generación que hoy tiene 60 años, lo muestra también, si antes se casaban a los 23 años, hoy se casan a los 30 o más, lo mismo pasa con la edad a la que tienen hijos.
-¿Son un grupo poblacional en riesgo en ese sentido los jóvenes? ¿Se los ve desde esa perspectiva o como son jóvenes se asumen no tienen tantos conflictos?
Pensar eso es súper erróneo, porque los jóvenes están en una edad en que tiene autodefinirse y es cierto que hay más libertad, pero también hoy hay mucha presión social a que definan su vida y están luchando por solidificar su identidad. Ellos viven muchas angustias, más que los adultos establecidos, es una muy edad conflictiva, más frágil.
-¿Considera que existe conciencia sobre esa fragilidad?
Los psicólogos, y todos los que trabajamos en salud mental, lo tenemos súper claro, muchos trastornos importantes de salud mental se instalan en esa edad y no en otra. No sé si a nivel social está tan claro.
-¿Se aprecia que en jóvenes existe hoy mayor conciencia sobre su salud mental? En las últimas Olimpiadas de Tokyo 2020, figuras destacadas y jóvenes lo hicieron notar, como la gimnasta artística estadounidense Simone Biles...
Eso nos mostró algo que no era tan evidente, pese que a hora último se habla más de salud mental. Lo veo cotidianamente en los alumnos, ellos tienen muchas angustias, y en un contexto pandémico la salud mental es muy importante. Las grandes demandas de los jóvenes tienen que ver con el bienestar psicológico, ellos hoy tienen una mayor conciencia de eso.
Comparaciones odiosas
-Y si pensamos en otras generaciones, por ejemplo, en los padres de ellos, ¿los entienden o piensan en su juventud como punto de comparación?
Eso es un error que se ve mucho, decirles a los jóvenes ´cuando yo era joven yo sabía que hacer a los 22 años´, esas comparaciones son odiosas. Además, no es posible comparar. Antes la juventud era más corta. Con esas comparaciones se agobia a los jóvenes que sienten que no están a la altura de las expectativas de sus padres, eso no ayuda. Lo que ayuda es escucharlos, eso lo agradecen mucho. Hablar en un contexto de diálogo en que no se haga valer la autoridad o el rol de ser padre, sino ver al otro como ser humano.
-Esas comparaciones, sin embargo, se ven mucho. Incluso existen memes que muestran en tono de broma cómo era la vida de los padres de los jóvenes a tal edad y cómo es la de ellos hoy, para graficar esas diferencias.
Para un padre de 50 años o más, esta edad juvenil de los 18 para arriba le habrá durado, no sé, cinco años y ahora dura 10. Si a los 23 años ya tenía su vida más organizada, ellos a los 23 años no viven lo mismo. Deberíamos cuestionar esa presión por comparar. Todas esas comparaciones son odiosas y lo que hacen es inhibir el diálogo, porque el diálogo implica tomar en serio al otro y escucharlo, y muchos padres no dialogan con sus hijos, les predican.
-¿Qué ocurre con los prejuicios sociales sobre la juventud, por ejemplo, a que no se comprometen?
Los jóvenes no solo se cuestionan a sí mismos, sino que también cuestionan el contexto, lo que implica también al contexto social. Ellos heredan ciertos modelos sociales y es intrínseco a esa etapa cuestionarlos, eso nos hace avanzar como sociedad. Pensemos en el movimiento feminista o en las protestas estudiantiles, que han cambiado la sociedad recientemente, eso es parte del rol de los jóvenes. Parte de ese cuestionamiento puede ser no querer participar de ciertas formas que no los convocan, pero unirse a otras sí los convocan.
-¿Cuáles serían las causas que sí los convocan?
Estos jóvenes actuales tienen una preocupación muy fuerte por el medioambiente, que es mayor a la de generaciones anteriores. Tienen una mirada distinta sobre el mundo y hacen un profundo cuestionamiento a la forma de vida de las generaciones mayores, a cómo ellos recibieron el mundo. Y eso es interesante, quizás influya en revertir el cambio climático.
-¿Eso pone más valor entonces en las comunidades en esa etapa?
Todo eso los ayuda. Y esta nueva generación tiene como modelos a los que se van acercando a los 30 años o más, porque esos jóvenes, pese a que los puedan criticar, son modelos en términos de que lograron cambios sociales, eso es súper relevante. Hoy saben que pueden lograr cambios, a diferencia de la generación de los ochenta que tenía menos esperanza de que las cosas pudieran cambiar.
Efectos pandemia
-La pandemia y el confinamiento ¿pudieron aumentar los problemas de salud mental en ellos?
De hecho, la pandemia los aumentó. Los estudios muestran que aumentaron en todas las generaciones, y quienes se ven más afectados por la pandemia en sintomatología depresiva es el grupo entre 18 y 24 años, y el menos afectado el de las personas mayores. Es frágil esta edad porque te estás construyendo, y por la pandemia está la incertidumbre y el aislamiento, factores muy negativos en términos de salud mental. La incertidumbre y la sensación de que la solución no depende de lo que tú hagas, que, si bien haces cosas para cuidarte, no puedes pararla, eso puede provocar en jóvenes una conducta rebelde con la pandemia que tampoco es positiva, porque niega la realidad.
-¿Cómo influye en ese sentido la falta de confianza?
Nos afecta a todos, porque es no poder confiar en nadie, en que nadie te proteja, te ayude y si tienes sensación de que todo es caótico eso afecta la salud mental. Y si eres joven afecta más. A eso se suma la falta de confianza interpersonal, porque si además no puedes confiar en personas cercanas eso es un caldo de cultivo para problemas más graves. Los jóvenes confían mucho en sus amigos, pero a raíz de la pandemia dependen mucho más de sus familias, y algunos pueden sentirse en confianza, pero otros no, y si no sienten confianza en sus padres y no ven a otros jóvenes, están en una situación bien precaria.
-¿Se puede saber a esta altura cómo marcará la pandemia?
Se pueden aventurar ciertas hipótesis. Si hablamos de la confianza, que se construye en la relación íntima con otros, el que se hayan visto privados de eso puede afectar la confianza en años venideros y eso hay que reconstruirlo. Hay que pensar que cuando los jóvenes salen a carretear, ese carrete es una de las cosas que los va uniendo, donde van probando modos de ser, donde son libres de expresarse y donde se va generando esa confianza, eso los ayuda en su desarrollo.
-Lo social es importante, lo dejó claro la pandemia. ¿Nos sirvió para valorar el diálogo intergeneracional?
En Chile podríamos mejorar todas las relaciones intergeneracionales, entre adultos y jóvenes, y también escuchar más a los adultos mayores. En las distintas generaciones hay barreras y también mucha descalificación. Se necesita aprender en un diálogo intergeneracional hacia los dos lados, porque también pasa en la otra dirección, o sea jóvenes que descalifican a cualquiera que no sea joven y adultos que descalifican a las personas mayores.
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