La última vez que el Norte Grande de Chile registró un terremoto de proporciones, fue en 1922, hace más de un siglo. Esta situación geológica significa que la zona no ha liberado la energía correspondiente en un largo período, lo que aumenta las posibilidades de que un ocurra un gran evento telúrico.
Justamente, un reciente episodio dado a conocer por el Centro Sismológico Nacional (CSN), 42 km al suroeste de Huasco, alcanzó una magnitud total de 6,6 y una profundidad de 46 km, reviviendo los “fantasmas” y encendiendo las alarmas de la comunidad y los científicos especialista en la materia con respecto al gran terremoto.
Si bien no se trata de pruebas concretas de que algo realmente vaya a ocurrir, son señales que tanto sismólogos como geólogos y geógrafos toman en cuenta, para así analizar un eventual evento telúrico en un país como Chile, considerado una nación netamente sísmica.
Pablo Salucci, geógrafo de la Universidad Católica y académico de la Universidad San Sebastián, señala que esencialmente debido al tiempo que ha pasado, “se proyecta un evento de gran magnitud, que se ha evaluado que superaría una magnitud de 8,8. Y sobre este escenario, el sismo estaría acompañado de un tsunami”.
Si bien en 2014 ocurrió un gran terremoto en la zona, “no fue lo que se esperaba, ya que solo rompió 1/3 de lo proyectado”.
Las características de este posible gran terremoto generan preocupación, ya que se podría acercar bastante al gran sismo de Valdivia en 1960, que llegó a 9,5 MW, considerado el más potente de la historia desde que existe registro.
También generaría un tsunami, arrasando con el área costera del lugar, afectando a casi un millón de personas en Arica, Iquique, Tocopilla, Mejillones, Antofagasta y Taltal, entre otros.
Nuevo sismo revive los “fantasmas” del gran terremoto del norte
Una situación similar se vivió en abril de 2022. En menos de una semana, sismológicamente hablando, el norte de Chile vivió dos momentos complejos.
El 4 y 5 de mayo de ese año, Los Vilos fue testigo de una seguidilla de más de 40 temblores, muchos de ellos superiores a 5.0 Mw, mientras que cinco días después, un terremoto de magnitud 6,8 sacudió a Socaire, localidad ubicada en la Región de Antofagasta, 3.500 metros sobre el nivel del mar.
Según reportó el Centro Sismológico Nacional de Chile en ese entonces, el sismo se produjo a una profundidad de 255 kilómetros a las 19.06 de la tarde, 60 kilómetros al este de la localidad, con latitud -23.371 y longitud -67.349.
Además de Socaire, el sismo impactó en Sierra Gorda, Quillagua, Calama, Mejillones y Tocopilla, entre otros, señaló la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (Onemi).
Para tranquilidad de todos, el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (Shoa) descartó un maremoto posterior al terremoto, asegurando que “las características del sismo no reúnen las condiciones necesarias para generar un tsunami en las costas de Chile”.
Lo ocurrido en Los Vilos también “revivió los fantasmas” de historiadores, sismólogos y geólogos, en relación a otro antiguo y misterioso megaterremoto de 9,3 grados ocurrido en 1730, hace casi 300 años, en Valparaíso y Viña del Mar, el segundo más grande y poderoso que se haya registrado, solo superado por el de Valdivia en 1960 (9,5 Mw).
Nuevo sismo revive los “fantasmas” del terremoto que se espera en el Norte Grande
Se trata de una zona con un amplio historial sísmico. Previo al sismo de 1922, ocurrió uno en 1868 en Arica, que alcanzó 9,0 Mw, uno en Taltal en 1966 de 8,1 Mw o los más recientes registrados en Tarapacá en 2005 (7,9 Mw) o en Iquique en 2014, cuando se produjeron cuatro réplicas, todas sobre 7,0 Mw.
La zona norte, particularmente la zona costera, “está identificada como zona de brecha sísmica, ya que es un lugar que no ha tenido un gran terremoto (superior a 8,0 Mw), salvo el mencionado terremoto de Iquique de 2014, el cual solo rompió un segmento del área que se espere que se rompa ya hace años”, establece Salucci.
Salucci considera que la posibilidad de un terremoto de importancia aún es latente. “Los terremotos intraplaca son menos frecuentes en nuestro país con respecto a los interplaca, y por lo mismo, tenemos menos registros e investigación de estos eventos, pero pueden ser muy peligrosos. Basta recordar el terremoto de Chillán de 1939, que fue un sismo intraplaca que hasta hoy es el que mayor número de víctimas fatales ha generado”.