En una nueva muestra de su ilimitado poder científico y tecnológico, China acaba de cumplir una nueva proeza espacial: el gigante asiático acaba de lanzar su primera misión a Marte. Tianwen 1 incluye un orbitador y un módulo de aterrizaje equipado con un vehículo de exploración de superficie.
La misión fue lanzada este jueves a las 12.41 (hora chilena) con el cohete Larga Marcha 5 Y4, el vehículo de lanzamiento más grande producido por China, capaz de transportar a la nave espacial con un peso de casi 5 toneladas. El lanzamiento se produjo desde la base de lanzamiento Wenchang en la costa de la provincia de Hainan, en el sur del país.
Tras un exitoso lanzamiento, la nave tomará casi siete meses en llegar hasta el planeta rojo, según la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA). Su destino se encuentra en la región marciana de Utopia Planitia.
El nombre de la misión quiere decir Preguntas al cielo y proviene de un poema escrito por Qu Yuan (aproximadamente 340-278 aC), uno de los más grandes poetas de la antigua China. El nombre significa la perseverancia de la nación china en la búsqueda de la verdad y la ciencia y la exploración de la naturaleza y el Universo, dijo la CNSA.
Tianwen 1 realizará investigaciones científicas sobre el suelo marciano, la estructura geológica, el medio ambiente, la atmósfera y el agua. El rover, de 200 kilos, tiene seis ruedas y cuatro paneles solares, y lleva media docena de instrumentos científico, incluido radar de penetración, detector de campo magnético, de compuestos de superficie, dos cámaras y una estación meteorológica. Se ha previsto que funcione durante tres meses.
César Fuentes, astrónomo de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la U. de Chile e investigador del Centro de Excelencia en Astrofísica y Tecnologías Afines (Cata), dice que esta misión es importante porque si es que exitosa, representa cómo China y su agencia espacial, conseguirá algo que solo ha logrado Estados Unidos y las agencias europeas.
Dice que una de las partes más críticas de las misiones a Marte, dada la gravedad en la superficie (menor a la de la Tierra y bastante superior a la que existe en la Luna), es saber si son capaces de desacelerar la caída libre para poder posarse en la superficie del planeta, y que el vehículo no tripulado pueda salir de todo el material que le va a proteger en la caída para poder realizar su misión de manera exitosa.
“Ese es una de los problemas tecnológicos que China, al lanzar esta misión, está confiada que puede desarrollar de manera exitosa. Eso lo hacen de manera independiente, basándose en las experiencias de otras muchas expediciones fallidas por parte de Estados Unidos y Europa”.
Thomas Puzia, astrónomo del Instituto de Astrofísica de la Universidad Católica, coincide en lo compleja y ambiciosa de la misión, porque tiene una sonda que orbita y también un rover que va a durar algunos meses o más, dependiendo de la tecnología. “Este rover tiene un radar que va a penetrar en la superficie de Marte. Eso permite un análisis de suelo detallado y llega a una parte distinta de los rover anteriores. Eso sería lo meritorio, va a penetrar un suelo muy profundo, y con esa información podemos ver las distintas capas y ver si había agua anteriormente.
Dice que de esa forma, el gran objetivo de la misión es saber si hubo vida en Marte, buscando evidencia de microorganismos y condiciones de vida muy básica. “Si es que encuentran esqueletos, sería espectacular, pero seguramente no va a pasar”, dice.
“Sin duda es una misión sumamente compleja, ya que considera múltiples desafíos. Por ejemplo, lograr llegar exitosamente a orbitar Marte, descender el rover en una atmósfera con una densidad de alrededor de un 1% de la atmósfera terrestre, donde un sistema de paracaídas no logra efectuar un frenado suficiente para que el rover se pose debidamente en la superficie marciana. Para esto debe ocupar un complejo sistema de propulsores y un sistema de amortiguación de caída”, establece Klaus Von Storch, ingeniero aeroespacial y candidato a astronauta chileno.
“Luego debe soportar el inhóspito ambiente marciano. Temperaturas, radiación, entre otros. Deben hacer funcionar sus equipamientos correctamente y enviar datos a la Tierra en la forma debida. Todo lo anterior sin duda es un gran desafío y desarrollar esta tecnología por si solo tiene un gran mérito”, añade Von Storch.
Las otras misiones espaciales a Marte
Existen otras dos misiones a Marte. La primera ya fue enviada por los Emiratos Árabes Unidos (EAU) el pasado domingo. La sonda Mars Hope volará durante siete meses, una velocidad promedio de 121.000 km/h.
Con un costo total de US$ 200 millones, según la ministra de Ciencias Avanzadas, Sarah Amiri, la misión tendrá como objetivo orbitar el planeta rojo, enviar datos sobre su atmósfera y proporcionar una imagen completa de la atmósfera marciana por primera vez, estudiando los cambios diarios y estacionales.
“La tecnología espacial que usa China tiene bastante similitud con la que utiliza la Nasa. Sin duda la Nasa tienen decenas de años de experiencia más que China, pero China trata de no partir de cero e incorpora conocimientos de principalmente Rusia, pero en ese camino del desarrollo espacial hay pasos que son difícil de ser saltados. Aún no es comparable la capacidad espacial China con la de la Nasa ni de Rusia, pero están realizando grandes esfuerzos para disminuir esa brecha”, analiza Von Storch.
Los EAU habían anunciado esta histórica misión en 2014, para lo cual lanzaron un Programa Espacial Nacional en 2017 para desarrollar la experiencia local.
La Nasa lo hará a fin de mes, enviando al rover Perseverance, que se encargará de explorar un antiguo lago en busca de señales de vida pasada. La misión norteamericana tendrá una duración planeada de un año marciano (1,88 años terrestres; 686 días).
El candidato a astronauta chileno, cree que “de alguna forma, los pasos que están dando, están impulsando una nueva competencia, lo que incentiva a su competencia a lograr generar ciertos hitos relevantes, tales como volver a visitar en 2024 la Luna y planificar un viaje tripulado a Marte para el año 2030 por parte de la Nasa”.
Con un valor de US$ 2.100 millones, la misión intentará identificar agua subterránea, mejorar las técnicas de amartizaje y caracterizar el clima, el polvo y otras condiciones ambientales potenciales que podrían afectar a los futuros astronautas que vivan y trabajen en Marte.