En una mediática reaparición durante un encuentro en Milán, Italia, la activista Greta Thunberg acusó una vez más a los líderes mundiales de haber “ahogado” las esperanzas de los jóvenes con sus “huecas promesas”.
Denunció que llevan “30 años de bla bla”. “No hay un planeta B, no hay planeta bla bla, bla bla bla, bla bla bla, economía verde bla bla, neutralidad de carbono para 2050 bla bla”, ironizó Thunberg en la reunión, iniciativa de la ONU, un mes antes de la crucial conferencia climática COP26.
Sus reflexiones sintetizan el pesimismo de las nuevas generaciones respecto al futuro, una sensación refrendada en un estudio realizado por Criteria, que analizó y profundizó las repercusiones sociales que ha generado el cambio climático en Chile. Bajo la interrogante, ¿Cuán de acuerdo o en desacuerdo estás con las siguientes afirmaciones, en relación con el cuidado del medioambiente?, desmenuzó la manera en la que los chilenos evalúan y piensan sobre el fenómeno climático.
El estudio, que consideró a 721 personas, concluyó que uno de cada tres chilenos piensa que ya no hay nada que hacer contra el cambio climático. El 37% dice que el fenómeno ya llegó y solo queda adaptarse, mientras que el 31% declara sentirse impotente. Sin embargo, el 68% dice que la forma de enfrentarlo es con la ciencia.
“Existen dos sentimientos bien marcados respecto del cambio climático: el optimismo y la resignación”, dice Martín Schuster, director de cuentas Asuntos Públicos de Criteria.
Explica que entre los optimistas hay algunos que son más culposos y otro que son más activos, mientras que entre los resignados hay algunos que no se hacen parte del problema y otros que hacen una autocrítica. “También aparece en menor medida el negacionismo”, señala
Además, el estudio estableció que los chilenos sienten temor frente al fenómeno. Un 73% de los encuestados dice que tiene miedo por los efectos que tendrá el cambio climático en sus vidas. A esto se suma, que un 87% considera que la humanidad ha fallado en responder al cambio climático y “pagaremos las consecuencias”.
En líneas generales, las cifras y planteamientos de los chilenos frente a este escenario, es evidentemente negativo. Por ejemplo, las nuevas generaciones han declarado, y están pensando seriamente en no tener hijos, por temor al planeta que les tocará para vivir.
Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago y líder del grupo científico @Antarcticacl, dice que todo indica que el clima solo seguirá empeorando en el futuro. “Ni la situación actual, ni las perspectivas futuras son alentadoras. En la zona central el cambio climático se asocia a bajas en las precipitaciones. La baja en los promedios de lluvias anuales hace además, que cada año que pasa, las probabilidades de tener años lluviosos como en el pasado sean más pequeñas. El regreso de las lluvias, que eran normales en la década de los 80 o los 90, es algo muy difícil que personas de mediana edad vuelvan a vivir”, señala.
Transformaciones irreversibles
En el corto y mediano plazo, todos los efectos del cambio climático que hemos observado en las últimas décadas son irreversibles, explica Cordero. ¿Y en el largo plazo? ¿Hay soluciones? “Nada relativo al cambio climático es de corto plazo. La transición energética para nuestro país tomará aún un par de décadas y construir resiliencia (para adaptarnos a los efectos de cambio climático que ya no podemos evitar) es un esfuerzo continuo permanente”, argumenta.
Cordero añade que muchas de las medidas de adaptación para sobrellevar el estrés hídrico exacerbado por el cambio climático sí podrían, “en caso de haber voluntad política, concretarse en el mediano plazo. Por ejemplo, se requieren reformas en nuestra institucionalidad relativa al agua (la reforma en trámite al código del agua es insuficiente), y se requiere mayor y mejor infraestructura (quizás apelando a plantas desaladoras en la zona central), que nos permita garantizar el abastecimiento de agua frente a una sucesión de inviernos hiperáridos”.
Existe un grupo que percibe que esto irreversible. “Incluso algunos desconfían de la posibilidad de cambiar en su propio actuar. Esa desconfianza genera temor, porque al haber poco que hacer para resolver el problema, y que el de al lado o el modelo tampoco sean la solución hace que la situación sea bastante cuesta arriba. El temor se exacerba cuando las consecuencias están a la vuelta de la esquina y no hay cómo detenerlo, porque el problema ya está instalado”, explica Schuster.
Pero Cordero considera que el pesimismo no ayuda. “Debemos pasar a la acción climática, lo que básicamente significa abandonar el uso de combustibles fósiles y acelerar nuestra transición energética a las energías renovables. Chile es un país extraordinariamente rico en energías renovables y por lo tanto puede convertirse en el primer país en desarrollo en alcanzar la carbono neutralidad”.
Señala que alcanzar esa meta tiene múltiples beneficios económicos y ambientales, por ejemplo, quetan pronto como el mundo abandone el uso de los combustibles fósiles, “dejaremos de perder precipitaciones”.
Reconoce que aunque es comprensible que riesgos asociados al cambio climático produzcan en nuestros jóvenes mucho más ansiedad, tristeza y miedo, más que optimismo, dice que no son la respuesta. “Requerimos más acción climática y menos miedo”.
La investigación de Critera añade que un 80% declara estar dispuesto a realizar cambios radicales en su manera de vivir para combatir el cambio climático, y un 75% ve en él una oportunidad para desarrollar un nuevo modelo de sociedad.
Schuster reconoce que el escenario es complejo, pero con una ventana de optimismo donde el actuar es clave. Vivimos en un contexto donde la confianza en las instituciones y en lo que la política pueda hacer por generar cambios reales está aún en niveles muy bajos. “Por eso la cohesión social es clave. El optimismo se concentra en que aún no está todo perdido, y que las acciones conjuntas, sumado a la voluntad del sector político y económico pueden volcar esta situación. Pero para eso hay que dar una clara señal de cambio de modelo, un modelo que pueda convivir entre el crecimiento económico y el cuidado del medioambiente”.
Cordero agrega que se puede motivar a la acción climática apelando no a los temores de los jóvenes, sino a su inherente “anhelo de justicia”, “la acción climática para mitigar el cambio climático es un acto de justicia, pues el cambio climático degrada el planeta que heredaremos a nuestros hijos (causando inequidad inter-generacional) y aumenta la frecuencia e intensidad de eventos extremos (sequías, tormentas, olas de calor, incendios forestales) que afectan más a los más pobres (exacerbando la mencionada inequidad intra-generacional)”.