¿Pensando en ser científica? Curiosidad, perseverancia, objetivos claros y excelente manejo del ingles, son clave dicen las investigadoras en Chile
El 11 de febrero es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Una fecha que coincidió los resultados de la Prueba de Transición. Sólo 1 de cada 4 matrículas en ciencia son de mujeres. Cinco científicas dan claves para cambiar esa cifra.
El 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Una fecha instaurada por Naciones Unidas en 2015 para inspirar e involucrar a más mujeres y niñas en la ciencia.
Ellas siguen excluidas de participar en igualdad de condiciones en ese importante ámbito: solo el 30% de quienes investigan en el mundo son mujeres. Así lo indica la agencia de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco.
Una conmemoración que este año en Chile coincidió con los resultados de la Prueba de Transición. Un momento decisivo. Elegir o no la carrera científica se plantean miles de jóvenes.
Según el Reporte de Participación Femenina en Ciencia de 2018, desarrollado por Conicyt, si se consideran las carreras profesionales y técnicas en universidades y centros de formación técnica, la matrícula femenina aumentó progresivamente desde 2014 alcanzando un 53,1% de participación femenina en 2018.
Entran más mujeres a la universidad. Pero pocas eligen áreas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM): Sólo 1 de cada 4 matrículas son de mujeres, según cifras del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género.
Algo similar se ve en las titulaciones de pregrado desde 2000 en adelante las titulaciones femeninas se concentran en educación, salud y servicios sociales, con un 83,8% y 79,7% de participación de mujeres respectivamente. En tanto, en ciencias y en ingeniería, industria y construcción, los porcentajes son muy bajos, con el 20% y el 17%, respectivamente.
Y la brecha aumenta a medida que se avanza en preparación y jerarquía. En Chile solo cinco universidades poseen mujeres en el cargo de rectora, (8% del total). En universidades del Consejo de Rectores solo 38% de las jornadas completas equivalentes en cargos académicos son trabajadas por mujeres.
Y en cargos académicos en las universidades del CRUCH el porcentaje de mujeres respecto al total de personas por cada cargo disminuye a medida que se avanza en el nivel jerárquico y apenas el 22% de las profesoras titulares son mujeres.
Se requiere que tengan las mismas oportunidades. Porque tal como indican estudios de ONU el brote de la pandemia de Covid-19 no sólo dejó claro el papel fundamental de las investigadoras, al mismo tiempo la pandemia impactó negativamente a las científicas. Algo que particularmente afecto a las que estaban en las primeras etapas de su carrera, lo que amplía la brecha de género existente en la ciencia.
Tener modelos y conocer experiencias de mujeres que escogieron la ciencia como profesión y vida, influye en las preferencias de las niñas. Es posible cambiar esas cifras. Y cinco científicas en Chile lo demuestran.
Soñar y perseverar
Una infinita curiosidad fue la característica que Sandra Cortés, epidemióloga y académica del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Chile, reconoce guió su interés científico desde muy niña. Conocer cómo funcionaba la naturaleza. Cómo se producían las aglomeraciones de los insectos. Cómo crecían o se desarrollaban las plantas. Eran tantas preguntas. Inquietudes que luego traían más.
“Mi curiosidad fue desde muy pequeña, en especial intentando entender cómo funcionaba el mundo de los insectos, y cómo esto de alguna manera se organizaba”, dice Cortés. Tomó una afición especial por todos los procesos naturales, la biología, la física y la química.
Afortunadamente todos esos intereses fueron bien acogidos. Vivía en Argentina. Estudió en el Liceo Agrícola José Domingo Sarmiento en el que se potenciaba el contacto con la naturaleza. Fue un proceso natural el que se dedicara a las ciencias biológicas primero, estudiara ciencias agronómicas y luego veterinaria. “Entendí desde un principio que éramos parte de un ecosistema y luego sin mucha complejidad que la epidemiología era la ciencia aplicada que me permitía esa mirada”.
“Mi principal recomendación es soñar”, dice la científica. Porque siempre las voces van dirigidas a que no se puede o que es difícil ser científica. Ella, cuenta, recibió esos comentarios, “pero siempre mantuve en mi cabeza la necesidad de responder las preguntas que tenía”.
Hay que insistir. Buscar quién responda esas preguntas. Quienes tengan la voluntad de ayudar a formar a niñas en esas preguntas. Por eso Cortés es una gran partidaría del mentoring, de cómo ser ejemplo para otras y otros: “Porque cada una tuvo ejemplos de mujeres que se han planteado preguntas, que han tenido inquietudes, que han perseverado y han terminado siendo importantes científicas que responden preguntas no solo para su curiosidad, sino que también para mejorar la vida de otras personas”.
Metas y objetivos claros
Marcela Gatica, Doctora en Inmunología y divulgadora científica, reconoce que las mujeres están subrepresentadas en el mundo científico. Ella desde muy chica fue curiosa. Preguntona dice. Una característica que en la universidad implicó varios apodos. “Me decían Mafalda porque empezaba siempre con los por qué, por qué, por qué”, comenta.
Su madre, dedicada al área de la ciencias sociales, y su papá a la civil mecánica, fueron una mezcla diferente, pero inspiradora que favoreció a que siempre su curiosidad innata fuera estimulada: “Tuve la oportunidad de desarmar motores, de jugar con insectos”.
Todo ese desarrollo se vio favorecido, dice Gatica, en que estuvo en un colegio que era solo de mujeres, “no tuve discriminación horizontal con compañeros de curso, ese fue un factor importante, éramos puras mujeres”.
Tuvo además un importante modelo a seguir, su abuela materna. Mirta Flores Soto, física y académica por muchos años en la Universidad del Bío-Bío y en la Universidad de Concepción. “Fue la primera mujer en el sur de chile que tuvo un magister en el área de física”, comenta sobre uno de los principales referentes.
“Fue una mezcla entre el ambiente en que me crie y que nunca nadie me dijo que no podía ser científica”, admite la científica.
Por eso, para las niñas que sueñan con ser científicas y las que hoy están pensando en postular carreras del área, aconseja ponerse una meta y objetivos claros. “No pensar en esa meta como algo lejano. Ver qué tengo que hacer yo para llegar a eso”, indica. Por ejemplo, en la etapa escolar asistir a talleres científicos y charlas. “Tratar de meterse en eso y ver cómo es la ciencia en la vida real, más allá de los libros, cómo se aplica la ciencia y tener siempre la posibilidad de relacionarse con científicas y científicos”.
Leer sobre la vida de científicos y científicas. “En lo personal para mí fue muy importante estar en la academia científica del colegio y tuve la oportunidad de conocer científicos ya cuando estaba por salir y eso fue determinante”, destaca Gatica.
Con qué se juega no es un juego
Karin Saavedra, Doctora en Ingeniería Mecánica, fue la primera ingeniera Civil Aeroespacial de Chile. Actualmente es académica del Departamento de Tecnologías de la Universidad de Talca, resalta la relevancia que tienen en la infancia los juegos.
El juego prepara a niños y niñas para la vida. Saavedra bien lo sabe. Su interés por la ciencia partió ahí: “Creo que se inició en mi infancia, pude elegir si jugaba con barbies, buscaba tesoros o desarmaba artefactos”.
Su gran pasión eran los números. “Me gustaban mucho las matemáticas y, aunque no contaba con referentes en ingeniería en mi entorno cercano, mis padres siempre apoyaron mis inquietudes”, reconoce la científica.
¿Referentes? Saavedra responde que dos profesores han sido importantes referentes “siempre confiaron en mis capacidades”. Fueron Luis Quiroz y Olivier Allix.
“Intentando hacer memoria ahora, creo que solo tuve una profesora en toda mi formación de pre y postgrado”, comenta. Han pasado casi 20 años desde que entró a estudiar a la universidad y hoy, como académica muchas veces es la única mujer en la sala de clases o en reuniones: “Estoy convencida que no son las mujeres las que deben adaptarse, son las estructuras socioculturales y los espacios profesionales los que deben cambiar. No es fácil, pero reconozco y agradezco a mis mentores académicos (todos hombres) y a las muchas mujeres sabias que me han brindado apoyo desinteresado, especialmente a la Red de Investigadoras de Chile”.
La relevancia del inglés
Muriel Ramírez, especialista en salud pública y epidemiología, profesora asociada y directora de magister en salud pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Norte, siempre quiso ser médica. “Mi papá era médico ginecólogo y mi mamá era odontóloga, siempre me críe en los hospitales y alrededor de la salud con una visión muy social que tenían ellos dos del área de la salud y la medicina”.
Estudio medicina y decidió dedicarse a la salud pública. Una especialidad que no ve pacientes dice la científica, “nuestros pacientes son la población, es la mirada de la salud de una mirada colectiva”.
Cuando desarrolló la especialidad y el magister en salud pública realizó su tesis en evaluación del programa de cáncer cérvico uterino en regiones. Eso la llevó después hacer una tesis sobre la implementación de las campañas de prueba de Papanicolaou (PAP) en regiones, que hasta ese momento (1995) solamente existía en RM.
Gracias a ese trabajo Ramírez demostró que esas campañas de PAP reducía la mortalidad por cáncer cérvico uterino en mujeres. “Por eso, la salud basada en evidencias, las decisiones basadsa en evidencia es lo que debe hacerse. Y para buscar evidencia se debe hacer investigación y de ahí viene mi motivación por hacer ciencia, en demostrar y evaluar programas y en tomas decisiones basadas en evidencia”.
Hoy a las niñas que quisieran seguir en el mundo científico les diría, dice, que tienen que creer en sí mismas. Ser fuertes. Tener templanza y la convicción de que son capaces de hacerlo.
Ser científica no es difícil, señala. Solo requiere esfuerzo, dedicación, constancia y estudio. Además de una cosa muy importante, añade la científica, la autocrítica, la autovaloración, el manejo del tiempo y aprender inglés: “Es muy importante el idioma inglés para poder estudiar y luego leer en inglés, instruirse y orientar todas sus investigaciones en ese idioma y poder después escribir y publicar en inglés”.
Imaginar mundos nuevos
Mirliana Ramírez-Pereira, es profesora asociada del Departamento Enfermeria Universidad de Chile toda la vida quiso ser científica. Cuando niña le preguntaban ¿qué quieres ser cuando grande? Y ella respondía: “científica y explorar el mundo”.
Creció leyendo a Julio Verne y Emilio Salgari. Soñando con descubrir e inventar y más que nada ayudar a las personas, comenta la científica. “Siempre he creído que el fin último de la ciencia no es ser famosa o ganar dinero, sino que el servicio a la sociedad y con esto, mejorar la vida de las personas”.
Su gran inspiración es Florence Nigthingale. “Por eso estudié Enfermería”, dice la científica. Una mujer poderosa y valiente fue Nigthingale. Una mujer que desafió los cánones de género y clase. “Y que con su labor como enfermera salvo muchas vidas por medio del cuidado y de la investigación. En la guerra de Crimea, implantó medidas que permitieron bajar la mortalidad de los soldados en un 50%, sistematizo el conocimiento enfermero, sentando las bases de la enfermería profesional. ¡Y sí!, las enfermeras investigamos desde la realidad, de la experiencia vivida y junto a la cama del paciente”.
Ramírez-Pereira investiga el cuidado, como derecho social de cuidar, ser cuidado y autocuidarse. Rescatando, dice, “el rol fundamental de las mujeres y específicamente de la enfermería en la mejora de la vida de las personas”.
¿Qué recomendarías a una niña que sueña con ser una científica? Ramírez-Pereira responde que es importante que las futuras científicas sepan que la ciencia no son solo las ciencias duras, como las ingenierías o las matemáticas: “También están las ciencias sociales y las ciencias del cuidado. Y lo más importante, que nunca deje de soñar y de tener esperanza en todo puede mejorar. Que imagine mundos nuevos, que sienta que tiene el derecho de descubrir e inventar, que no se rinda y que pida ayuda si siente que la necesita, nunca estamos solas”.
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