Datos recientes de la misión Swarm de la Agencia Espacial Europea (ESA) revelaron un tipo completamente nuevo y secreto de onda magnética que barre la parte más externa del núcleo externo de la Tierra cada siete años.
El campo magnético de la Tierra es como una enorme burbuja que nos protege de la avalancha de radiación cósmica y partículas cargadas transportadas por poderosos vientos que escapan de la atracción gravitatoria del Sol y fluyen a través del Sistema Solar. Sin éste, la vida tal como la conocemos no existiría.
El hallazgo fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, donde describe que esta misteriosa onda se propaga hacia el oeste a una velocidad de hasta 1.500 kilómetros al año.
Nicolas Gillet, de la Universidad Université Grenoble Alpes y autor principal del artículo, señala que los geofísicos “han teorizado durante mucho tiempo sobre la existencia de tales ondas, pero se pensaba que tenían lugar en escalas de tiempo mucho más largas de lo que ha demostrado nuestra investigación”.
Las mediciones del campo magnético de los instrumentos basados en la superficie de la Tierra “sugirieron que había algún tipo de acción de las olas, pero necesitábamos la cobertura global que ofrecen las mediciones desde el espacio para revelar lo que realmente está sucediendo”, añade Gillet.
Comprender exactamente cómo y dónde se genera el campo magnético, por qué fluctúa constantemente, cómo interactúa con el viento solar y, de hecho, por qué se está debilitando actualmente, no solo es de interés académico sino también de beneficio para la sociedad, revela la investigación. Por ejemplo, las tormentas solares pueden dañar las redes de comunicación, los sistemas de navegación y los satélites, por lo que, aunque no podemos hacer nada con respecto a los cambios en el campo magnético, comprender esta fuerza invisible ayuda a estar preparados.
La mayor parte del campo es generado por un océano de hierro líquido sobrecalentado y arremolinado que forma el núcleo exterior de la Tierra a 3.000 km bajo nuestros pies. Actuando como el conductor giratorio en una dínamo de bicicleta, genera corrientes eléctricas y el campo electromagnético en constante cambio.
La misión Swarm de la ESA, que consta de tres satélites idénticos, mide estas señales magnéticas que provienen del núcleo de la Tierra, así como otras señales que provienen de la corteza, los océanos, la ionosfera y la magnetosfera.
El responsable de la investigación establece que “es probable que las ondas magnéticas se desencadenen por perturbaciones en las profundidades del núcleo fluido de la Tierra, posiblemente relacionadas con plumas de flotabilidad. Cada onda se especifica por su período y escala de longitud típica, y el período depende de las características de las fuerzas en juego. Para las ondas magneto-Coriolis, el período es indicativo de la intensidad del campo magnético dentro del núcleo”.
Desde que se lanzó el trío de satélites Swarm en 2013, los científicos han estado analizando sus datos para obtener nuevos conocimientos sobre muchos de los procesos naturales de la Tierra, desde el clima espacial hasta la física y la dinámica del tormentoso corazón de la Tierra.
Medir el campo magnético desde el espacio es la única forma real de sondear las profundidades del núcleo de la Tierra, agrega el estudio. La sismología y la física mineral brindan información sobre las propiedades materiales del núcleo, pero no arrojan ninguna luz sobre el movimiento generador de dínamo del núcleo externo líquido.
“Combinamos mediciones satelitales de Swarm, y también de la anterior misión alemana Champ y la misión danesa Orsted, con un modelo de computadora del geodínamo para explicar qué arrojaron los datos terrestres, y esto condujo a nuestro descubrimiento”, explica Gillet.
Nuestra investigación sugiere que es probable que existan otras ondas de este tipo, “probablemente con períodos más largos, pero su descubrimiento depende de más investigación”, establece.
Debido a la rotación de la Tierra, estas ondas se alinean en columnas a lo largo del eje de rotación. Los cambios de movimiento y campo magnético asociados con estas ondas son más fuertes cerca de la región ecuatorial del núcleo.