¿Será posible imaginar una consulta con un dermatólogo por una lesión en la piel sin salir de casa? ¿O atenderse a través de una videollamada con un odontólogo? ¿O que un habitante de Cochrane prepare su operación en Coyhaique sin moverse del hogar? Todo esto (y más) ha sido posible gracias a la telemedicina, que desde la explosión de la pandemia del coronavirus ha ido en franco ascenso.

En Chile es una modalidad que ya se utilizaba, aunque poco conocida. El Covid-19 la ha acelerado irremediablemente. Las restricciones para moverse o el mero temor de acudir a centros hospitalarios por posibles contagios han hecho que sea una alternativa que cada vez más recintos, tanto privados como públicos, ofrecen. Y con resultados exitosos.

“Era desconocido, pero sabía de programas en Australia con adultos mayores. Estaba tranquilo de que se podía. Al principio es falta de costumbre, pero luego se agarra confianza y todo camina bien”, dice Rafael Rossi, kinesiólogo de la Clínica Universidad de los Andes.

“Es una experiencia positiva. Permite llegar a más pacientes para hacer prevención, elimina los costos de usar una consulta, de transporte y además se realiza en un ambiente cómodo para el paciente”, concuerda Maite Crespo, odontopediatra de Viña del Mar.

“He atendido por telemedicina desde que llegué a la Región de Aysén y acá es importante por la condición geográfica, por ejemplo para los pacientes de Cochrane”, grafica por su parte Pablo Vera, anestesiólogo del Hospital Regional de Coyhaique. Y aunque estaba acostumbrado a la modalidad hace un buen tiempo, el especialista dice que desde que estalló el Covid-19 “se ocupa mucho más”.

“Se pueden resolver hartas cosas que no requieren de atención presencial y que uno puede orientar qué hacer antes de saturar los servicios”, opina, por su parte, Andrea Hanel, pediatra.

Una consulta tipo

Maximiliano Curi, dermatólogo de la Red UC Christus, tiene abierta su agenda para telemedicina de lunes a viernes de 18 a 20 horas y atiende desde su departamento. Lo hace en este horario porque también alterna con turnos presenciales y calcula que ya ha hecho unas 60 atenciones de telemedicina. “Todo funciona muy bien”, dice el especialista.

El profesional cuenta que uno de los pros de esta modalidad es que muchos más pacientes pueden acceder a la atención. Señala que ha visto gente de otras regiones e incluso algunos que no residen en Chile. “Se abre una ventana de posibilidades para un montón de gente donde no hay tanto especialista”, asevera.

Sebastián Valderrama, director del centro médico virtual UC Christus, ahonda en ese punto: “Llevamos más de un año con la iniciativa de llevar medicina de calidad a zonas alejadas, usando la telemedicina. El Covid-19 lo que ha hecho es apurar este proceso”. Añade que lo más positivo ha sido llegar a personas con problemas de movilidad o de riesgo de contagio.

El también internista dice que lo esencial de las consultas remotas es volver a lo más humano de la relación médico-paciente, que es la entrevista clínica. “Darse el tiempo de conversar bien de las dolencias y síntomas. Hay que ser muy minuciosos”.

Rossi, el kinesiólogo, cuenta que cuando un paciente pide una hora con él primero lo entrevista en la plataforma de videollamadas Teams, pero que para la rehabilitación ya pasan a una moderna aplicación llamada Rehab Guru, la que cuenta con más de 5.000 videos tutoriales y donde el paciente puede ser monitoreado o resolver dudas. “No es necesario que yo esté con él”, explica.

Rossi en medio de una sesión con Rehab Guru.

Explica además que la teleatención se hace desde el mismo centro clínico para monitorizar la propia consulta, además de asegurarle a él buena conectividad. En la primera sesión repasa los ejercicios junto a sus pacientes a los que controla cada dos semanas y si quedan con dudas y Rehab Guru no se las resuelve, deja su celular, “aunque la idea es que usen lo menos posible esa vía”, expone.

La odontopediatra Crespo explica que el diagnóstico en una consulta remota con niños no es 100% certero, pero que sí se acerca mucho al definitivo. “Pero eso pasa a un segundo plano si sabemos que la mayoría de las consultas son caries, y la caries es una enfermedad que se cura en casa”, dice, aunque advierte que si ya hay lesiones de ese tipo se debe recibir tratamiento clínico.

Ella, tal como Curi, cuenta que ha podido ver pacientes de latitudes distintas a Viña del Mar, donde reside, todo por efecto del coronavirus. “Antes de la pandemia nunca hice telemedicina y ahora veo pacientes en Seattle, Estados Unidos, y Santiago”.

En Coyhaique la telemedicina está instalada hace un tiempo. Varios recintos de salud están preparados con un informático. La dinámica dice que cuando los pacientes de zonas más alejadas hacen teleconsulta con algún especialista del hospital, son acompañados por los médicos generales de zona. “Ahí me toca entrevistarlos, examinarlos y evaluarlos antes de su operación y el general de zona al otro lado va haciendo las cosas”, explica Vera. Dice que eso le ahorra tiempo y dinero a cada persona. “No es lo mismo que presencial, pero ante la necesidad se justifica”.

Ahora, con el Covid-19 aún sin invadir Aysén, las medidas apuntan a proteger a las personas, por lo que la telemedicina toma mayor preponderancia. Y aunque por su especialidad Vera ha tenido que seguir trabajando presencialmente, él también es uno de los dos anestesistas que se turnan para atender remotamente. “Las evaluaciones preoperatorias que antes hacíamos en el hospital ahora las hacemos por telemedicina”. Si antes iba una vez a la semana a realizar esa labor, desde el coronavirus acude dos o tres.

Andrea Hanel es pediatra. Esa mera razón le pone un peldaño más de dificultad a la telemedicina. “Lo hago por videollamada, porque se logra ver la cara del papá y la del niño”, cuenta. Señala que a los papás les advierte siempre que podría tener que ir a sus domicilios o derivarlos a urgencias. “No todo se puede evaluar de forma remota”, explica.

Los resultados

“Esto llegó para quedarse”. Así de claro y seguro se muestra Rossi. Para él ha sido muy positivo, “más de lo que se pudiera pensar”, detalla, antes de agregar que se ha ido dando cuenta que la atención presencial no siempre es necesaria. “Un esguince simple de tobillo o un desgarro, que no necesitan tanta intervención manual, perfectamente se pueden llevar remotamente”, asegura.

Valderrama también cree que la modalidad se masificó para no irse más y aporta un dato no menor: desde marzo la Red UC Christus lleva más de 20.000 consultas remotas. “Ha sido muy bien recibido por los pacientes. Están satisfechos en más del 95% de las atenciones”.

El doctor Valderrama en una teleconsulta junto a una paciente.

Justamente, María José Necochea fue usuaria de la telemedicina. Desde Puerto Varas, donde reside, se atendió con un dermatólogo de Santiago y aunque dice que el inicio de la conversación fue extraña, luego se acostumbró. “Fue por una picada de araña. Me metí a la página y había hora para 15 minutos después. Fue súper rápido y eficiente, mucho más que la vía normal”, cuenta.

Ella se detiene en un detalle no menor, que es la apertura de posibilidades que el Covid-19 le presentó: “Para uno que vive en región es una buena posibilidad de acceder a estos especialistas que en la zona son muy escasos, tienes que esperar meses o definitivamente tienes que ir a Santiago”. Esto, dice, encarece todo.

Para el dermatólogo Curi este sistema, en la suma, es positivo. Sabe que tiene algunos déficits, pero dado el contexto, son menores a su juicio. “La relación personal no es la óptima, pero entendemos que es una solución en tiempos de pandemia. En dermatología hemos podido resolver un porcentaje altísimo de consultas y cuando no, se envía al paciente a un centro de salud”, señala.

Pero, ¿cómo logra evaluar y diagnosticar males que afectan a la piel? “Todo está estandarizado. En la dermatología tenemos la suerte de que el examen físico lo podemos reemplazar a través de tres a cinco fotos, las que se piden con ciertas condiciones, enfocadas, iluminadas, de cerca, de lejos”, explica.

La pediatra Hanel dice que ha notado que esta modalidad está siendo muy utilizada porque los padres “no quieren arriesgarse a salir, quieren quedarse tranquilos y buscan orientación de cuándo consultar presencial”. Cuenta, eso sí, que en su caso se hace más difícil “porque cuesta un poco más dirigirse al niño”. Por lo mismo siempre pide que el menor esté presente y pueda verlo. Y que ahí hay que confiar en lo que se pueda hacer con una examinación física que, dirigida por ella, la hacen los padres. “Pero ahí falta el criterio clínico y eso se estudia muchos años”.

Vera, el anestesiólogo, se sincera: “Yo me he sorprendido”. Dice que ha sido así porque la tecnología en la Patagonia, la que para muchos chilenos era normal, allá llegó más tarde. “Habían muchas aprensiones en torno al uso de la telemedicina, pero la recepción no ha sido más que buena”.

Crespo confidencia que lo que más cuesta es que los padres confíen. Y es que aunque ella tiene como pacientes a niños, en realidad son los papás con los que se relaciona. “Una vez que se animan a probar la teleconsulta quedan muy contentos y tranquilos”, asegura.

“Para mí es más fácil. Los niños están en un ambiente donde se sienten seguros y cómodos. No tienen que escuchar ruidos raros ni sentir que alguien se mete en su boca. No sienten miedo”, agrega. Advierte, eso sí, que con la telemedicina pierde el contacto, el cariño y la química que se da de forma presencial. “Y eso es irremplazable”.

Barreras

“Es distinto atender sólo por telemedicina, sobre todo en Chile, donde la formación digital de los profesionales de salud es muy heterogénea”, dice Valderrama, quien cuenta que muchos grupos médicos y sociedades científicas se han organizado para suplir esas falencias.

Por su parte, Curi agrega que en general no ha tenido mayores inconvenientes y que incluso ha sido todo fluido con pacientes adultos mayores o niños, a quienes los acompañan personas más avezadas en tecnología. “Los familiares que los ayudan han sido súper pertinentes. Se genera un ambiente de privacidad”, asegura.

“A veces hay pacientes que por temas de barreras tecnológicas solo pueden hablar por la única plataforma que saben usar. Pero uno se adecúa, ellos piden ayuda y funciona”, añade Rossi.

Crespo, en tanto, se enfrenta con otra valla, la de la concentración. “Al ser niños, tener su atención durante la consulta es difícil, pero no imposible con mucha ayuda de los papás”, cuenta.

Ingresos

Y aunque ha sido una buena alternativa para resolver problemas de salud, los mismos profesionales cuentan que la cantidad de consultas que hacen ha disminuido considerablemente.

“Antes, de forma presencial, tenía unos 16 pacientes diarios y ahora, entre presenciales y de telerrehabilitación, fluctúo entre seis y siete”, dice el kinesiólogo Rossi.

Curi, el dermatólogo, concuerda. “El primer mes vi un poco más de 20 pacientes remotos y eso es lo que veo en un día normal sin pandemia”, reseña. Sus remuneraciones también han bajado drásticamente. “El grueso de mis ingresos están dados por el número de pacientes que veo y la actividad también la hemos bajado para no estimular que la gente salga”.

Esto es refrendado por Valderrama: “La atención en el mundo presencial ha bajado cerca de un 70%. De esa baja, telemedicina logra recuperar una parte, pero la suma total de presencial y telemedicina no alcanza a llegar a la mitad de lo que se hacía antes”.

Y aunque la telemedicina aún no equipara el volumen de atenciones presenciales, es un fenómeno al alza en Chile.