Este viernes, un fuerte sismo de magnitud 7 sacudió el oeste de Turquía, provocando el derrumbe de varios edificios, según el Instituto Geofísico de Estados Unidos (USGS) y medios locales.

El temblor, que se sintió en Estambul y Atenas, tuvo lugar en el mar Egeo, al sudoeste de Esmirna, tercera ciudad de Turquía, y cerca de la isla griega de Samos, sobre la placa de Anatolia o placa turca, que abarca la mayor parte de la península de Anatolia y, por lo tanto, de Turquía. Hasta este momento se cuentan 20 los inmuebles derrumbados en Bornova y Bayrakli, en la provincia de Esmirna, y muchas personas están atrapadas bajo los escombros.

Según el USGS, el terremoto, que posteriormente produjo un tsunami, se produjo a una decena de kilómetros de profundidad.

Turquía se ubica en una de las zonas sísmicas más activas del mundo. En 1999, un sismo de magnitud 7,4 sacudió el noroeste del país, causando más de 17 mil muertos, un millar de ellos en Estambul. En 2011, una sacudida de 7,1 en la provincia de Van mató a 600 personas. En enero pasado, un terremoto de 6,7 dejó unos cuarenta muertos en la provincia de Elazig.

Entonces, ¿por qué a pesar de ser una conocida zona sísmica, un terremoto magnitud 7 dejó tal cantidad de daños?

Pablo Salucci, geógrafo UC y académico de la Universidad San Sebastián, afirma que “primero hay que entender que Turquía está en la zona de la península de Anatolia, atravesada transversalmente por varias fallas. En este caso, el sismo ocurrió a muy poca profundidad -apenas 10 Km- que explica la magnitud del daño. Eso generó una perturbación en el mar, y generó un tsunami menor, pero tsunami al fin”.

Cristian Farías Vega, geofísico y director del Departamento de Obras Civiles y Geología de la Universidad Católica de Temuco, puntualiza que “el terremoto se produjo en una falla que pasa por debajo del mar. Era conocida por su historial sísmico, pero no tan activa como lo que tenemos en Chile. El lugar donde se generó fue más cerca a las ciudades costeras, y al ser poco profundo se siente muy fuerte, golpeando a los edificios de una forma muy potente”.

“Esto tiene que ver con problemas sociopolíticos muy complejos que han hecho que las labores de ingeniería en Turquia no fuesen lo mejor, derivando en lo que ocurrió hoy, con edificios en el suelo y personas atrapadas. Es un desastre no natural, de cómo están preparados para algo así”, explica Farías.

Para Pablo Salucci, “la zona afectada tiene mucha edificación antigua y no construida bajo normas sismo resistentes. Por otro lado, también hay edificios modernos que están colapsando, lo que habla que falta preparación por parte de las autoridades locales, considerando un largo historial de terremotos importantes”.

“Turquía no es el mejor ejemplo de un país preparado para los terremotos, pese a que sí tienen datos. Los problemas sociales y económicos han sido más potentes y por ello los terremotos pasan a segundo plano. Los resultados de esas políticas las estaos viendo ahora”, indica Cristian Farías Vega.

“Y aunque el tsunami no fue muy grande en altura, tiene mucho poder. Tanto que se lleva botes o yates, como si fuese una marejada muy fuerte. No es una ola, pero sí una entrada de mar que atrapa lo que puede. El mar va a quedar con complicaciones durante las próximas horas y cuando se vaya veremos una ciudad llena de escombros, por el terremoto y lo que arrastró el tsunami”, sostiene.

En Chile

“El hecho que el terremoto haya sido poco profundo implica que la onda sísmica tiene poco tiempo para disiparse, y por lo tanto llega con mucha energía a la superficie. Además, se trata de un sismo en una falla superficial y cabe recordar que Santiago tiene su propia falla de este tipo, que es la falla de Ramón”, sostiene Salucci.

La Falla de San Ramón -también conocida como Falla de Ramón-, se ubica en un sector densamente poblado, en el sector sur oriente de la capital. Se encuentra a 5 Km bajo la superficie y cruza las comunas de Puente Alto, La Florida, Peñalolén, La Reina, Las Condes y Vitacura, con 25 Km en total, aunque se cree que en sus extremos podría abarcar a Pirque y Lo Barnechea.

El geógrafo explica que “todos estos terremotos que ocurren en fallas muchas veces no están incorporados en las normas, como la chilena, que está preparada para sismos costeros, lejanos a espacios más habitados. Generalmente estos terremotos duran un minuto, versus tres por ejemplo del sismo en 2010, siendo menos frecuentes que los de subducción -que ocurren a diario-, y no debiesen alcanzar magnitudes superiores a 7,5, según lo que hemos visto".

"Aún así, constan de movimientos de poca duración, poca profundidad y tienen una gran aceleración del suelo. En este sentido, como si fuese el mando de una licuadora, la velocidad a la que se mueve el suelo en estos terremotos es mucho más rápida que en un sismo costero. Esa es la amenaza”, dice.

“Todo aprendizaje posterior vendrá con los análisis, pero lo más importante es estar preparados”, señala el experto. "Chile es un país muy activo sísmicamente y requiere una constante preparación. En el caso turco, esto se suma al escenario de pandemia, con gente en refugios, agrupados, porque cambian todo protocolo que se tenga previsto”.

“No hay que desconocer esta realidad, y aunque a veces genere molestia hablar de estos temas, hay que asumirlo”, sentencia Salucci.