Esta semana, el cofundador de la empresa Neuralink, Max Hodak, empresa fundada en conjunto con Elon Musk, enfocada en una futurista tecnología de interfaz cerebro-computadora, sacudió la red social Twitter afirmando que los humanos tienen las posibilidades para recrear lo visto en la película Jurassic Park (1993), en donde a través del ADN eran capaces de traer a los dinosaurios de vuelta a la vida.
“Probablemente podríamos construir Jurassic Park si quisiéramos. No serían dinosaurios genéticamente auténticos, pero (emoji de encogerse de hombros). Quizás falten 15 años de crianza + ingeniería para obtener especies novedosas súper exóticas”, tuiteó Hodak.
“La biodiversidad (antifragilidad) es definitivamente valiosa; la conservación es importante y tiene sentido. Pero, ¿por qué nos detenemos ahí? ¿Por qué no tratamos de generar una diversidad novedosa de manera más intencionada?”, añadió en un posteo posterior.
Aunque no queda del todo claro a quién se refiere Hodak con “nosotros”, ciertamente su empresa sí cuenta con tecnología avanzada, aunque en el campo de la neurociencia por medio de implantes cerebrales en monos y cerdos. Pero incluso considerando a científicos expertos en genética, la misión ha sido altamente cuestionada a través de los años, por varios motivos.
En los últimos años la ciencia ha podido clonar ovejas, lobos, perros, gatos, monos, y lo más cercano a un animal extinto es un hurón de patas negras que se encuentra en la lista de peligro en EE.UU.. Pero traer de regreso a seres vivientes de hace al menos, 65 millones de años, es algo completamente distinto.
Franko Restović, doctor en Biología Molecular y Celular en Fraunhofer Chile Research, comenta que todo esto, a pesar de los avances que puedan existir, aún le parece ciencia ficción. “Hay que precisar que la tecnología está, pero a distintos niveles. Lo primero es que para ‘hacer’ un dinosaurio necesitamos su información genética o ADN. Se sabe que las aves evolucionaron desde una de las ramas similares de los dinosaurios, vale decir tienen un ancestro en común. Hay bastante evidencia de ello. Sin embargo, entre tomar el ADN de una gallina y modificarlo para hacer uno de dinosaurio, es algo muy diferente. Esa tecnología en específico, no está”.
“De hecho, hay un consenso en que las aves y los dinosaurios tienen un vínculo, pero se habla de ancestros comunes. Algo muy lejano. Es lo mismo entre los chimpancés y humanos; no es que nosotros vengamos del mono, sino que existe un ancestro común entre ellos y nosotros”, dice.
“Por otro lado, técnicamente hablando y en sentido molecular, uno puede hacer genomas desde cero. Ya hace unos años se hizo el genoma de una levadura, tomando los pedazos de ADN y a través de un complejo procedimiento, ‘inventaron’ un ser vivo. Eso quizá más adelante se podría hacer por ejemplo, con una mascota: tomar un genoma, ponerlo en una célula embriónica, y eventualmente podríamos tener un perro. El punto aquí, es que para hacerlo, tenemos el genoma de estos animales. En cambio, con los dinosaurios, extintos hace 65 millones de años, es imposible. De hecho, hasta el momento el ADN secuenciado más reciente es el molar de un mamut de hace 1 millón de años”, sostiene Restović.
El regreso del mamut
Uno de los animales con los que más se ha especulado en los últimos años es el mamut lanudo. Ya en 2015, investigadores de Harvard desarrollaron una técnica que contaba con 14 genes de ADN de reemplazo, funcionando de forma correcta. Y el mismo año, científicos de Chicago publicaron su primer análisis genético completo.
Los mamuts, extinguidos hace 12 mil años, han sido fuente de varios descubrimientos de cadáveres congelados en buen estado, así como estiércol, sangre, esqueletos e incluso se logró determinar el último reducto de la Tierra donde sobrevivió.
El descubrimiento más reciente data de febrero de este año, cuando investigadores recuperaron y secuenciaron el ADN de los restos de tres mamuts enterrados en condiciones de permafrost propicias para la preservación de material genético antiguo. Si bien los restos se descubrieron a partir de la década de 1970, se necesitaron nuevos métodos científicos para extraer el ADN.
El más antiguo de los tres animales, descubierto cerca del río Krestovka, tenía aproximadamente 1,2 millones de años de antigüedad. Otro, hallado cerca del río Adycha, tenía entre 1 y 1,2 millones de años. El tercero, recuperado cerca del río Chukochya, vivió hace unos 700.000 años.
Hasta ahora, el ADN más antiguo procedía de un caballo que vivió en el territorio canadiense del Yukón hace unos 700.000 años. A modo de comparación, nuestra especie, el Homo sapiens, apareció hace unos 300.000 años.
En relación a traer a uno de estos enormes animales a la vida, una de las opciones es la del genetista George Church de la U. de Harvard, que rechazar de plano la clonación a partir del ADN del mamut, proponiendo una técnica distinta, que consiste en insertar los genes del animal prehistórico en ADN de elefante.
El método, llamado “CRISPR”, ayuda a los investigadores a realizar cambios precisos en el ADN reemplazando partes del material genético del elefante con los genes de mamut, misma técnica ganadora del Nobel de Química en 2020.
“Con el mamut tenemos una ‘suerte’ de ADN, y también tenemos el del elefante. Con eso se podría hacer un ‘híbrido’, que quizá no sea lo mismo. Pero incluso con ese ejemplo, enfocado en el caso del dinosaurio, no da suficiente información para comenzar desde cero con ellos”, señala Franko Restović.
“Muy básicamente, el ADN se puede dividir en genes. Y esos genes, la información después se transcribe para hacer las proteínas, que son las estructuras de la vida. Uno sabe perfectamente que las proteínas en perros, elefantes, mamuts y otros van a hacer tal cosa, pero no tenemos idea de cómo llegar a eso para crear un dinosaurio”, añade.
“No tenemos la información ni la tecnología para hacer una información genética desde cero y crear lo que queramos. Menos en 15 años -como mencionó Hodak-, así que por ahora sólo es ciencia ficción”, sentencia.