En 1957, Rusia lograba un hito en la carrera espacial: el Sputnik se transformaba en el primer satélite en salir al espacio. Más de 60 años después, el gobierno del país asegura haber ganado otra carrera, la de lograr la primera vacuna contra el coronavirus.
Por eso no es casual que hayan bautizada su ansiada pócima como Sputnik V. Su desarrollo ha sido literalmente meteórico. Tan veloz, que esta mañana, el gobierno de Vladimir Putin anunció que la vacuna es la primera del mundo en ser registrada contra el coronavirus. Las autoridades rusas esperen que empiece a circular el 1 de enero de 2021.
Pero este explosivo proceso ha generado dudas sobre su eficacia y la probidad de su fabricación. Tantos, que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) recordó la necesidad de “procedimientos rigurosos” tras el anuncio ruso.
La vacuna generará una inmunidad de dos años, anunció en una publicitada conferencia el presidente Vladimir Putin. El mandatario está tan seguro de su seguridad -”funciona eficazmente”, dijo-, que confesó que su propia hija fue una de las voluntarias de las pruebas.
La vacuna fue desarrollada por el centro de investigación Gamaleya y el Fondo Ruso de Inversión Directa (RFPI). El nombre técnico es Gam-COVID-Vak, pero las autoridades locales han decidido bautizarlo como Sputnik V, por el primer satélite ruso lanzado al Espacio.
Todo parece bien, pero ¿qué tan confiable es la vacuna anunciada por Rusia?
Mario Calvo, infectólogo de la Universidad Austral y miembro del “Comité Vacuna Coronavirus”, señala que si bien no hay suficiente información, ni antecedentes al respecto, “se deduce que habrían terminado los estudios de fase 2. Lo que habrían hecho, sería aplicar los resultados de esta fase″.
Miguel O´Ryan, infectólogo pediatra, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y miembro del Comité Vacuna Coronavirus, coincide. “Falta información, la deben presentar en alguna plataforma para que pueda ser evaluada por la comunidad científica”.
Significa un riesgo para la comunidad. “Es adelantar lo que nosotros hacemos en una prueba clínica con mucho control, y aplicarlo en la comunidad. Aumenta el riesgo. Cuando se da un producto a la comunidad, es porque se sabe ciertamente que el riesgo es ínfimo o ninguno, y si existe, se le dice que el riesgo es tal. Acá esa información está incompleta y se va a descubrir en los próximos meses. Si funciona sería espectacular, si tiene algún problema, va a ser muy triste”, analiza Calvo.
María Luz Endeiza, infectóloga pediátrica de la Clínica Universidad de los Andes, tiene una visión similar a Calvo y O´Ryan. “No se sabe nada oficial de esta vacuna. Hay una página de la OMS, donde cada vacuna en proceso se va postulando, explicando en qué fase está y revelando sus resultados. Es el conducto oficial, con propuestas de todas partes del mundo. Sin embargo, Rusia no ha subido información, y cuando tienes secretismos, ya es sospechoso”.
Pablo González, investigador del Instituto Milenio en Inmunologia e Inmunoterapia (IMII) y académico UC, dice que de acuerdo a la información disponible en plataformas formales de comunicación en torno al desarrollo de vacunas candidatas sugieren que la vacuna rusa que ha hecho noticias en los medios en los últimos días está basada en virus modificados, distintos a Sars-CoV-2, que expresan una proteína del virus causante de Covid-19.
“Esta estrategia es algo similar a la de otros desarrolladores como CanSino y Janssen, y más bien combinaría ambas aproximaciones. La información comunicada por la OMS en torno al desarrollo de vacunas contra Covid-19 en el mundo, la cual es actualizada continuamente, indicaba hasta muy recientemente que esta vacuna se encontraba en una etapa de desarrollo clínico Fase 1, de un total de 3 fases clínicas que deben completarse en la mayoría de los países para que una vacuna sea registrada”.
“No se pueden adelantar las fases”
Hay pasos que no se pueden evitar. “Lo normal es que una vacuna se demore hasta 10 años, en estos procesos cuando hay emergencia hay cosas que se puede tolerar que se acorten, pero nunca menos de un año y medio o dos años, porque los pasos tienen que seguirse si o si. Si saltas fases, no sabes si va a funcionar, y por otra parte, el tema de la seguridad, que es muy importante”, añade Endeiza.
“Sabemos que hay muchos productos que se caen en la fase previa a salir al mercado, eso no es raro. Podría pasar acá, solo que que en este caso, puede pasar una vez que ya esté en el mercado. Se han ido acordando ciertas fases, para la seguridad de la población. En este caso, no se hizo. Se requiere un tiempo, al menos varios meses”, explica el profesional de la Universidad Austral.
“No se pueden adelantar fases; si efectivamente esto es así (no lo sé), no cumpliría los requisitos mínimos”, señala O´Ryan.
“Esto le hace mal en todo sentido a la población, imagínate que las vacunas, después del agua potable, son el instrumento de salud pública que más vidas han salvado o que ha prevenido muertes. Mucho más que los antibióticos o los antivirales. Primero el agua potable, y luego las vacunas”, explica la profesional de la Clínica Uandes.
“Es una irresponsabilidad, además porque después la gente le va a perder la confianza a las vacunas, habiendo tantas vacunas buenas. Hay enfermedades que no desaparecen del planeta, se mantienen controladas. Si la gente pierde confianza por una vacuna ‘trucha', no se van a querer poner ninguna de las buenas. Es pésimo en todo sentido, esta es como la carrera para ir a la Luna, quién llega primero”, reflexiona Endeiza.
Chile, al igual que muchas otras naciones, también trabaja en encontrar la cura para el coronavirus. Mario Calvo, señala que hay desarrollos locales (como el trabajo del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia). “El Comité Vacuna Coronavirus, está analizando técnicamente, el desarrollo de éstos”.
En septiembre debería empezar el estudio de una iniciativa local. “En Chile se está avanzado y lo que está decidido es que hay una vacuna con la que se hará un estudio multicéntrico, coordinado por la Universidad Católica, con participación de varios centros”.
O´Ryan, coindice con Calvo, “en septiembre deben estar empezando los ensayos. Están trabajando varios desarrolladores para iniciar pruebas clínicas en Chile, cumpliendo con todos los requisitos regulatorios y éticos, incluyendo la creación de un consorcio de universidades/investigadores para acometer los diferentes ensayos”.