Históricamente, la carrera espacial ha estado en manos de dos grandes potencias: Estados Unidos y Rusia. Los desafíos han sido variados, desde el primer vuelo espacial, la llegada del hombre a la Luna y últimamente, la posibilidad de colonizar Marte.
Durante la última década, si bien se ha sumado China y otras naciones como India, además de empresarios particulares como Elon Musk y Jeff Bezos, los norteamericanos y los rusos, siguen siendo dos de los principales actores en la denominada carrera espacial.
Estos planes astronómicos y científicos, siempre han estado acompañados de un factor político, además de económico. Por lo mismo, la actual guerra que se desarrolla entre Rusia y Ucrania, incide fuertemente en este tipo de iniciativas y podría influir en la postergación de múltiples proyectos debido a las consecuencias que pueda tener. ¿Cómo y cuánto afecta el conflicto a la carrera espacial?
César Fuentes, astrónomo de la Universidad de Chile, investigador del Centro de Astrofísica CATA y doctor en Astrofísica de la Universidad de Harvard, señala que las sanciones establecidas y la falta de colaboración entre el bando ruso y ahora prácticamente el resto del mundo, afectan negativamente. “Estados Unidos hasta hace poco contaba con cohetes rusos para ir al espacio, y la Agencia Espacial Europea (ESA) sigue dependiendo en alguna medida de tecnología rusa para lanzar cohetes desde Guyana Francesa, por ejemplo”.
Afectan, añade Fuentes, “no solamente en el cuándo se harán muchos de estos lanzamientos, sino que también en que ya se están pensando en cancelar y buscando alternativas para algunas misiones que estaban planificadas para este año”.
Fuentes considera que la carrera espacial actual, es decir, volver a Marte, ir a la Luna, explotar comercialmente las órbitas bajas de la Tierra y quizás minar asteroides en un futuro cercano, “si bien tiene grandes potencias detrás, se ve bastante diferente a aquella de la Guerra Fría, en el sentido de que hay mucha más colaboración”.
Juan Carlos Beamin, astrónomo y coordinador científico del Centro de la Comunicación de las Ciencias de la Universidad Autónoma de Chile, señala que ya se han registrado las primeras consecuencias. “Rusia es colaborador de varias misiones de investigación científica, por ejemplo, el satélite eRosita que observa los energéticos rayos x que vienen de distintas partes del Universo, y cuyo objetivo es hacer un mapa de los agujeros negros en el cosmos. Es una colaboración con Alemania y fue puesta en modo de hibernación hasta nuevo aviso como señal de protesta frente a la guerra”.
Pero quizás el punto más álgido es la colaboración en la Estación Espacial Internacional, añade Beamin, “Rusia ha amenazado con salirse y el problema es que buena parte del control y manejo de la estación está del lado ruso. Por el momento no se sabe qué ocurrirá con ella, pero ciertamente la colaboración a futuro entre Nasa y Roscosmos, la Agencia Espacial Federal Rusa, no es auspiciosa”.
Para ir a Marte, por ejemplo, “cada dos años hay una ventana bien favorable, en la cual se necesita mucho menos combustible, pero por la pandemia, uno de estos proyectos (ExoMars), que cuenta con un rover europeo, se aplazó de 2020 a 2022, y nuevamente este año parece que no se podrá enviar. Si bien hay proyectos que están funcionando, entre ellos un telescopio de rayos x, que es una colaboración ruso-alemana, éste dejó de tomar datos directamente por culpa de la guerra. Es variado cómo se ve afectada la actividad del espacio principalmente por esta falta de colaboración entre las potencias”, considera el astrónomo de la U. de Chile.
De hecho, “la Nasa tiene su programa llamado Artemis para llevar personas nuevamente a la Luna de forma totalmente independiente, mientras que Rusia está en avanzadas conversaciones de un programa similar junto a China, y además planea poner en órbita una nueva estación espacial, cosa que China ya ha hecho pero la Nasa aún no define. Esta guerra parece estar dando un final o al menos repensar décadas de colaboración en materia de exploración y experimentación espacial”, explica el astrónomo de la U. Autónoma.
Fuente señala que uno de los efectos de este fenómeno, es que se consolida la visión, de que para tener mayor seguridad en este tipo de proyectos, altamente complejos y tecnológicos, se requiere de colaboración científica. “Ésta, que es una herramienta que permite avanzar mucho más rápido, también es más frágil frente a estos problemas políticos, lo cual refuerza la visión de que para lograr grandes avances, uno necesita tener estabilidad entre los países, y en eso, la colaboración científica es un gran herramienta. Pero que en este caso se ve afectada por estos acontecimientos”.