“Se elimina hasta un 99% de materia orgánica”: Los devastadores efectos de los incendios forestales del verano

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Perdida de la materia orgánica en los ecosistemas, una disminución en la población de abejas y resistencia del suelo al recurso hídrico, son algunas de las consecuencias registradas por científicos del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) en la zona centro sur afectada por las llamas en verano.


Más de 440 mil hectáreas afectadas dejaron los incendios registrados durante la temporada estival en el centro y sur del país. Con ello, cientos de ecosistemas dañados, menos praderas para la alimentación animal en invierno y un gran trabajo por delante para recuperar el daño biológico en los suelos arrasados por las llamas en territorios de tradición agrícola.

En palabras del investigador del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), Jorge Carrasco, con las altas temperaturas de los incendios el principal componente del suelo que se ve afectado es la materia orgánica. El experto indicó que “gran parte de ella se ve afectada por el fuego de alta intensidad, actuando sobre un porcentaje importante que se consume por acción del calor, que en algunos casos supera el 60 %, y el resto que no se consume sufre cambios cualitativos, como importantes transformaciones en su calidad química y biológica”.

Cuando la intensidad de las llamas es muy alta, puede reducir considerablemente la cantidad de materia orgánica en los primeros centímetros de profundidad del suelo. Experiencias realizadas en los laboratorios del Centro Regional INIA Rayentué (Región de O’Higgins) indican que, si el suelo se calienta a 450 °C durante dos horas o a 500 °C media hora, se llega a eliminar hasta un 99 % de materia orgánica. Es decir, las altas temperaturas eliminan casi la totalidad de la meso -invertebrados de entre 0,1 mm y 2 mm de tamaño- y microfauna -microorganismos como bacterias, hongos, protozoarios, nemátodos, virus y algas- de los suelos, que participan en los procesos de descomposición de la materia orgánica, junto con lombrices e insectos que participan en los procesos de transformación del material vegetal a humus y materia orgánica en el suelo.

Uno de los daños más importantes que se presenta tras la tragedia ambiental es la posibilidad de que haya aumentado la “hidrofobia”, es decir, el aumento en la capacidad del suelo de rechazar o repeler el recurso hídrico, que influye en su capacidad de infiltrar, acumular y mover el agua en sí misma. “La razón por la que el suelo puede ser más o menos hidrofóbico depende de las sustancias orgánicas volatilizadas en la combustión y que posteriormente se condensan. En este caso, los suelos más propensos a presentar hidrofobia son los suelos ácidos que tienen texturas con mayor contenido de arenas, que se encuentra principalmente en áreas de secano y de origen granítico de la zona central y sur de Chile, que han sido las más afectadas por los incendios”, sentenció el experto.

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El fuego, además, consume gran parte de los sistemas radiculares de los árboles y arbustos, contribuyendo a la pérdida de cohesión del suelo y de territorio para la flora y fauna del ecosistema. Por otro lado, afectan la población de distintas especies de abejas que participan en procesos de polinización de las especies vegetales, llegando incluso a eliminar un número importante que participa en la producción de miel en la actividad agrícola, principalmente de pequeños agricultores.

Técnicas de recuperación

Los productores agrícolas afectados por los incendios estivales, pueden acogerse al Programa de Recuperación de Suelos Degradados (SIRSD-S) del Ministerio de Agricultura, para obtener apoyo estatal a través de INDAP o SAG, y aplicar algunas técnicas de recuperación de sus suelos.

Una de las prácticas recomendadas para la regeneración de suelos es la aplicación de materia orgánica de origen vegetal o animal en el terreo dañado, ya que “se reactiva principalmente la vida de los microrganismos del suelo y de las lombrices, llegando a estabilizar los ciclos biológicos que permiten la vida y el desarrollo de las especies vegetales presentes en cualquier ecosistema”, explicó el investigador de INIA.

En el caso de la pequeña agricultura que sufrió daños en praderas utilizadas para alimentar ganado, una alternativa es la producción de forraje verde hidropónico para la alimentación suplementaria de aves de corral, como gallinas de postura, pavo, patos, y otras. “Incluso, esta alternativa permitiría alimentar a ovejas en gestación o en período de post parto. Las mejores alternativas para ello es el uso de semilla de trigo y de avena”, detalló el experto.

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