Ollagüe es una tranquila comuna rural ubicada en el altiplano de la Región de Antofagasta. Cuenta con solo 321 habitantes, según el último Censo. Sin embargo, su rural tranquilidad se ha visto interrumpida en los últimos días ha causa de una serie de temblores, algunos sobre los 4.0 Ml (Magnitud local, originalmente Magnitud Richter).
El último de éstos ocurrió anoche, cuando el reloj marcaba las 22.17. En total, 22 temblores desde el 10 de mayo a la fecha.
Lo ocurrido en Ollagüe, no es exclusivo en esa zona. También otras comunas han presentado una inusual actividad sísmica. Durante los últimos diez días tembló en Calama, San Pedro de Atacama, Pica, la Mina Collahuasi, Sierra Gorda y Alto Hospicio. En total, 56 temblores.
El de mayor potencia fue en la Mina Collahuasi el lunes. 4.9 Ml según los registros del Centro Sismológico Nacional.
A pesar de la seguidilla de sismos en el norte del país, Gabriel González, geólogo de la Universidad Católica del Norte y subdirector del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden), señala que esta sismicidad es normal, “y se ubica a una profundidad típica para la sismicidad de la zona. Las profundidades son mayores a 45 kilómetros, incluso superiores a 100 km. Eso significa que son sismos profundos, y no sismicidad asociada a la migración de magma bajo los volcanes que debería ocurrir a baja profundidad (menor a 10 km)”.
Pablo Salucci, geógrafo de la Universidad Católica, coincide. Explica que esta seguidilla de sismos en el norte, “forma parte de lo habitual dentro de la dinámica tectónica de nuestro país, por lo que no implica mayores riesgos para la población”.
Los sismos registrados ocurren a gran profundidad, por lo que al observar el hipocentro (punto al interior de la Tierra donde se inicia un movimiento sísmico), “nos indica que ocurren al interior de la placa de Nazca bajo el continente, y no en la zona de contacto entre placas”, añade Salucci.
Desplazamiento que genera sismos
González establece que los sismos registrados, y que están listados en la tabla (infografía superior) se originan dentro de la placa de Nazca que se introduce bajo la placa Sudamericana, “donde se produce liberación de fluidos (agua) que facilita el fracturamiento de la corteza oceánica que es sometida a una fuerza de empuje hacia el interior del manto producto de su peso mismo”.
Salucci señala que debido a esta profundidad, “no son percibidos mayormente por la población, pero sí son identificados instrumentalmente”.
La sismicidad habitual asociada a la placa de Nazca y su velocidad anual producen un desplazamiento “que genera sismos todos los días”, añade Salucci.
El poblado de Ollagüe se encuentra a los pies del volcán del mismo nombre (5.868 metros de altura), sin embargo, la seguidilla de sismos, “no estaría vinculada con la microsismicidad del volcán, porque el registro indica gran profundidad, lo que no tiene relación con los sismos que se producen en un volcán, los cuales son menos profundos”.
Salucci señala que según los reportes de este volcán, “el 21 de mayo de 2020, registró un sismo de magnitud 3,5 con una profundidad de 1,6 kilómetros y el enjambre de este volcán reportado el 21 de septiembre de 2016 ocurrió a una profundidad de 3 kilómetros”.
“La actividad repetida dentro de una misma región en un tiempo acotado puede ser generada por fluidos que se movilizan en zonas de fracturas”, añade González.
Un factor a considerar es cuánto tiempo ha pasado de un gran terremoto. En Antofagasta, “el último de 1995 tuvo una magnitud de 8.0 Mw y reportó un pequeño tsunami”, considera el geógrafo de la Universidad Católica.
Así como también, “sabemos que las zonas de Arica e Iquique son lugares en que no se han registrados grandes terremotos en los últimos 144 años. En el caso de Iquique, el sismo del 1 de abril de 2014, solo rompió un una parte del segmento que se espera pueda romper. En Arica no hay un sismo importante (sobre Magnitud 8) desde 1877″, explica Salucci.