El escenario es preocupante y alarmante. Pese a los esfuerzos en conjunto de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), bomberos, brigadistas y los propios vecinos, los incendios forestales no se detienen. Todo esto acompañado de una megasequía y falta de precipitaciones, motivado por el cambio climático que afecta al planeta.
Ya en diciembre del año pasado, Qué Pasa adelantaba lo que sería el escenario actual, señalando que la “temporada 2019-2020 de incendios forestales amenaza con ser una de las más devastadoras de la década. En el período 2018-2019 se quemaron 3.932 ha, mientras que en la actual, la cifra llega a 13.772 ha, un incremento de 250%”.
Esto, lamentablemente, se cumplió a cabalidad. Según un informe de la U. Santiago liderado por el climatólogo Raúl Cordero y sobre la base de cifras de Conaf, en la temporada 2019-20 hubo más de 8.000 incendios, transformándose en la temporada con más siniestros de la historia (desde que hay registro).
El problema es que la proyección para la temporada que acaba de iniciarse, no es alentadora. “En esta temporada 2020-21, a partir del 1 de julio, ya llevamos 406 incendios (12% más que el año pasado a la misma fecha) y el doble del promedio de incendios en los últimos cinco años a la misma fecha”, señala Cordero.
Antonio Walker, ministro de Agricultura, es categórico. “Este año enfrentaremos una temporada que se prevé durísima, quizás la más dura que nos haya tocado, porque las condiciones climáticas que se pronostican son muy adversas".
Según el ministro, las proyecciones plantean entre 80.000 y 120.000 hectáreas afectadas. “Tenemos mucho combustible, el bosque esclerófilo está muy estresado lo que lo transforma en material altamente inflamable. Lo acabamos de ver en el hemisferio norte, donde las olas de calor gatillaron un infierno que afectó a miles de personas”, señala.
Juan José Ugarte, presidente de Corporación Nacional de la Madera (Corma), señala que los pronósticos “nos anticipan una temporada de incendios rurales muy compleja, con altas temperaturas en verano y mucho material seco acumulado dada la larga sequía que han sufrido nuestros campos”.
“Los pronósticos señalan que noviembre y diciembre serán meses complicados y propicios para la ocurrencia de incendios forestales, por la disponibilidad de material vegetal seco y temperaturas por sobre la media de estos meses”, establece Rodrigo Munita, director ejecutivo de Conaf.
Recientemente firmamos un convenio con Corma, que representa a las empresas forestales, y que nos permite sumar recursos. “En conjunto alcanzamos un presupuesto sobre los 144 mil millones para enfrentar el período de mayor ocurrencia de incendios forestales”, añade Munita.
Por lo mismo, “estamos preparando y capacitando a unas 4.500 personas especializadas como brigadistas forestales, torreros, encargados de la logística aérea y terrestre, para atender estas demandas y evitar el daño que puedan causar los siniestros”, dice Ugarte.
En Chile, “el 99,7% de los incendios son causados por acción humana, ya sea por descuido, negligencia o, directamente, intencionales, provocados por alguien”, explica Walker.
Según el Sistema de Información Digital para el Control de Operaciones de Conaf, al cierre de esta edición, el mayor número de incendios se encuentra en la Región de la Araucanía (84), un 42% más que el período anterior. La siguen la Región del Biobío y la Región Metropolitana en cuanto a cantidad, con 78 y 74 incendios respectivamente.
Sin embargo, considerando el crecimiento en relación al período 2019-2020, las regiones más dañadas son: Magallanes (300%), Ñuble (225%) y Atacama, que anota 150% más eventos que hace un año.
Dado el panorama, Conaf aumentó el número de brigadistas y medios para combatir los incendios forestales. Para la nueva temporada de siniestros dispondrán de 3.021 efectivos, además de 35 helicópteros y 26 aviones.
En relación a la superficie afectada, los más perjudicados son la Región de Atacama 5,23 hectáreas (+2079%) y Ñuble 52,45, con un aumento de 772%. Por el contrario, Arica y Parinacota ha mostrado un retroceso de 99% y Aysén un 88%.
Fenómeno de La Niña: única esperanza
A pesar del mal inicio, “lo que realmente decidirá la magnitud de la temporada es el bimestre enero-febrero. La sequía en la zona central con mas de 40% de déficit a la fecha augura una mala temporada", señala Cordero.
"Pero quizás la influencia de La Niña (que modera las temperaturas del verano en la zona central), contribuya a que ésta no sea una temporada tan mala como la del año pasado”, añade el climatólogo de la Usach.
Si bien La Niña modera las temperaturas, afecta a las precipitaciones de manera distinta dependiendo de la zona del país.
Cordero señala que “en general, La Niña produce bajas precipitaciones en la zona central, abundantes precipitaciones en la zona centro sur, y bajas precipitaciones en el extremo sur”.
La Niña favorece la sequía en el extremo sur, así que hay que poner atención con los riesgos de incendio, "particularmente en la Patagonia esta temporada”, explica Cordero.
"La bajas precipitaciones en el extremo sur, que se asocian a La Niña, pueden favorecer la expansión de incendios en la zona austral, como sucedió en la temporada 2011-12 cuando un incendio afectó el Parque Nacional Torres del Paine”, añade.