El domingo 3 de marzo parecía un domingo común y corriente en Chile. Finalizaba el verano, pero a las 19:47 un terremoto sacudió la costa central de la Región de Valparaíso. Con el epicentro fijado en la localidad de Laguna Verde, y una magnitud de 7,8 en la escala de Richter, 8.0 MW y IX en la escala de Mercalli, afectó también a la Región Metropolitana, O’Higgins, Maule, Biobío, Coquimbo, La Araucanía y Los Ríos.
El sismo, de una profundidad de 33 km, se produjo por una falla inversa interplaca, en el contacto en las placas de Nazca y la placa Sudamérica (-33.2 Latitud y -71.8 Longitud). Si bien liberó solo un 6,3% de energía, comparándolo con el terremoto del 27 de febrero de 2010, está catalogado como uno de los grandes sismos de los que se tenga registro a la fecha.
Debido a la precariedad de las construcciones de la época, y que aún no existía una cultura sísmica tan desarrollada como la que posee actualmente el país, los daños fueron severos. El registro final arrojó 178 muertos, 2.575 heridos y 986.544 damnificados. Si bien la zona más afectada fue San Antonio, así como Melipilla y Rengo, el terremoto dejó grandes daños en Santiago, donde se concentra más del 40% de la población total del país.
“El terremoto de 1985 fue uno de los más destructivos que ha afectado a la zona central durante el siglo pasado. Tuvo una duración de 120 segundos y generó un pequeño tsunami que fue registrado instrumentalmente. Forma parte de una secuencia de sismos que afectaron a la zona central junto al ocurrido en 1647, 1730, 1822 y 1906”, señala Pablo Salucci, geógrafo de la Universidad Católica.
Mario Pardo, subdirector del Centro Sismológico Nacional, que estaba al momento de producirse el terremoto a cargo del Centro Sismológico, señala que el hecho de que haya ocurrido un domingo por la tarde fue importante. “Si hubiera sucedido un día de semana en horas conflictivas de tráfico, tal vez habría sido bastante diferente. Hemos tenido suerte al respecto. Tuvo un tsunami pequeño que no generó grandes problemas, sin embargo, el movimiento sí provocó grandes daños en la zona más poblada del país, que es Chile central. Esa es la importancia que tiene”.
El terremoto de 1985 se suma a otros grandes sismos en la historia de Chile. En 1939, en las actuales regiones del Maule y Biobío se registraron 30.000 muertos, en 1960 se produjo en Valdivia un terremoto 9,5 grados Richter (el más potente desde que existe registro), luego en 1965 un sismo 7,4 tuvo su epicentro en La Ligua. En 2005 un terremoto 7,9° causó 12 fallecidos en la región de Tarapacá y el de 2010, que generó más de 500 muertos.
Salucci recuerda que en Santiago “los mayores problemas se centraron en el casco antiguo de la ciudad, en donde la construcción existente era básicamente de adobe, en algunos casos reforzada con madera y ladrillo, pero sin refuerzos de hormigón armado".
Según Pardo, comparado con el terremoto ocurrido en 2010, que se extendió desde Pichilemu hasta la península de Arauco, es decir, unos 450 km de largo por 200 km de ancho, “el de 1985 tuvo una extensión de 200 km de largo, desde Quintero a Pichilemu, y 100 km de ancho”.
Debido a la magnitud de la catástrofe y los daños asociados al sismo, los fondos que iban a ser destinados a la construcción de la Línea 3 del metro de Santiago tuvieron que ser redestinados. El proyecto se reinició recién en 2010.
Pardo es claro. "Por primera vez Chile tuvo registros de suficiente calidad y número, que permitió muchos cambios posteriores, que fueron significativos. Este sismos currió en la zona más poblada del país, y eso afecta y promueve la enseñanza de cultura sísmica en Chile”
¿Qué aprendimos del terremoto de 1985?
Hace 35 años, no existía el nivel y calidad de construcción que dispone hoy en día el país, por lo que se produjeron roturas de pavimento, incluyendo la Ruta Panamericana, se cayeron puentes, además de infraestructura como viviendas, sobre todo en pueblos. Los daños fueron avaluados por la autoridad de la época en más de US$ 1.046 millones.
A pesar del daño, Juan Carlos de la Llera, decano de Ingeniería de la Universidad Católica, señala que el terremoto de 1985 "produjo un daño bastante acotado en cuanto a estructuras, de forma excepcional el edificio el Faro de Reñaca que colapsó. Fue tan bueno el comportamiento que el modelo del edificio de muros de Chile fue muy bien evaluado internacionalmente”.
"Los daños dejaron 143.000 viviendas destruidas, principalmente las de adobe y albañilería, licuefacción en dunas del área de Viña del Mar y San Antonio, y cortes de servicios básicos, los cuales estuvieron interrumpidos, en varias localidades de forma prolongada, siendo las regiones de Valparaíso, O’Higgins y Metropolitana de Santiago las más afectadas”, establece Salucci.
"Por primera vez se utilizaron datos locales, fue un punto de quiebre en la ingeniera nacional, gracias a eso tenemos mejores edificios actualmente. Con cada terremoto hemos ido aprendiendo lecciones que han permitido mejorar estructuras y diseños, que han sido exitosos en los últimos sismos”, argumenta Pardo.
Este sismo llevó a que se revisara y actualizara la norma sismo resistente. Salucci señala que si bien hemos avanzado en la actualización normas y manejo de protocolos, "faltan mayores estudios que nos permitan tener una mejor zonificación de las áreas más vulnerables a sismos importantes. Esto porque, los suelos según su materialidad (arenosos, arcillosos, rocosos) tienen distinta respuesta y muchas veces este suelo, amplifica el efecto del sismo sobre la infraestructura, lo que genera mayores daños”.
El código sísmico NCh 433 cambió en 1993 y 1996, pero no sustantivamente. “No fue hasta el terremoto del 27-F que nos dimos cuenta que nuestro código tenia varias falencias que corregir, y se hizo. El terremoto de 1985 fue muy interesante, porque se anunció constantemente en febrero de ese año, a través de foreshocks (sismos que ocurren antes de un gran terremoto) sensibles casi todos los días”, añade de la Llera.
Si ocurre un terremoto como este nuevamente, “el daño sería menor, dado los códigos de construcción y la normativa vigente. La cultura ha cambiado, la gente sabe que si está en la costa bajo los 30 metros de altura y siente un terremoto grande, eso significa que puede venir un tsunami y debe subir. Ha ocurrido en los últimos terremotos, que el sistema nacional ha funcionado mejor”, señala el subdirector del CSN.
"En esta misma línea es importante que todos aquellos estudios tendientes a disminuir la vulnerabilidad, sean integrados en los instrumentos de planificación territorial. Además es necesario fortalecer nuestros sistema de respuesta de emergencia y sobre todo mejorar la coordinación intersectorial”, establece Salucci.