Los terremotos han acompañado a Chile durante toda su historia. La ubicación de nuestro país, nos convierte en uno de los países más sísmicos del mundo. Tanto, que en 1960, Valdiviaregistró el evento telúrico más potente de la humanidad, alcanzando una magnitud de 9,5 MW.
Sin embargo, y a pesar de este triste registro, el chileno, apelando a su tradicional picardía, tomó este nombre y lo transformó en una trago nacional. Si bien no existe una versión concreta del verdadero origen del terremoto como licor típico en las celebraciones de Fiestas Patrias, hay varias versiones al respecto.
Una dice que fue creado a fines del siglo XX, como un derivado del ponche a la romana, una aristrocrática bebida a base de helado y champagne que que se consumía ya en el siglo XVIII, importada de Europa y EE.UU. donde se bebía en la Casa Blanca y hasta en el Vaticano.
El licor se prepara con vino pipeño, granadina y helado de piña, y la teoría dice que su nombre se debería a que fue inventado tras el terremoto de de la zona central de 1985.
Actualmente se ha popularizado en bares tradicionales chilenos como La Piojera, Rincón de los Canallas y El Hoyo, pero principalmente en la celebración de Fiestas Patrias, tanto en fondas como en eventos particulares.
De hecho, en La Piojera, el tradicional restaurante ubicado en el centro de Santiago, de acuerdo a su dueño, la tradicional bebida ya se servía antes de 1985. En este restaurante también se sirven el tsunami o maremoto, que se preparan a base de una mezcla de cerveza, vino, pisco chileno y hielo.
Otro de estos tradicionales restaurantes también se adjudica la creación del popular licor diecichero. Según los dueños del restaurante El Hoyo, ubicado en la comuna de Estación Central, tras el terremoto de 1985, unos periodistas alemanes que cubrían las consecuencias del evento sísmico, bebieron unos vasos del trago. Como lo encontraron muy caliente, preguntaron si podían agregarle hielo. Fue entonces cuando el dueño del local decidió agregarle helado de piña.
Dado su dulzor, el brebaje fue rápidamente consumido. Uno de los periodistas se sintió muy mareado, y al ponerse de pie, exclamó: “¡Este sí que es un terremoto!”.
Un accidente
Otra versión de su origen establece, que tras lo ocurrido en 1985, en una fiesta particular, algunas personas encontraron el vino pipeño de muy mala calidad, y que por lo mismo, nadie podía tomarlo, lo que genereró que muchas copas quedaron llenas.
Pero por accidente, cuando el garzón encargado de servir el postre, helado de piña, ocurrió un inesperado accidente. La persona dejó caer por casualidad una cucharada dentro de una copa de pipeño, lo que generó que el vino saltara y salpicara, produciendo una especie de “efecto terremoto”.
La fiesta prosiguió, y como otros licores comenzaron a acabarse, algunos de los invitados decidieron tomarse el vaso “terremoteado”, el que por su dulce sabor, fue aceptado de inmediato. Debido al éxito que tuvo, decidieron añadirle helado de piña al resto de los vasos, dando origen así al famoso terremoto, el que finalmente está hecho de vino pipeño o blanco sin denominación (vino genérico de cualquier cepa), helado de piña y granadina y su más tradicioonal presentación es un vaso largo y ancho (400 ml aproximadamente).
Siguiendo la metáfora de su nombre, el jarro más grande donde se almacena, se le conoce popularmente como cataclismo, y cuando se repite, pero en un vaso pequeño se conoce como réplica, mientras que si el vaso pequeño se toma antes que el terremoto, se llama temblor.
Respecto a su preparación, y aunque hay matices, la receta tradicional establece que se sirve en un vaso de aproximadamente unos 300 o 400 ml, donde se mezcla el pipeño con la granadina y luego unas tres a cinco cucharadas del helado de piña.
Algunas versiones también le dan un toque de fernet o también licor amargo, ron, coñac, entre otras bebidas alcohólicas.