Según el estudio Estado de la Banda Ancha en América Latina y el Caribe de la CEPAL, más del 60% de los hogares en Chile tienen acceso a internet, un porcentaje superior al promedio de América Latina y el Caribe, que alcanza un 45,5%.
Hoy internet está en nuestro día a día, incorporado en prácticamente todas las cosas. Por momentos parecería como que siempre existió, como si todo siempre hubiera sido así. Pero no lo fue, recién en 1992, hace 30 años, Chile tuvo su primera conexión a internet.
El hito ocurrió en una sala del Centro de Computación de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile (CEC), en Blanco Encalada 2120, segundo piso, bajo la supervisión de José Miguel Piquer, académico del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Telecomunicaciones 2015, junto a un grupo de académicos.
“Estábamos en el CEC, en Ingeniería de la Universidad de Chile. Yo había llegado de mi doctorado en Francia hace justo un año, y era un profesor joven en ese momento, comenzando mi carrera académica”, recuerda hoy Piquer.
Los recuerdos son vagos, “así que puedo equivocarme”, admite, al sindicar a Florencio Utreras, director del CEC como responsable del proyecto y a Waldo Maldonado como el ingeniero principal y a Alberto Cabezas a cargo de la difusión.
Internet en esos tiempos no tenía ninguna interfaz gráfica ni en colores, todo era texto en terminales antiguos. “Teníamos un equipo en la sala de computadores del CEC, donde actualmente está el Departamento de Ciencias de la Computación (DCC). Ese equipo estaba directamente conectado (vía enlace satelital) a otro equivalente en EE.UU. (Maryland)”, recuerda Piquer.
Añade que “teníamos que configurar ambos extremos para que se interconectaran, y todas las redes de acá en Chile quedaran conectadas al internet global. Un ingeniero en Maryland configuraba el equipo de allá y nosotros el de acá”.
Me parece que no existía forma de configurar remoto (algo que hoy es lo normal) por que ellos no podían intervenir nuestro equipo, solo podíamos hacerlo nosotros. Demás está decir que nosotros nunca habíamos configurado un equipo así, por lo que teníamos que aprender ahí mismo. “Al principio no funcionó, y teníamos al ingeniero en Maryland al teléfono”, rememora el académico.
Tengo el recuerdo de haber estado al teléfono al lado de acá, pero puede ser un falso recuerdo. “Finalmente, logramos que nuestra red viera la red de EEUU y enviamos un paquete IP hacia allá y recibimos su respuesta (técnicamente, es un “ping”), ¡transmitiendo el primer paquete IP del Internet chileno! Recuerdo la felicidad y los abrazos del momento. La ida y vuelta a EEUU tomaba 0,6 segundos con un ancho de banda total de 64 Kbps (si consideramos hoy 10 Mbps como ancho de banda mínimo a Internet, ¡estábamos hablando de unas mil veces menos!”, señala Piquer.
Si bien en 1992 se lleva a cabo la primera conexión a internet en Chile. El origen del fenómeno comenzó a cimentarse tres décadas atrás, cuando el primer computador del país llegó a Valparaíso en 1961. Era un IBM-1401 con un procesador de 4 K de memoria, lo que le permitía procesar un documento equivalente a solo cuatro mil caracteres y una demora de hasta 12 horas en procesos complejos. El equipo fue arrendado por la Aduana de Valparaíso a cambio de US$ 2.500.
Casi 30 años después, en 1989, el inglés Tim Berners-Lee, con la ayuda del belga Robert Cailliau, comenzaron a trabajar lo que revolucionaría el mundo. Se trataba de la World Wide Web (www) rebautizada como web, que fue presentada “para vincular y acceder a información de diversos tipos, como una red en la que el usuario puede navegar a voluntad”. Finalmente, publicaron el proyecto el 6 de agosto de 1991.
Piquer, conocido como “El padre de la web en Chile”, y la Universidad de Chile, también fueron los artificies, un año después (1993) de desarrollar la primera página web del país, así como también de otros hitos asociados. Tales como el primer correo electrónico entre los departamentos de Computación de la U. de Chile y de la U. de Santiago, a una velocidad de 300 bps, e inscribir el dominio “.cl” en 1987.
Impacto y revolución inesperada
En Chile, pese a la distancia geográfica y tecnológica de esa época, en el Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Chile, desde fines de los 80 ya trabajaban en programación, dominios y redes. Sin duda, adelantados absolutamente al desarrollo tecnológico del país.
Piquer establece que venía llegando de Francia, donde había usado permanentemente internet, por lo que entendía el valor y la relevancia de la tecnología para Chile. Pero lo veía como una tecnología clave para la Universidad de Chile y para el sistema académico y tecnológico nacionales, nunca pensé que iba a revolucionar a la sociedad completa y transformarse en la plataforma digital del futuro.
En la época, “había otras tecnologías que competían en el ámbito social y de las personas, por el lado de la telefonía, que desplegaba tecnologías propias para cubrir las necesidades de la gente “normal” de conectividad: el minitel en Francia, y la red digital de servicios integrados (RSDI) en el mundo. Por lo tanto, yo sentía que estábamos dando un paso histórico tecnológico, pero lo veía como fundamental para la academia y la industria tecnológica principalmente”, establece.
“Nunca imaginé el impacto que tuvo internet en la sociedad”, señala.
Sentíamos que integrarnos al mundo era relevante, en tiempos de reciente retorno a la democracia, “el acercarnos al resto del planeta (fuimos parias y distantes por muchos años: en 1985, cuando pedimos como Universidad de Chile ingresar a la red UUCP de mail, casi nos rechazaron por venir de un país “no deseable”) lo veíamos como fundamental. Pero, el impacto en las vidas cotidianas de la redes sociales, los cambios en la comunicación, los medios, y la información en general, ha sido una revolución que ha superado varias veces nuestra imaginación”, considera Piquer.
Piquer argumenta que el mundo de hoy ya ha cambiado debido a Internet: la democracia, el poder, la educación, la verdad, la familia, el amor... todo se ha visto transformado. “Sin embargo, creo que esto es recién la punta del iceberg. Vienen enormes cambios en nuestra sociedad, que son imposibles de predecir, pero que estoy convencido que serán enormes. Hace 30 años, cuando conectamos a Chile a internet, nuestra sociedad finalmente se parecía harto a la de hoy”.
Creo que en 30 años más, nuestra sociedad será irreconocible. “Las familias, los colegios, las universidades, la salud, la democracia, las ciudades, el transporte... todo se verá radicalmente distinto. Por supuesto, no es solo internet lo que cambia todo, hay muchas otras tecnologías alrededor: capacidad de cómputo, software, pantallas, entre otros”, añade.
Pero la multiplicación de todos esos potenciales, “más la conectividad de todos los seres humanos en una red en línea, genera demasiadas oportunidades de construir sociedades totalmente distintas a las actuales. ¿Serán mejores o peores? Dependerá, finalmente, de nosotros mismos. Pero, al comienzo de todo, sigue estando ese pequeño “ping” entre dos computadores distantes”, finaliza el Premio Nacional de Telecomunicaciones 2015.