Luego de más de una década marcada por la megasequía, 2024 trajo de vuelta las precipitaciones a la Región Metropolitana y parte importante de la zona central.
Junio, por ejemplo, se ubicó entre los más lluviosos desde que existe registro, marcando a su vez, un superávit en la capital superior a 90%.
Pero julio ha sido un mes diametralmente opuesto, aunque también ha registrado inéditos records.
Un gran área ciclogenética y un poderoso río atmosférico: anuncian intensas lluvias a partir del jueves
A la fecha no anota precipitaciones, y considerando el pronóstico a tan solo dos días de que finalice el mes, culminaría sin agua caída, fenómeno que no ha ocurrido nunca en la historia de Santiago desde que existen registro fiables.
Según la estadística de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), desde 1969 a la fecha, siempre ha llovido en Santiago durante julio. Destaca el año 2006 con 130 mm en julio, 2001 con 186,6 mm, 1987 que registró increíbles 354,9 mm en julio y 1984 con 245,9 mm.
Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, señala que “el cambio climático ha hecho que estos meses secos se presenten cada vez con mayor frecuencia. De los 10 meses de julio más secos registrados en la capital, cinco han ocurrido desde 2012. La última vez que tuvimos un mes de julio extraordinariamente seco fue en 2021 cuando cayeron en la capital apenas 0,6 mm”, añade Cordero.
Sin embargo, agosto traería de vuelta las precipitaciones a la capital. Carlos Torres, meteorólogo de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), señala que se espera que ingrese un sistema frontal a partir del jueves, “que debería llegar a la Región Metropolitana con lluvia durante la noche de ese día y la madrugada del viernes”.
“Se va a extender durante todo el viernes, y el sábado. Los últimos análisis indican que serían entre 20 y 30 mm en los valles, y en torno a 25-35 mm para sectores precordilleranos. Vendría también con rachas de vientos de 20 a 30 km/h”, explica Torres.
El fenómeno climático será generado por un gran área ciclogenética y un intenso río atmosférico de categoría 4 (la 5 es peor y la 1 la que menos impacto genera). Cordero explica que una zona ciclogenética es la zona en donde se presentan las condiciones favorables para la formación de un ciclón, “es decir, una tormenta”, argumenta el climatólogo.
Un gran área ciclogenética: vórtice polar y la influencia de La Niña
Es posible que la vuelta de las precipitaciones en la zona central también sea ve influida por el débil vórtice polar. “En la Antártica se registró durante este mes un calentamiento estratosférico súbito que debilitó el vórtice polar aumentando las chances de que tormentas se escapen desde el océano Austral hacia la zona central de Chile”, agrega Cordero.
Este último también establece que durante todo este invierno hemos tenido frecuentes configuraciones sinópticas que al bloquear el paso de tormentas en el océano Austral, las desvían hacia la zona central. Tuvimos una configuración como esa en mayo, otra en junio, y comenzaremos agosto de la misma manera.
Es decir, sostiene, “aumentan las chances de olas de frío, pero también de que se escape alguna tormenta desde el océano Austral hacia Chile centro y centro sur. Esto significa que, aunque La Niña termine desarrollándose en los próximos meses, es poco probable que lo que resta del invierno sea extraordinariamente seco”, finaliza Cordero.
Según los últimos reportes de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (Noaa, su sigla en inglés), existe un 70% de probabilidades que el fenómeno de La Niña llegue en agosto.
“El desarrollo de La Niña hace poco probable que este segundo semestre sea tan lluvioso como el primero. Quizás eso ayuda a entender la pausa en las lluvias del último mes, pero fue solo una pausa, ya que el jueves vuelve a llover…”, sostiene Cordero.
Para que sea declarada oficialmente, las temperaturas en el Océano Pacífico Central deben permanecer bajo 0,5 °C de lo normal durante al menos tres meses seguidos, situación que probablemente sucederá.