“Porque no tenemos nada, lo queremos todo”.
Con esta famosa frase, el dirigente nacional Carlos Dittborn (fallecido poco antes del evento), terminaba por conseguir algo que parecía imposible para Chile: organizar un mundial de fútbol. Por primera vez la cita planetaria se realizaba en suelo nacional, lo que significó un importante evento que impactó y trascendió mucho más allá de lo deportivo; tuvo un fuerte efecto en lo social y cultural.
Chile había sufrido recientemente el terremoto de Valdivia (1960), el más grande y potente del que exista registro en la historia. El país estaba golpeado, aún reconstruyendo ciudades y calles, cuando se desarrolló la cita planetaria, la que comenzó un 30 de mayo de 1962, hace 60 años.
El evento deportivo, que se realizó en cuatro ciudades (originalmente eran ocho), Arica, Santiago, Rancagua y Viña del Mar, constituyó una gran celebración nacional, el país giró por completo en torno al Mundial. Apenas Dittborn y compañía recibieron la aprobación de la FIFA para la organización del 7º Campeonato Mundial de Fútbol (en ese entonces llamada Copa Jules Rimet), el país comenzó a organizarlo.
Significó una fiesta deportiva, pero por sobre todo una fiesta social. En los meses previos, y durante el desarrollo del evento, la efervescencia de la gente se notaba en todo momento, en calles, y en la cancha, llenando todos los estadios. El país entero estaba comprometido con la causa, desde altos cargos públicos hasta el hincha que juntó peso a peso por una entrada en galería. Se reunieron esfuerzos públicos y privados.
José Pedro Hernández, historiador y académico de la Universidad de Las Américas, señala que Chile había vivido recientemente el más grande terremoto que ha registrado la humanidad, “es por esto que el Mundial del 62 tiene un significado muy importante para el país, ya que Chile se había comprometido ha realizarlo, y es por eso que, esto fue una forma para demostrar al mundo, que través de este gran evento, el país era una nación seria y que cumplía con sus compromisos, y a la vez, que estaba en vías de crecimiento”.
Las oficinas públicas, los bancos, los colegios y escuelas, las universidades, las empresas, el comercio, todas las actividades se acomodaron y prestaron para su desarrollo.
Hernández dice que el Mundial de 1962, “es hasta el día de hoy, el evento deportivo más grande que se haya realizado en suelo nacional, principalmente debido al significado y a la magnitud que tuvo. En esa época, ya el Mundial de fútbol era un evento que llamaba la atención de muchos aficionados, cada vez era más grande. De hecho, la cantidad de recursos que generaba, era cada vez más importante. Durante su realización, gran parte del mundo tuvo sus ojos puestos en lo que sucedía, fue una vitrina. Además, la Copa del Mundo volvía a Sudamérica, luego de dos mundiales en Europa. Había que mostrar algo distinto, más aún en un país tan pequeño”.
Efervescencia en la gente: El Mundial como actor social
Sergio Durán, historiador de la Universidad Católica, señala que hay un ámbito donde se advirtió el impacto del mundial, más allá de lo deportivo: la televisión. “El formato en Chile comienza en 1959, pero hasta antes del 62, era un experimento básicamente. Habían muy pocos televisores, estaba manejada por universidades como la Católica en Santiago y Valparaíso, además de la Universidad de Chile, pero no había una programación estable, había mucho ensayo y error, se transmitía pocas horas al día”.
A pesar de la tragedia que significó el terremoto, Chile siguió con los planes acordados para el desarrollo del campeonato, aunque no exento de dificultades. La sociedad se unió en torno a la reconstrucción y al propio mundial, no existieron colores políticos, ni sociales, el país era uno solo. Se organizaron barras, se compusieron canciones y la televisión transmitió los partidos por primera vez de manera masiva, lo que permitió a millones de chilenos seguir los partidos desde cualquier rincón del país.
El Gobierno, a través del presidente Jorge Alessandri, al que no le gustaba precisamente el fútbol, “una vez que se produce el terremoto, mandó una carta ratificando que el mundial se realizaba. Y a la vez, apoyado por los dirigentes del fútbol, idearon un plan general de acercar a la gente al evento; se dio la posibilidad de levantar el ánimo a la población luego del terremoto. Al presidente también le sirvió como bálsamo a su gestión, por algunos problemas políticos que tenía por su administración”, explica Hernández.
¿Cómo se involucró a la población? “Esto se trabajó generalmente en las zonas urbanas, y en las sedes donde se realizó el Mundial. Esto ayudó a que la gente se sienta identificada, ya que todos contribuyeron a que el evento sea una verdadera fiesta. Los estadios estuvieron llenos (no solo cuando jugaba Chile), las ciudades estaban decoradas para recibir a las diferentes delegaciones, se generó un merchandising relativo al Mundial, surgió un himno (El Rock del Mundial), que es una canción que rápidamente se popularizó, con mucha relevancia. Tal relevancia, que hasta el día de hoy se escucha, independientemente de las generaciones. Es como un himno del país, que nos recuerda cómo fue este Mundial, cómo fue esta fiesta”, argumenta Hernández.
Los medios de comunicación de la época ayudaron mucho a generar este ambiente, “ya que hicieron coberturas antes, durante y después, resaltando cada una de las actividades, es decir, informando a la población. Para mucha gente fue la primera vez que estuvo en contacto con un televisor, y a la vez, viendo una transmisión”, añade el historiador de la Universidad de las Américas.
Fue tal el efecto que tuvo el mundial, que el fútbol dejó de ser solamente una actividad deportiva, “se transformó en un actor social, que va a abarcar transversalmente a toda la sociedad”, señala Hernández.
Parte de las mejoras que se implementaron con motivo del Mundial de 1962, tuvieron relación con la urbanización en torno al Estadio Nacional. Prueba de esto fue la construcción de la denominada Villa Olímpica, ubicada en Ñuñoa (anteriormente chacra Lo Valdivieso), con el objetivo de alojar a las diferentes comitivas y turistas que llegarían al país. Sin embargo, ésta no alcanzó a estar terminada por completo, y solo pudo alojar a algunos equipos participantes.
Sin embargo, y dando fe del momento de felicidad que vivía el país, mientras el equipo viajaba desde Arica a Santiago tras el triunfo frente a la Unión Soviética, el senador DC José Foncea invitó al capitán del equipo chileno, Sergio Navarro, a un sector reservado del avión. Como un acto de gratitud, les ofreció a cada uno un automóvil, pero finalmente, llegaron a la conclusión de que era mejor un departamento en la Villa Olímpica.
Esto se materializó una vez terminada la Villa, en septiembre de 1962, cuando se publicó en el Diario Oficial un decreto que concedió la propiedad de un departamento a cada uno de los jugadores que integraron el seleccionado nacional, como también al entrenador y su ayudante. Algunos vivieron ahí, otros lo vendieron o lo arrendaron. Incluso, 60 años después, aún viven familiares de los jugadores en los departamentos, nietos o hijos, principalmente.
Durán revela que la cita deportiva consolidó el fenómeno de la televisión en el país. “Antes del Mundial no habían más de 5.000 televisores, solo en Santiago y Valparaíso, porque no había televisión nacional. El Mundial obligó a los canales a modernizarse, a ponerse al día en lo tecnológico, para satisfacer la demanda que existía por ver el evento, el que generó mucha efervescencia”.
Los canales de televisión dieron pasos definitivos para transformarse en medios de comunicación de masa. “Ese año fueron capaces de transmitir los partidos, algunos de ellos en directo. Hay que pensar que ese año recién las cámaras comenzaron a salir a exteriores, se transmitió el discurso del 21 de mayo por ejemplo, o la Parada Militar. En un año pasamos de los 5.000 televisores que había a 20.000 unidades, algunos de éstos importados, otros armados en Chile”, establece Durán.
“El Rock del Mundial”: Más de 80.000 copiadas vendidas
La canción e himno del Mundial, llamada El Rock del Mundial, obra del grupo musical The Ramblers (también llamado informalmente Los Ramblers), marcó un hito en la fiesta. Se escuchaba en las radios y en cada esquina, y si ha mantenido vigente, incluso 60 años después. Ejemplo de esto, es que este 11 de junio en la Sala SCD Mall Plaza Egaña el grupo se presentará, justamente con motivo del aniversario de las seis décadas del evento.
Debido al fallecimiento de sus integrantes originales, la “posta” la tomaron algunos de sus herederos. Es el caso de Jorge Rojas Cossio, actual director del grupo, e hijo de Jorge Rojas Astorga, antiguo director de la banda y responsable de escribir la canción.
Rojas señala a Qué Pasa que la canción salió a mediados de abril de 1962, con una edición de 1.000 discos por parte de RCA Victor, y fue una verdadera locura. “Cada radio comenzó a mandar a sus representantes para obtener varias muestras, por los que esa primera edición desapareció en unos días, y sacaron una segunda edición de 3.000 discos más. También “volaron” y eso que aún no salía a la venta, por lo que la empresa decidió poner sus dos máquinas a producir el Rock del Mundial, día y noche (durante casi un mes). Con eso se logra en dos meses llegar a vender entre 30 mil y 40 mil discos. Durante el año un total de 80.000, todo un récord para Chile”.
Según palabras de mi padre, recuerda Rojas, “sin que se lo pidiera el comité organizador, creó la canción, porque tenía la idea de hacer negocio, como la mayoría de los chilenos en esa época. Como mi abuelo tenía una imprenta, y mi papá trabajaba con él desde joven, pensó en hacer gorros, cintillos, todo de papel. Pero a pesar de eso, se necesitaba una inversión millonaria, para hacerlo y venderlo. Al final era una inversión muy grande, y no había cómo sostenerlo. Dado eso, un tío le dice que haga una canción, y ahí empezó a trabajarla, la que finalmente hizo en tres o cuatro días”.
El Rock del Mundial fue una inyección anímica para el evento deportivo, “levantó a la juventud, la que se empezó a impregnar de ganas con el Mundial de fútbol. El tema se empezó a tocar, ‘los cabros’ se volvían locos, porque era rock & roll, era transgresión, era animosidad, energía, fuerza, ganas. Produjo un efecto multiplicador y masificador. Fue un antes y un después en la música popular chilena”, añade Rojas.
El hijo del creador de la canción ícono, dice emocionado. “¿Cuántos músicos en el mundo han tenido la posibilidad de hacer lo que hizo mi padre? Marcó un hito social, que trasciende, cultural, musical, transversalmente. ¿Cuántos músicos pueden darse el gusto de hacer algo así? Este legado, más que por mi padre, es un legado del país”.
Desde camisetas a zapatos de fútbol
El Museo de la Moda inaugura hoy una exhibición con más de 140 piezas de colección celebrando los 60 años desde su realización. Algunas de la piezas que destacan son camisetas de la selección chilena usadas por Misael Escuti, Luis Eyzaguirre y Leonel Sánchez, así como zapatos de fútbol usados por Honorino Landa, Jaime Ramírez y Mario Zagallo.
Jorge Yarur Bascuñán, director del Museo de la Moda, explica que “el Mundial de 1962 ha sido la única vez que todo Chile se une por una sola causa, sin importar clases sociales, ideas políticas o religiones. Esta exhibición es un homenaje a los jugadores, dirigentes y personas que vivieron e hicieron posible este espectáculo mundial, cuando Chile era un país pobre, pero con su identidad y valores bien puestos”.
El museo tiene la colección más grande del país del Mundial de 1962, “porque desde niño escuché a mis padres hablar de los partidos, de cómo jugó Chile –asistieron a todos los partidos de la Roja- y de la importancia de esta fiesta deportiva parala unidad nacional. Incluso mi padre, Jorge Yarur Banna, apoyó desde Yarur S.A. la impresión del programa oficial del campeonato”.
A esto último se suma el reciente lanzamiento del libro 1962: Los secretos del mundial imposible, el que describe los sucesos de un evento que estuvo marcado por la épica y audacia de sus organizadores, quienes debieron sacar adelante la tarea a dos años de ocurrido el terremoto de mayor intensidad que registra el planeta. La publicación contiene crónicas históricas que mezclan lo ocurrido en el ámbito deportivo mundialista con el entorno social, político, cultural y económico, en una época compleja, colmada de constantes cambios y polarizada ideológicamente.
Enrique Corvetto, autor del libro, señala a Qué Pasa que el Mundial fue una fiesta donde los chilenos por un par de días estuvieron pendientes del certamen, pero sobre todo de su selección. “Había expectación y en los encuentros familiares y en los cafés, los temas giraban en torno al evento. A esto ayudó mucho el Rock del Mundial del grupo The Ramblers. La incursión de la televisión también jugó un rol fundamental al exhibir los partidos, por tanto, fue otro quiebre social relevante. En los sectores de clase media había en promedio un aparato por cuadra, lo cual hacía que los vecinos se reunieran en torno a este hito”.
Pienso que Chile a partir de la frase de Dittborn (”Porque no tenemos nada, lo queremos hacer todo”), más el sobreponerse al terremoto y organizar igual un Mundial, sumado los laboriosos triunfos del país -y en especial por el tercer puesto a Yugoslavia jugando con tres lesionados en cancha-, “colaboraron a conformar una identidad ligada al esfuerzo, a la valoración del sacrificio y de la voluntad como medio para alcanzar lo que parece imposible de lograr”.
Éxito financiero y progreso económico
La copa, a pesar de todas las adversidades, resultó un éxito total, logro reconocido por la propia FIFA. Su vicepresidente en aquel entonces, Ottorino Barassi, declaró una vez finalizado el evento, que Inglaterra (donde se realizó el siguiente Mundial), tendría que tomar como modelo lo realizado en Chile, “si quiere tener con su Copa el mismo brillo que la realizada por los chilenos”.
También resultó ser un éxito a nivel económico y financiero. El balance definitivo estableció un ingreso total de US$ 3.873.000, con un remanente para el país de US$ 1.572.076. Estos números lo convirtieron en el Mundial con las más altas recaudaciones (en aquel entonces) y utilidades desde su fundación, destacando los dos partidos con mayor recaudación en la historia del fútbol (hasta 1962).
Significó un importante progreso a nivel nacional. Además de los estadios, los que una vez finalizada la Copa del Mundo, quedaron a disposición de diferentes actividades, se repararon calles, se mejoró la iluminación, el turismo también se vio favorecido con la llegada de las distintas delegaciones e hinchas. Fue una fiesta total. Un año prodigo y prodigio a la vez, según relatan los medios de la época.