El cambio climático en Chile ha causado un daño severo en icónicas reservas de agua como el río Cauquenes, el lago Peñuelas o la laguna Aculeo. Un estudio de la Universidad de Chile sobre esta última, ubicada en la comuna de Paine, confirma que el principal factor es la disminución de las precipitaciones desde hace una década.
El fenómeno comienza a replicarse en otros lugares de Chile, y su “última víctima”, se encuentra en la comuna de Pucón, Región de la Araucanía, al noreste del Lago Villarrica y al este del Parque Nacional Huerquehue: el lago Caburgua.
Según la organización Vigilantes del Lago, ya ha sufrido una dramática disminución de su caudal en los últimos diez años. Y eso no es todo, ya que en la próxima década, la situación incluso podría ser mucho peor.
Aseguran que de no mejorar la situación hídrica en los próximos 10 años, el lago Caburgua triplicaría su déficit y se convertiría en un río.
Debido a la escasez de precipitaciones (y otros motivos aún en estudio), el curso de agua se ha visto seriamente afectado en los últimos años. Solo en 2022 presenta un déficit de 235 metros en relación a su cota máxima, cifra aún más negativa que la registrada en 2021, a pesar de que en algunos momentos presentó leves señales de mejoría. Según estima la organización Vigilantes del Lago, iniciativa de la Fundación Red de Nuevas Ideas, apoyada por el Ministerio del Medio Ambiente a través del Fondo de Protección Ambiental, en una década, esa cifra podría llegar a 700 metros.
Víctor Durán, líder del proyecto Vigilantes del Lago, señala que luego de dos semanas que el lago mantuvo su nivel, “esta semana bajó 1,6 metros en plano horizontal en el sector de playa negra, y probablemente esta baja sea mayor a la del año pasado. Todo parece indicar que se debe al cambio climático, pero debemos esperar como se comporta durante un año (hasta mayo de 2023), ya que en mayo de 2022 comenzamos las mediciones”.
“No cabe duda que la causa principal de la baja del nivel del agua se debe principalmente a la falta de precipitaciones”, asegura Carlos Barra, alcalde de Pucón.
Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, indica que aunque es probable que la intervención de afluentes juegue un rol, es muy probable que la situación de este lago esté influida por la caída de precipitaciones. “La zona centro sur del país, al igual que la zona central, ha estado perdiendo precipitaciones desde los años 80, a un ritmo de entre 7% y 8 % por década. Eso significa que en promedio las precipitaciones anuales en esa zona son actualmente un 30 % más bajas que las que existían en la década de los 80″.
La enorme influencia de las precipitaciones se ve refrendada por el hecho de que los mayores retrocesos se hayan observado en la última década, que ha estado marcada por una intensa y larga sequía. “En general, todos los lagos que dependen mayoritariamente de las precipitaciones y de los derretimiento de nieve estival, están amenazados por la caída de precipitaciones asociada al cambio climático”, añade Cordero.
Aunque, reconoce el climatólogo, “no sorprende que este año no se haya observado una recuperación en el nivel del lago, pues para lo anterior, se requieren superávits de precipitaciones. Si bien este año las lluvias fueron superiores a las del año pasado, evidentemente no fueron suficientes para recuperar los niveles que son considerados normales para el lago. Afortunadamente, estamos hablando de un cuerpo de agua suficientemente grande como para que no veamos su desaparición completa en el corto plazo, las probabilidades son bajas”.
Cordero establece que el déficit actual hace muy difícil recuperar los niveles en ningún lago. “De la misma manera que la laguna de Aculeo o el embalse Peñuelas tampoco se han recuperado”.
Otra mirada tiene la Dirección General de Aguas (DGA), quienes establecen que “el lago Caburgua ha presentado una recuperación de cuatro metros desde abril a la fecha, lo cual coincide con el período de mayores precipitaciones en la época invernal y los aportes de los afluentes naturales como el río Blanco”.
Diferentes motivos: un solo afectado
Con una superficie de 53 km², por el lago pasan fallas sísmicas pertenecientes a la falla Liquiñe-Ofqui, lleva años afectado por la escasez hídrica. Los motivos iniciales que se barajaban, tanto por parte de vecinos como autoridades, eran varios. Cambio climático, falta de precipitaciones, desvío de aguas y la posibilidad de fisuras subterráneas, generadas a partir del terremoto que afectó al sur de Chile en 2010.
Incluso se añadía otra opción. Según el relato de familias que viven hace más de un siglo en el lugar, el lago vivió una situación con características similares a comienzo de los años 40, es decir, hace 80 años. Esto podría explicar lo sucedido actualmente, atribuyéndolo a un fenómeno cíclico.
El tema llegó a manos de autoridades ambientales y comunales (entre ellas, la seremi del Medioambiente y la Dirección General de Aguas), través de una mesa técnica, para poder resolver la situación.
Un estudio de la Universidad Austral encargado por la Fundación Caburgua Sustentable, determinó que el desvío de agua del río Trafampulli era el principal motivo de desabastecimiento, todo esto motivado por la construcción de un dique (el que fue destruido este año), que no dejaba que más de dos metros cúbicos por segundo de volumen de agua se dejen de verter en el lago.
La investigación de la U. Austral cuantificó la magnitud del efecto del desvío del río y determinó la manipulación del curso natural de éste. El río Trafampulli corre desde la cordillera de Los Andes hacia el poniente, con un régimen que se alimenta de lluvias y nieve. Hasta 2007, era uno de los más importantes afluentes del lago Caburgua, después del río Blanco que es su principal medio de llenado, establece el informe.
El estudio de la Universidad Austral estima que desde 2007 a la fecha, si se multiplica 31.500.000 metros cúbicos por año, da un total de 473.000.000 metros cúbicos, que sería la estimación conservadora de cuanta agua se ha dejado de vaciar desde el río Trafampulli al lago Caburgua, desde la construcción del dique o muro.
Añade que si se toman los 473.000.000 metros cúbicos calculados (a los que se les interrumpió su curso), y se dividen por la superficie del lago Caburgua, que es de 53.000.000 de metros cuadrados, queda un resultado de 8,92 metros. Como conclusión, estos 8,92 metros, calculados de manera conservadora, son la altura de la columna de agua que se le ha quitado al lago Caburga en estos 15 años desde que se construyó el dique.
Visiones encontradas: dos estudios de por medio
Tras conocerse el documento emitido por la Universidad Austral, Carlos Barra se dirigió hasta la Dirección de General de Aguas (DGA) en Temuco, para entregar un oficio donde solicita eliminar el dique, el que fue construido tras un oficio de la propia DGA dirigido al propietario del Fundo Llanqui Llanqui en 2007 (resolución 347), en el sector norte del lago Caburgua, situación que obligó a modificar con maquinaria el cauce del río, y de paso, construir esta muralla artificial, que cortó y secó por completo el brazo natural del río que fluía hacia el lago.
Sin embargo, la historia no culminó ahí, ya que la Universidad de Chile realizó otro estudio, titulado “Análisis de potenciales causas del descenso del lago Caburgua”, mandatado por la DGA (División de Estudios y Planificación), el que descartó que el dique sea el responsable de la disminución considerable en los niveles del Lago Caburgua, añadiendo que su presencia es irrelevante.
La investigación de la U. de Chile, a cargo de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, atribuye el problema a la disminución de las precipitaciones en la zona, añadiendo que un aumento del 20% en la caída de agua podría estabilizar los niveles del lago.
Durán señala que el estudio de la U . Austral indica que es relevante el aporte de dicho brazo del río y lo modela con un caudal de 1 m3/s. “En cambio el estudio de la U. de Chile, lo modela con menos agua (menos de 0,3 m3/s) e indica que es irrelevante, fundándose más bien en que la baja sostenida del lago Caburgua es debido a las bajas precipitaciones, provocadas por cambio climático, las que han disminuido desde 2006 entre un 22% y casi 28%”.
“Hay que considerar que el lago Caburgua desagua normalmente en forma subterránea con un caudal constante de 25 m3/s, a diferencia de los lagos con drenaje superficial que se autorregulan en la salida”, añade Durán.
El alcalde Barra, mediante el decreto 2975, declaró situación de emergencia climática y medioambiental a la comuna, exiguiendo con urgencia y de manera participativa la elaboración de una agenda local de cambio climático, con el objetivo de lograr ser carbono neutral al año 2050, y en coherencia con las directrices generales establecidas en la estrategia climática de largo plazo y el plan de acción regional de cambio climático.