El último fin de semana, Santiago y parte importante de la zona central, fueron testigos de lo que algunos meteorólogos llamaron una “tormenta perfecta”. Precipitaciones por cuatro días, temperaturas bajo 0°C y vientos superiores a 20 km/h fueron los ingredientes de una trilogía climática que hace tiempo no se vivía en la zona central.
Por eso, y en medio de una megasequía que se ha extendido por más de una década, los 10,2 milímetros de agua caída que registró la Región Metropolitana, fueron muy bienvenidos. Por algunos momentos, la situación climática hizo recordar lo sucedido en 2015, cuando se produjo el último “gran temporal” en la capital.
Además de las precipitaciones, la caída de nieve también registró cifras alentadoras. En la Estación de Monitoreo de la Universidad de Santiago la estadística indicó 25 centímetros de profundidad. En la misma fecha, pero en 2021, la profundidad de la nieve era de 0 centímetros, lo que marca un claro ascenso.
Cifras positivas en una cordillera que solo ha experimentado retrocesos en las últimas décadas y que registra un preocupante déficit de hasta 60% en su cubierta nival. Según un estudio publicado en en la revista Scientific Reports, se proyecta que incluso, la cordillera podría quedarse sin nieve en un plazo de 40 años en su zona más baja. Entre Putre y el volcán Osorno (2.500 km), ha retrocedido más de 1.200 km², el equivalente a dos veces el tamaño de la ciudad de Santiago.
Por eso, Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, dice que una de las buenas noticias de las precipitaciones registradas en los últimos días en el centro y centro sur del país fueron las nevadas. “La superficie cubierta de nieve en la zona central se acercó a valores típicos para la fecha, es decir, alrededor de 15.000 km² de nieve, entre La Serena y Chillán”.
Aunque, tanto la cobertura promedio como la persistencia nival, ha disminuido en las últimas décadas como consecuencia del cambio climático, “sigue siendo un excelente notición comenzar el invierno meteorológico (1 de junio) con una cordillera nevada”, añade.
Resta por verse como continuará el invierno, “pero al menos este junio ha tenido un mejor comienzo que junio de 2021. La cobertura nivel promedio entre La Serena y Concepción registró un déficit superior a 40% durante el mes de junio del año pasado”, explica Cordero.
El climatólogo advierte que la única manera de alejar el fantasma del racionamiento para Santiago, “es mantener niveles aceptables en los embalses El Yeso y Los Aromos. Es importante que la autoridad, es decir la Dirección General de Aguas (DGA), se preocupe de mantener niveles altos del embalse El Yeso. El nivel de éste no solamente depende de las precipitaciones, sino del uso del agua que se hace en la cuenca. Actualmente presenta niveles ligeramente inferiores a los de igual fecha del año pasado (146,7 millones de m3 en 2022, 175 en 2021)”.
Actualmente, el embalse tiene un 67% de su capacidad, muy lejos del 30% que llegó a tener en 2019.
¿Cuánto depende el consumo de agua de la Región Metropolitana de El Yeso? El embalse es la principal reserva de agua para el consumo humano, totalizando cerca de seis millones de habitantes del Gran Santiago, que consume anualmente 700 millones de metros cúbicos.
La ciudad se abastece en una parte por aguas superficiales, donde el embalse es una reserva fundamental de hasta 200 millones de metros cúbicos, que equivale a un tercio del agua superficial que puede utilizar la compañía. El resto se abastece por agua subterránea, ello conforma el 20% de la matriz de abastecimiento que tiene la ciudad y que en este período de sequía extrema se está volviendo cada vez más necesaria.
Cordero explica que la reserva del embalse se usa para abastecer de agua a la capital en la época seca (primavera/verano). “Y no siempre, ya que se utiliza cuando baja el caudal del río Maipo. Cabe destacar, que puede sostener el consumo humano en Santiago por hasta tres meses solamente. Eso significa que somos vulnerables a períodos largos con caudales débiles en el río Maipo”, señala.
Cordero dice que en la estación de investigación, ubicada en la reserva ecológica Yerba Loca, a 2600 metros de altura, “se registraron hasta el día sábado 25 cm de nieve. Este valor es notoriamente superior al registrado hace un año cuando prácticamente no había caído nieve. La nieve que se acumula durante el invierno es un embalse natural, y buena parte del caudal de nuestros ríos en la zona central durante la primavera corresponden a nieve derretida”, señala el climatólogo. “Por lo tanto, de cara al complicado escenario hídrico que se prevé en la próxima temporada primavera-verano, las nevadas registradas en los últimos días son un excelente noticia”, adiciona.
La influencia de La Niña
También se registraron jornadas con temperaturas bajo 0°C, fenómeno denominado meteorológicamente como “heladas”. A la fecha, Santiago totaliza tres episodios con estas características durante 2022, lo que hace suponer, cuando aún no comienza el invierno, que la estación será muy fría.
Jorge Carrasco, académico de la Universidad de Magallanes (Umag) y doctor en Ciencias Atmosféricas, dice que las temperaturas bajo cero en la zona central son provocadas por una masa de aire polar, fenómeno que se caracteriza por ser frío, con poca humedad y vientos. “Su ingreso desde el océano Pacífico hacia el continente dejó bajas temperaturas principalmente desde Chillán al sur, aunque también alcanzó la Región de O’Higgins y parte de la Metropolitana”.
Sin embargo, “a pesar de las buenas noticias recientes, aún hay que ser cautos. Los valles continúan en la zona central presentando importantes déficit de precipitaciones. El Pacífico Tropical sigue frío debido a la persistencia de La Niña, que se asocia a bajas precipitaciones en la zona central. Aunque la oscilación antártica podría darnos un respiro la próxima semana, tendremos que esperar el fin del invierno meteorológico para poder hacer un balance”, señala Cordero.
Junio marca el inicio del invierno meteorológico, “así que es normal que se presenten temperaturas bajo cero algunos pocos días”, explica el climatólogo de la Usach.
Aunque, aclara Cordero, “lejos están los días en que en un solo día podían caer más de 55 mm de lluvia en Santiago. La última vez fue el de 3 de junio de 2002 (hace 20 años). Una de las consecuencias del cambio climático en la zona central es la baja, no solo en lluvias, sino en el número de días de lluvia. Si en los primeros días del año en Santiago solían haber nueve días de precipitaciones durante los cinco primeros meses del año, en 2022 llevamos solo tres”.