Columna de Valentina Rosas: Conversar para convivir, el verdadero desafío de la Convención

Convención Constitucional: Sesión y Subcomisiones en Palacio Pereira
FOTO: DIEGO MARTIN / AGENCIAUNO

Uno de los grandes desafíos de la Convención es hacer de la participación ciudadana una herramienta para pasar de la suma de nuestras experiencias subjetivas a un marco para la administración de la vida en común. He ahí que el origen de la palabra conversar esté tan ligada al convivir.



A raíz de la crisis sanitaria, múltiples organismos de salud han hecho referencia a la palabra infodemic o infodemia para referirse al problema del exceso de información —muchas veces no verificada— y la consecuente dificultad que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna para la toma de decisiones.

Aunque a estas alturas dicho fenómeno se ha transformado en una constante, muchos recordarán con especial agobio cuando hace casi dos años todos nuestros canales de información, desde los más grandes y tradicionales hasta el chat de apoderados, reflejaban lo que también fue un estallido de información, análisis y opiniones en cantidades difíciles de procesar para cualquiera.

En ese entonces, muchos vimos con entusiasmo como proliferaban de manera espontánea conversaciones sobre los grandes temas del país. Hablamos y debatimos de ello en cabildos, en reuniones, en encuentros gremiales, en las empresas, en la calle, en el trabajo y en la familia. Pero este favorable y necesario ánimo de participación, diálogo y deliberación política genera una importante cantidad de información, a la que consecuentemente, es difícil responder y fácil de acomodar para obtener conclusiones parciales.

Por esto, el diseño de los mecanismos de participación de la Convención Constitucional no es una tarea superficial. Ahí se definen el cómo, dónde y a quiénes escucharán —formal y transparentemente— nuestros convencionales constituyentes, cómo responderán a la ciudadanía y de qué forma esta participación influirá en la toma de decisiones. El éxito de este proceso puede permitir la elaboración de una Constitución Política más democrática y es un elemento relevante para la legitimidad de la Constituyente. Pero en esto importa tanto el fondo como la forma.

Dado que la Convención tiene plazo máximo de un año para redactar la propuesta de una nueva Constitución, es sumamente importante planificar e informar oportunamente sobre las instancias de participación y comunicación. Solo en estos últimos dos meses, las comisiones han recibido cientos de audiencias públicas, recibiendo presentaciones, informes y sugerencias en formatos y extensiones muy distintas entre sí. Ni hablar de la incuantificable cantidad de datos y documentos sobre las decisiones que se van tomando y que marean hasta al más entusiasta seguidor.

Así, debemos lograr que la participación ciudadana en la Convención sea amplia y deliberativa, hacer que los anhelos e inquietudes de las personas sean expresados, registrados y sistematizados oportunamente, pero al hacer política en medio de la aceleración de la era digital el desafío también radica en que la participación esté al servicio de la escucha mutua.

La otra cara del exceso de información se refleja en las tentadoras cámaras de eco donde tanto ciudadanos como autoridades caemos en el reconfortante ejercicio de ver nuestras creencias validadas. Pero tanta comodidad tiene un efecto en nuestra ya acotada visión de la realidad, en nuestra parcial visión del mundo que nos rodea y en un país donde conviven realidades tan distintas sin siquiera toparse, esto necesariamente termina por erosionar la democracia.

Uno de los grandes desafíos de la Convención es hacer de la participación ciudadana una herramienta para pasar de la suma de nuestras experiencias subjetivas a un marco para la administración de la vida en común. He ahí que el origen de la palabra conversar esté tan ligada al convivir.

Porque solo una participación sin apellidos, una participación transparente, inclusiva y sobre todo efectiva permitirá que la nueva hoja de ruta que se trace sea más representativa de los anhelos que la gente tiene para construir un mejor país donde vivir y convivir.

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