Esta semana la socióloga Lucía Dammert y la politóloga Pamela Figueroa, ambas docentes de la Universidad de Santiago, lanzaron el libro “Cómo funciona nuestra democracia”, editado por ambas, que tiene como objetivo analizar desde distintas y variadas perspectivas la democracia chilena en colaboración con un grupo de académicos y académicas.
En el libro lanzado el pasado 18 de enero se plantea que Chile atraviesa por un “momento histórico”, en que no solo se enfrente una crisis de legitimidad y confianza, sino que también se han intensificado los cuestionamientos a la desigualdad y la discriminación.
En esta entrevista, Figueroa, quien ayer fue designada por el Senado como integrante del Consejo Directivo del Servel, comparte sus conclusiones sobre las distintas miradas presentadas en el libro y las relaciona con el trabajo que ha desarrollado la Convención Constitucional durante sus seis primeros meses.
Luego de analizar las distintas miradas planteadas en el libro, ¿llega a alguna conclusión con respecto al funcionamiento de la democracia?
Las conclusiones que uno puede sacar es que hay muchas preguntas. Estamos en un momento en que hay más preguntas probablemente que certezas. También es muy claro que hay un cambio importante de ciclo, que hay cosas que se están cerrando y otras que están empezando, sobre todo la incorporación de nuevos actores al proceso político. Entonces, el tema género, el tema medioambiental, el tema pueblos originarios, son temas que hoy día parecen muy presentes, muy como obvio que tienen que estar. Pero que si uno mira en perspectiva histórica eso no era tan claro.
En el libro se hace énfasis en que la Convención de alguna forma abrió la puerta a una paridad que no se había visto y que es una actividad política distinta que no había ocurrido...
Uno podría decir que es una innovación democrática porque es bien paradójico además...
¿Por qué es paradójico?
Porque no ha cambiado la composición social. No es que ahora existan más mujeres que hombres, sino que en la misma composición social lo que cambió en el fondo fue el diseño institucional, la estructura institucional. Y eso implica la visibilización de las mujeres como actores políticos, o sea, con la autonomía política de participar, de decidir.
¿Cómo imagina que se podría consagrar la igualdad entre hombres y mujeres en el proyecto de nueva Constitución?
Hay varias cosas. Lo primero es que ya que exista paridad en la Convención Constitucional, genera un giro en el debate. Eso no necesariamente significa que todo el texto constitucional vaya a tener una perspectiva de género, pero sí creo que ayuda mucho. Me parece que la idea de la igualdad y no discriminación es un elemento que puede estar. En Chile pasamos a tener una ley de cuotas en 2015 y ya el 2020 la paridad. Como que fue un salto bien rápido pero muy lento comparado con otros países de América Latina. Esa representación política probablemente también va a estar plasmada en la Convención.
Hace dos semanas la Convención cambió su mesa directiva y asumieron nuevas figuras. Llama la atención que, tanto la presidenta como el vicepresidente, son independientes, ambos con experiencia en salud pública y que han explicitado un énfasis en la comunicación. De hecho, abrieron un canal para enviar información directamente a las radios regionales y medios locales, están haciendo un punto de prensa al día. ¿Cómo ve esta nueva mesa?
Eso habla un poco de los nuevos tiempos sociales y políticos que vive Chile. Es cierto que la comunicación es parte de la democracia, o sea, la democracia es diálogo y es comunicación. Los capítulos de Kathya Araujo, Tomas Jordán y José Francisco García de “Cómo funciona nuestra democracia” hablan sobre la autoridad y sobre los desafíos constitucionales, y también abordan esa perspectiva. O sea que lo que hay ahora es una incorporación de la ciudadanía de una manera distinta a como tradicionalmente se incorpora la ciudadanía a los procesos políticos, que era mucho más como jerárquico. Ahora tenemos una sociedad que es más horizontal, que hay mucho más acceso a la comunicación.
Específicamente sobre las duplas presidenta-vicepresidente, ¿identifica grandes diferencias entre lo que fue el periodo de Elisa Loncon con Jaime Bassa y cómo se han desempeñado Elisa Quinteros y Gaspar Domínguez?
Sí, porque también son momentos distintos. Creo que es muy interesante lo que pasó en la Convención Constitucional de la decisión de la propia presidenta Elisa Loncon, cuando se elige con su vicepresidente Jaime Bassa, que toman la decisión de que, a mitad del mandato, se elegiría una nueva mesa y que además se elija una mesa ampliada que permita incorporar todas las voces que están representadas en la Convención. Esas decisiones son innovadoras, porque en general la propia autoridad tienda a ampliar las estructuras de toma de decisiones. A la primera mesa le correspondió instalar la Convención. Y ahora viene otra mesa, que tiene otro tono, porque han priorizado la comunicación. La nueva presidenta con el vicepresidente están buscando retroalimentar con la ciudadanía y con otros actores de la sociedad las decisiones que está tomando la Convención, porque entienden que son decisiones para el largo plazo. Por tanto, tiene que haber una circulación de ideas de proyecto entre la Convención y la sociedad.
En el sentido de los plazos, sabemos que esta semana varias de las comisiones tienen programado empezar con las votaciones de las distintas normas que han recibido. ¿Ve posible que se logre cumplir con el cronograma puesto?
El cronograma es bien claro, bien transparente. Me parece que ellos han hecho un ajuste de realidad, por ejemplo, invirtiendo el diseño inicial de las semanas territoriales durante todo el período. Lo más relevante del proceso ahora es que los convencionales tienen un mecanismo de toma de decisión que es el trabajo en las comisiones, pero luego las normas se deben aprobar por dos tercios. Ellos están muy conscientes de que tienen que construir grandes mayorías y uno va viendo cómo se van moviendo las posiciones. Eso creo que es clave. De hecho, hay varias condiciones que están bien avanzadas, como el tema de regionalización.
Es cierto que hay algunas comisiones que están bastante avanzadas, pero en las últimas semanas han aparecido algunas quejas dentro de la comisión de Derechos Fundamentales, que recién aprobó su cronograma esta semana. ¿Ve que peligra la discusión de normas importantes como el catálogo de derechos porque se tendría que hacer en poco tiempo?
No me parece. Me parece que la forma de trabajo de la Convención que fue establecida en los reglamentos va a permitir ir arreglando en el camino esos traspiés que puedan ir teniendo. Ahí va tener un rol importante, no solamente los coordinadores de comisión, sino que también la mesa directiva. Tal vez hay más ansiedad en distintos actores de la sociedad de querer saber cómo se avanza, pero me parece que hay un procedimiento claro, hay personas asignadas, ha habido amplios procesos de audiencias públicas y de participación.
¿Confía en que se va a poder lograr presentar el proyecto de nueva Constitución en la fecha correspondiente?
Me parece que sí, que la planificación de la Convención se ha ido ajustando para poder ir cumpliendo esos plazos. Tener límites de tiempo es bueno para tomar decisiones, sobre todo cuando las decisiones son colectivas. Creo que todo se ha ido haciendo, se hicieron las audiencias públicas, las iniciativas populares de norma. También los colectivos van a ir construyendo los acuerdos, alianzas entre distintos grupos, sabiendo que no hay ningún colectivo dentro de la Convención que tenga una mayoría para ir avanzando en las normas. Creo que no estamos todavía en un momento para preocuparnos por ese punto.
Tanto en el libro como en su participación en las audiencias públicas diagnosticó que actualmente existe un hiperpresidencialismo y propone avanzar a un presidencialismo parlamentarizado. La comisión de Sistema Político cerró el viernes de la semana pasada su período para recibir iniciativas constituyentes sobre el sistema de gobierno. ¿Ve posible el avanzar hacia un presidencialismo parlamentario como usted propuso?
Está bastante claro es que los convencionales tienen cierto consenso en la idea de lo que han denominado un presidencialismo atenuado, algunos le han llamado presidencialismo de coalición, otros presidencialismo de colaboración. Eso ya implica un equilibrio distinto entre el Poder Ejecutivo y Legislativo. Ahora van a tener que ir definiendo qué dispositivos incorporan. Hay una tendencia en las últimas décadas a tener sistemas que se denominan híbridos, que incorporan mecanismos parlamentarizados.