Alfredo Moreno, ministro de Desarrollo Social: "Cualquier revés, por pequeño que sea, uno quisiera que no hubiera sucedido"
El ministro de Desarrollo Social e integrante del comité político hace un balance de los 60 días del gobierno y asegura que los autogoles han sido "pequeñeces" que no han hecho cambiar la ruta prefijada por el Presidente Piñera. Además, asegura que los viajes que hicieron él y Larraín a Estados Unidos responden a situaciones distintas.
Un enorme reloj digital, detrás del escritorio del ministro de Desarrollo social, Alfredo Moreno, marca implacable los días, horas, minutos y segundos que le quedan para entregar al Presidente Sebastián Piñera el informe final para el tema de la infancia, uno de los dos acuerdos nacionales que el Mandatario le encomendó sacar adelante. El otro es igual o más complejo: un plan para la paz y el desarrollo de La Araucanía, que debe tener afinado a mediados de agosto. Por lo mismo, Moreno defiende la gestión del gobierno en estos dos primeros meses, a los que califica de exitosos, pese a la seguidilla de autogoles y errores cometidos por las nuevas autoridades. También refuta las críticas desde el oficialismo a su estilo de trabajo.
En las primeras semanas del gobierno los llamados "errores no forzados" estuvieron en manos de ministros debutantes: Emilio Santeli-ces y Gerardo Varela. Hoy están en el centro de la polémica el titular de Hacienda, Felipe Larraín, y el de Justicia, Hernán Larraín. Parece que la experiencia no garantiza la falta de polémica…
Tenemos que poner las cosas en perspectiva. Este es un gobierno que lleva 60 días y creo que ha sido inmensamente exitoso, ha ido de frente a tratar de resolver los problemas más complejos: la migración, los problemas de la infancia, todos lo que temas que sabemos del Sename, lo que estamos haciendo en materia de seguridad, donde hay una comisión nacional buscando acuerdos en esa materia, la salud. El gobierno ha tenido un rumbo claro. Creo, además, que ninguna de las situaciones que ha mencionado va a hacer cambiar el rumbo del gobierno. Uno siempre puede tener un revés pequeño en una cosa o en otra, pero lo esencial, y eso es lo que han apreciado los chilenos, es este curso que estaba fijado desde antes y que el Presidente y el gobierno han mantenido en muy buena forma.
¿Estos traspiés hicieron perder al gobierno el control de la agenda?
Efectivamente, cuando pasa una cosa específica en un día, el tema del día es eso. Pero creo que lo esencial está en los temas que ya mencioné.
¿Debieron haberse resuelto de forma más rápida las desprolijidades y errores?
Los traspiés han sido muy menores y este es un gobierno que lleva recién 60 días, es un equipo grande, muchos ministerios, mucha gente que hay que nombrar, que hay que echar a andar, siempre hay cosas en las que uno dice: las pude haber hecho de esta manera o de esta otra, pude haberlo hecho más rápido.
¿Cuál es su opinión del viaje del ministro Larraín a Harvard?
Él hizo un viaje importante, dio una conferencia relevante. Creo necesario hacer una distinción entre lo que hice yo y lo que hizo el ministro Felipe Larraín. Yo tengo un hijo que está estudiando en la Universidad de Chicago, que es donde yo fui y, por lo tanto, tenía una razón familiar. Nada de eso tiene relación con el caso de Felipe Larraín. Son circunstancias completamente distintas. Él no tenía ninguna razón personal ni familiar para estar ahí. Él estaba haciendo una conferencia como ministro. Lo que está sucediendo en este caso es básicamente que se está colocando el foco donde no corresponde. Está bien que la gente juzgue si corresponde o no, pero esto entra dentro de las pequeñeces. Yo creo que Felipe está haciendo una gran tarea como ministro de Hacienda. Tiene un gran apoyo a lo que está haciendo. Tenemos al mando de las finanzas públicas a una gran persona, a un gran profesional y que está dejando sus mayores esfuerzos en salir adelante. La gente, la prensa, tiene todo el derecho de decir esto o lo otro respecto de este tema, pero lo esencial es lo que estamos hablando.
El que usted tuviera que explicitar las circunstancias en que hizo el viaje a Chicago, para el cual pidió un día administrativo y pagó de su bolsillo, demuestra el impacto que tuvo en la opinión pública el viaje de Larraín a Harvard financiado con platas fiscales. ¿Fue un error del gobierno el tratar de minimizar ese hecho y no exigirle a Felipe Larraín que diera disculpas y pagara de inmediato el dinero del viaje para zanjar el tema?
Muchas de las cosas que plantea se hicieron, el viaje era público, todo el mundo lo conoce, toda la información respecto de este tema está disponible, nunca se ha presentado de otra manera, la Universidad de Harvard ha devuelto parte del dinero, él ha puesto la diferencia por si la Contraloría estimara que tiene que pagarse de manera personal, él está esperando que la Contraloría defina eso. Pero insisto, lo que importa aquí son las grandes materias que está haciendo y si es la persona idónea, y a mí me parece que es completamente la persona que tiene más experiencia, está en esto por sus talentos y capacidades. Él ha hecho una gran tarea y tenía justo mérito haber hecho lo que él hizo respecto de este viaje.
¿En qué pie queda la política de austeridad impulsada, precisamente, por el ministro de Hacienda, cuando las críticas se han centrado en el mal uso de recursos públicos?
Este es un tema muy importante. Chile requiere ser especialmente cuidadoso con los recursos públicos, porque la situación fiscal es compleja. En eso no nos podemos equivocar. Todos aquellos países que pretenden salir adelante gastando lo que no tienen, son simplemente beneficios efímeros y después los que más la sufren son los más pobres cuando esos recursos se tienen que dejar de gastar y se tienen que suspender esos programas, mire lo que ha pasado en los países que nos rodean y también en algunos momentos de la historia de Chile. En ese sentido, esto es una lección aprendida dentro del gobierno.
¿En el comité político se han dado instrucciones a los ministros para que no se repitan estos autogoles?
Es natural, uno siempre quiere hacer las cosas mejor y, por lo tanto, cualquier revés, por pequeño que sea, uno quisiera que no hubiera sucedido, y si ocurre, ver cómo lo va a corregir.
¿Le hubiera gustado que se corrigieran de otra forma?
En general, creo que se han corregido de buena forma. Ha sido rápido y de una forma en que se respetan las instituciones y eso hace sólida la institucionalidad de Chile.
Tras las presentaciones ante Contraloría por parte de la oposición, en el gobierno hablan de un "clima de crispación política". ¿Está de acuerdo con esa afirmación o fue una mala salida ante los propios errores?
Los partidos, la gente, tienen todo el derecho de recurrir a la Contraloría, al Tribunal Constitucional, a los tribunales, a las fiscalías. En eso no hay dos opiniones y no hay problema. Cada uno tiene que ver cuándo ocupa cada una de esas cosas. El tema está en el ánimo y la forma con que se hacen las cosas, dónde se pone el acento. La oposición tiene que hacer su tarea y naturalmente parte de esa tarea es fiscalizar, y cuando corresponda tiene que ser una fiscalización fuerte, contundente, informada, y poner luz donde pueda haber oscuridad. Nadie está diciendo no me fiscalice, no use sus atribuciones, por el contrario, hay total aceptación de las atribuciones que tiene cada órgano del Estado. Lo que se ha señalado en esta materia es un punto político, no es respecto de los procedimientos, ni de cómo funciona el país, y tiene que ver sobre dónde ponemos el foco y cómo nos tratamos. El planteamiento del Presidente y a lo que ha convocado el gobierno, pero también a la oposición y a la sociedad civil, es busquemos ciertas cosas que son cruciales, que son básicas, en las cuales no nos hemos puesto de acuerdo por décadas, porque las hemos dejado de lado o porque ha sido muy difícil ponernos de acuerdo, por ejemplo, La Araucanía, la infancia, la seguridad ciudadana, en esas cosas por qué no buscamos un acuerdo nacional, por qué no buscamos trabajar entre todos, y frente a eso ha habido gente que ha respondido de manera muy generosa, me refiero a gente de la oposición, de la sociedad civil, pero hay algunos otros que en estas situaciones que hemos mencionado más bien han buscado el beneficio político pequeño, la ventaja pequeña, poner el foco donde no está la cosa grande, relevante para el país. A eso se refiere el planteamiento del gobierno.
¿Cuáles son las diferencias más significativas que usted ve respecto de lo que fue el proceso de instalación del primer gobierno de Piñera?
Yo creo que hay una diferencia grande, porque no solo el Presidente, sino todo el equipo tienen experiencia. En 2010 era la primera vez que la centroderecha era gobierno en décadas, costó mucho armar los equipos, hoy hay gente joven que trabajó en el gobierno del 2010 al 2014 y que hoy día tiene cargos de nivel medio-alto, pero conocen cómo funciona el sector público, gente que, además, le gustó ser servidor público, antes había personas que llamábamos y que no se acostumbraban, porque el sector público es diferente al mundo privado o a la academia. Hoy hay equipos que conocen mejor los códigos de la política, creo que también hay una coalición política que lo soporta y que lo apoya, hay una coalición que funciona como coalición, donde los partidos se han acostumbrado a trabajar de manera conjunta, y la otra circunstancia que no hay que despreciar es que el 2010, a fines de febrero, tuvimos un terremoto que hizo que todo fuera mucho más difícil, pese a que el terremoto también hizo sacar fuerzas de flaqueza.
Las quejas de RN
¿Le ha jugado en contra su calidad de independiente en el gabinete? Eso a propósito de las críticas que ha recibido de RN…
Una vez que uno está en el gobierno es parte de un equipo. Hay que trabajar con todos los partidos. Aquí el que conduce es el Presidente, él es el que nos señala las tareas, cuáles son las responsabilidades y las metas. No veo mayor inconveniente en eso. Personal-mente, estoy en el ministerio por una tarea que me ha encomendado el Presidente que a mí me apasiona, me gusta y me parece importante: Chile ha tenido un progreso enorme en los últimos 30 años, pero hay un grupo de personas que no se puede quedar atrás, que no sólo necesita que haya crecimiento económico, que haya un aumento de las oportunidades -lo que es muy importante-, sino que necesita una manito. Hay gente que está viviendo en la pobreza, que está en situación de discapacidad, tenemos en adultos mayores un problema que se nos viene encima con una fuerza enorme. Cómo enfrentamos todo eso. Aquí uno tiene la oportunidad de hacer algo relevante por esas personas más vulnerables.
Renovación Nacional se ha quejado ante La Moneda de que usted no los escucha, que hace lo que quiere, que ha beneficiado a otros partidos en desmedro de ellos al designar los cargos del ministerio. ¿Qué cree que hay detrás de las quejas de RN en su contra?
En esto hay que conversar, hay que escucharse. Tuve la oportunidad de tener el miércoles un almuerzo con todos los integrantes de la bancada de Renovación Nacional, hubo algunos comentarios como los que me señala, conversamos de lo que estamos haciendo en conjunto, fue una buena conversación en la que, además, cada uno vio las partes que no ve. Los partidos políticos tienen sus códigos, sus formas de actuar, tienen a veces elementos que uno como independiente a veces no los ve y es importante ponerse en los pies del otro y eso fue lo que hicimos, creo que ellos también lo hicieron desde el punto de vista de quién tiene que dirigir un ministerio, creo que hemos finalizado en muy buenos términos.
Ministro, ¿de cuál partido se siente más cercano, de RN o de la UDI?
Yo me siento cercano al partido del gobierno. Yo estoy aquí porque el Presidente me ha convocado y estoy encantado de trabajar con RN, con la UDI, con Evópoli y con todos los que apoyan al gobierno.
En el oficialismo ya hablan del estilo Moreno, como el de alguien que se manda solo y que escucha poco. ¿Hace alguna autocrítica?
Mi forma de trabajar es más bien al contrario, es de equipos, esto no tiene que ver con el trabajo aquí en el ministerio. He trabajado en muchas cosas diferentes y me gusta trabajar con gente muy distinta, porque si no uno no entiende bien los problemas y no puede encontrar la mejor manera de resolverlos.
La Araucanía
Desde La Moneda se hizo ver que la reducción de 11 a seis ministros que lo acompañaron en abril a Temuco era una forma de "bajarlo a tierra", de darle un baño de humildad. ¿Asumió el golpe?
Las razones fueron diferentes. Agradezco al Presidente el haberme puesto a cargo de coordinar el Acuerdo por la Paz y el Desarrollo de La Araucanía, que es una tarea muy compleja y difícil, muy importante también. Esta es la región más postergada de Chile, hemos dejado que esta situación se arrastre en el tiempo y no hemos podido evitar que este círculo vicioso siga avanzando. Para eso tenemos que trabajar con el intendente, el gobierno local, con una multiplicidad de ministerios. Viajamos en esa oportunidad con 11 ministerios, en algunos iban los ministros, seis ministros -nunca había pasado eso en La Araucanía-, los demás estaban representados por subsecretarios o altos personeros, con quienes volveremos a La Araucanía la próxima semana.
¿La falta de inversión pública en La Araucanía se debe principalmente al conflicto mapuche o hubo una suerte de abandono de esta región por parte del Estado?
El mayor problema es el abandono de la inversión privada. En los últimos siete años, la inversión extranjera en La Araucanía ha sido de cero peso. La inversión privada nacional se ha reducido significativamente y, claro, esto tiene que ver con los problemas que se viven ahí, con que hay violencia que hace que algunas cosas se detengan, a que hay campos que están a la espera por si se los van a comprar, o no hacen la inversión porque piensan que pueden hacerles algo, hay rubros que son importantes en la zona y que han dicho que no van a hacer nada más. Hay áreas nuevas en fruticultura, parronales, que ahora se pueden hacer por el cambio de clima, pero están limitados porque se requieren inversiones y las tierras mapuches que ha entregado la Conadi tiene muchas restricciones, no se pueden arrendar por más de cinco años, cómo van a hacer inversiones que requieren de 15 o 20 años, cuando se pueden hacer solo arriendos muy cortos. Hay problemas de cómo hacer uso de esas tierras por parte de las comunidades mapuches; conversando con ellos uno puede entender las limitaciones que tienen para aprovechar lo que han recibido. En segundo lugar, producto de eso, también ha habido un retraso en la inversión pública. Al haber menos actividad se justifican menos algunas cosas, por ejemplo, si pasa menos gente, es mucho más difícil justificar la pavimentación de un camino. Pero ha faltado una visión de lo importante que es esa zona de las particularidades que tiene en materia de diversidad, en materia de las dificultades que sufren las comunidades mapuches y de no haber privilegiado a estas zonas. Se declararon zonas de rezago y hubo buena intención, pero se ha traducido poco en la realidad.
Usted señaló la disponibilidad de entablar el diálogo con la CAM u otras organizaciones mapuches en conflicto, ¿ha recibido respuesta, aunque sea de manera informal?
No, no he tenido contacto con ese tipo de personas, sí con una gran cantidad de comunidades. En el mundo mapuche no hay una sola cabeza u organización. Hemos tenido contactos con una gran variedad de grupos y personas. En esto hay que unir muchas voluntades.
¿No hay temor de que la mesa quede con una pata coja si no se incorpora a estos esfuerzos a las comunidades en conflicto y que postulan la autonomía territorial?
Si logramos poner en la mesa a todos aquellos que piensan que en el diálogo está el camino para avanzar, que si bien creen firmemente en sus principios, en sus ideas, piensan que vale la pena escuchar los de otros y en que los derechos de unos terminan donde empiezan los del otro, habríamos conseguido poner todas las patas de la mesa. Las personas tienen que saber que las puertas están abiertas, que los esperamos a todos. Pero cada uno sabe si se sienta en esa mesa, tienen que tomar sus decisiones, tienen que pensar si es positivo hacerlo. No vaya a ser que la historia los deje a un lado.
A fin de mes, la Comisión de Infancia tiene que entregar un informe consolidado al Presidente Piñera. ¿Hay temas en los que hay consensos?
No me atrevería en estos momentos a decir que hay acuerdos o que hay disensos, porque estamos partiendo en el proceso de confrontar las posiciones. Tengo sí la sensación de que hay acuerdos muy amplios, que se han ido dando, básicamente, porque cuando uno conoce la realidad, ya la cosa no es un problema ideológico o de forma de pensar. A veces, uno mismo tenía una imagen de las cosas que no es la realidad, no tenía todos los elementos, le dijeron una cosa, se formó una idea, pero cuando uno ve todos los lados del problema es mucho más difícil tener disensos. Con eso no me atrevería a decir que vamos a tener acuerdo en todo, pero sí en cosas muy sustantivas y que pueden cambiar la realidad a los niños. Necesitamos un acuerdo que nos permita, en cada proyecto específico, poder aplicarlo y llevarlo a que sea una realidad. En eso no hay diferencias dentro de la comisión. Aquí el punto, es que por este camino, quizás podamos darle una ayuda al proceso legislativo en pocos días más, cuando tengamos este acuerdo.
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