Manifiesto de Rómulo Aramburú, escultor del Museo de Cera: "Dios me iluminó y dijo que tenía que ser escultor"
Estoy trabajando en una escultura del centauro. Quiero que se mueva de manera natural. Estoy usando tecnología. La idea es que sea un gallo con buen pecho, buenos brazos y movimientos artísticos. Y que te deje un mensaje para cuidar la naturaleza: estamos llegando al caos y hasta un ser mitológico se muestra ante los humanos para que nos preocupemos por nuestro planeta.
Soy de pocas palabras. Mi trabajo es un poco ermitaño. Entro al taller a buscar soledad. En el silencio uno puede escuchar; la bulla no te deja pensar.
Tenía que tomar tres micros para ir a estudiar. Me dieron una beca en la Escuela Experimental de Educación Artística en La Reina. Yo vivía en el paradero 29 de Gran Avenida. Viajaba muerto de miedo y me sentaba al lado del chofer. El primer día vi a los chiquillos con carpetas, pinceles y se vestían como querían. Era mi mundo.
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Dios me iluminó y dijo que tenía que ser escultor. Llevaba un tiempo trabajando en varias empresas, pero tenía dudas y le pedí que me iluminara. En la noche sentí una voz; la escuché. Para eso me había dado el don. Al otro día le dije a mi esposa: "Tengo 40 años y me cansé. Quiero ser escultor".
A veces digo: "¿Para qué mierda tengo este don? ¿Por qué no salí comerciante para no pasar tantas necesidades?". No puedo vivir sin esto. Es como una enfermedad. La sangre te tira y haces que tu familia sufra. Pasamos hambre. Había días en que almorzábamos arroz y cebolla frita. No teníamos más.
El problema con el Museo de Cera fue el traslado de las figuras y el poco respeto de la gente. Fui a la inauguración y todo estaba bien. Me felicitaron muchas personas. Volví al otro día y no lo podía creer. Habían cambiado de lugar a los personajes sin cuidado. Tenían los brazos para adelante, la ropa mal puesta y la luz no llegaba como quería. Se fueron deformando. A la Bolocco le cambiaron el pelo.
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FOTO: LUIS SEVILLA FAJARDO[/caption]
Al "Chino" Ríos no le pude tomar las medidas. Me contacté con una persona cercana a él. El "Chino" le habría dicho: "Hagan la hueá que quieran". No sé si será verdad, eso me dijeron. El permiso estaba listo, pero el problema era que estaba en Miami. Tuve que trabajar según las medidas que imaginaba.
Esto ha sido una pesadilla. Me enfermé y lo pase mal. Fue el final de un trabajo muy largo. Tengo sentimientos encontrados. Gracias a esto voy conociendo gente. ¿Cuándo iba a pensar que Pedro Carcuro me hiciera una entrevista? Me halaga que todo el mundo hable de mí.
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