El videoperiodista de The Associated Press, Mstyslav Chernov, había logrado salir de Mariúpol después de cubrir los primeros 20 días de la invasión rusa a esta ciudad ucraniana y se sentía culpable de dejarla.
Él y sus colegas, el fotógrafo Evgeniy Maloletka y la productora Vasilisa Stepanenko, habían sido los últimos periodistas ahí, enviando despachos cruciales desde una ciudad totalmente sitiada.
El día después, un teatro con cientos de personas resguardándose dentro fue bombardeado y sabía que nadie estaba ahí para documentarlo.
Entonces Chernov decidió que quería hacer algo más importante. Había filmado 30 horas de video en sus días en Mariúpol.
Pero la mala calidad del poco Internet que tenían hacía que fuera extremadamente difícil exportar las imágenes.
En total, cree que solo 40 minutos lograron salir al mundo.
“Esas imágenes que salieron fueron muy importantes. Llegaron a AP y después a miles de medios”, dijo Chernov. “Pero tenía mucho más... pensé que debía hacer algo más. Debía hacer algo más con esas 30 horas de pietaje para contar una historia mayor, con más contexto, para mostrarle al público la dimensión”.
La historia más grande se convirtió en un documental, 20 Days in Mariupol, un proyecto conjunto entre AP y la serie de PBS Frontline, que se estrenó a principios de este año en el Festival de Cine de Sundance en Park City, Utah, donde ganó el premio del público al mejor documental de cine mundial.
Su reportaje también recibió dos premios Pulitzer, incluido el prestigioso premio al servicio público y por fotografía de noticias de última hora.
Y ahora la película llegará a un puñado de cines de Estados Unidos en julio, comenzando por Nueva York y Chicago este viernes.
El horror de la guerra en Ucrania
Chernov sabía que había muchas maneras de contar la historia, pero pronto decidió mantenerla contenida en esos sobrecogedores primeros 20 días en los que él y sus colegas estaban en el terreno de combate para evocar la sensación claustrofóbica de estar atrapado.
También eligió narrarlo él mismo, y contar la historia como la contaría un periodista.
“Este es un lente por el que vemos las historias de los residentes de Mariúpol, la muerte, su sufrimiento, la destrucción de sus hogares”, dijo.
“Al mismo tiempo sentía que lo podía hacer. Que tenía permitido hacerlo porque soy parte de la comunidad. Nací en el este de Ucrania y un fotógrafo que trabajó conmigo nació en la ciudad que está junto a Mariúpol, la cual quedó ocupada. Así que esta es nuestra historia también”.
Como empleado de AP, Chernov estaba extremadamente consciente de mantener la neutralidad y ser imparcial.
“Está bien contarle al público sobre tus emociones”, dijo. “Simplemente, es importante no permitir que esas emociones dicten lo que muestras y lo que no... Y aunque fue narrado por mí, traté de mantenerlo justo”.
También enfrentó reacciones diferentes al hecho de que él y sus colegas estuvieran en el terreno de los ataques. Algunos les agradecieron por hacer su trabajo. Otros los llamaron prostitutos.
Algunos médicos los instaron a grabar escenas gráficas de heridos y niños muertos para mostrarle al mundo lo que había ocurrido.
Después de que Chernov dejó Mariúpol y finalmente pudo actualizarse con las noticias del mundo, le sorprendió el efecto que parecían haber tenido sus imágenes.
Siguieron en contacto con gente que conocieron durante su tiempo ahí.
Algunos se habían marchado, otros no, y se preguntaban si ellos habían afectado sus vidas.
Algunos les dijeron que sus familiares los habían localizado por las imágenes, o que habían logrado conseguir ayuda. Los médicos y los oficiales dijeron que fue más fácil negociar el corredor humanitario para la ciudad.
“No sé qué tanto de eso es por nuestras imágenes, o cuánto de eso es simplemente lo que ocurre”, dijo Chernov. “Pero simplemente me gustaría creer que sí hicimos una diferencia, porque creo que de eso se trata el periodismo, de informar a la gente para que tomen ciertas decisiones”.
Otra misión para él fue proporcionar evidencia histórica de posibles crímenes de guerra. Chernov está bastante consciente de que esa guerra ni siquiera es historia ahora. Es una dolorosa realidad en desarrollo.
Estreno en Sundance
En Sundance pudo ver la película, editada por Michelle Mizner de Frontline, dos veces con público. El filme fue ovacionado en su estreno. Y en una función posterior, Chernov conoció a varios miembros del público, quienes le dijeron que eran de Mariúpol y que sus familiares estaban escapando de la ciudad sitiada al mismo tiempo que él.
En los cines había asesores en caso de que alguien necesitara apoyo por las imágenes crudas.
“Esperaba que tuvieran respuestas emotivas y así fue. Pero al mismo tiempo ver a la gente llorar es difícil”, dijo Chernov. “Cuando llevas al público por 90 minutos a este caos, este desastre y esta violencia, existe el riesgo de que la gente se sienta demasiado sobrepasada e incluso se retraiga ante la cantidad de violencia”.
“Simplemente quieres mostrar cómo fue realmente”, agregó.
“Ese era el reto principal al tomar decisiones cuando armamos la película. ¿Cómo muestras la gravedad y al mismo tiempo no ahuyentas al público? Ya hemos tenido dos funciones y la respuesta del público es muy fuerte. La gente está llorando, la gente está deprimida y expresan toda una variedad de sentimientos, de furia a tristeza y dolor. Eso es lo que busca un cineasta. Pero al mismo tiempo, me di cuenta de que probablemente eso no es fácil para todos”.