Más de alguien podrá recordar a una persona que en su infancia deslumbraba por su inteligencia y que parecía tener un futuro prometedor, ya sea en los estudios o el trabajo, pero que a medida que llegó a su adultez su potencial se vio un poco truncado.
Lo anterior puede suceder por varios factores, como el entorno, el acceso a oportunidades o haber atravesado experiencias difíciles.
Si ese es tu caso, debes saber que no todo está perdido. Según Adam Grant, psicólogo organizacional y profesor de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), en vez pensar que ya no queda nada más que hacer para recuperar ese potencial y se ha fracasado, hay que pensar que este se puede desarrollar de forma tardía.
“La mayoría de los niños prodigio no crecen hasta convertirse en genios adultos. Y creo que eso nos lleva a subestimar realmente a los que aprenden lentamente, a los que florecen tarde”, explicó al medio CNBC.
En su último libro, Hidden Potential: The Science of Achieving Greater Things, Grant plantea que para sacarle el mayor provecho a las capacidades personales, las personas deben atreverse a experimentar nuevas situaciones, quizás antes impensadas, y asumir que en algún momento también podrían equivocarse.
Al mismo tiempo, el académico cree que las personas que desarrollan “tarde” su potencial conocen muy bien cómo transformar las debilidades en fortalezas, lo que puede ser muy útil para enfrentar los retos que aparecen en la vida.
Cómo impulsar tu potencial
Para orientar un poco a los que nacieron con capacidades innatas, pero que se sienten un poco perdidos para seguir promoviendo ese potencial, Grant planteó en su libro algunas maneras que pueden ser de ayuda en ese desafío.
1. Diversificar la forma en que desarrollas tus habilidades. Sin importar el ámbito en el que estás, como el arte, el deporte o los negocios, se recomienda encontrar vías novedosas para continuar aprendiendo y fortaleciendo lo que ya se sabe. De lo contrario, lo que podría ocurrir es el estancamiento o “agotamiento” en lo que hacemos.
Grant menciona en su libro el caso del jugador estadounidense de baloncesto Stephen Curry, cuyo entrenador iba constantemente alternando sus ejercicios con otras disciplinas.
2. Pedir consejos. Es habitual que cuando intentemos mejorar en algo solicitemos comentarios a nuestro entorno, a modo de retroalimentación. Sin embargo, eso podría ser poco beneficioso pues eso se enfoca en las acciones que se han cometido en el pasado. Lo que se recomienda es pedir consejos, dado que están focalizados en lo que realmente se podría mejorar en el futuro.
Adicionalmente, el psicólogo expresa que con los consejos se produce un fenómeno que él llama “el efecto entrenador”, donde las personas acostumbran a mejorar su propio desempeño después de que han dado consejos a otros.
3. Entender que la incomodidad es algo normal. Si bien puede ser reconfortante enfrentarnos a situaciones o actividades que se conocen de antemano, Grant sugiere que la incomodidad que entregan los nuevos desafíos son muy necesarios para impulsar el crecimiento personal.
“La sensación de que algo es incómodo es una señal de que estás a punto de aprender algo nuevo”, expresó el experto en entrevista con The New York Times.
Para el psicólogo, esa incomodidad “es una señal a la que no sólo debemos prestar atención, sino amplificarla”.