7 signos de alerta de que tu hijo podría estar enfrentando bullying, según expertos

El bullying es un fenómeno que afecta directamente en el bienestar y en el desarrollo de los niños y adolescentes.

Solo entre 2020 y 2022 se registraron 5.934 casos graves en Chile, según cifras de la organización Bullying Sin Fronteras rescatadas por El Mostrador.

Frente a este alarmante escenario, numerosos especialistas en salud mental han compartido herramientas para prevenir y abordar estas situaciones, de las cuales muchas veces los padres no tienen conocimiento.

“Es una forma de violencia que puede darse entre niñas, niños y adolescentes, y que consiste en la búsqueda intencional, deliberada y reiterada de hacer sentir al otro humillado”, explicó recientemente a Infobae la psicopedagoga y fundadora de la organización Libres de Bullying, María Zysman.

En este sentido, detalló que “para que ese otro se sienta humillado tiene que haber espectadores que apoyen a quien lo hace y no protejan o no salven a quien es puesto en ese lugar”.

“Para conseguir esa estructura de humillación, quien hace bullying va a recurrir a todo lo que pueda con tal de hacer sentir a quien es victimizado que no vale, o que vale menos y que se debería ir”, agregó la experta.

No hay una única forma mediante la cual se presenta el acoso escolar. De hecho, las agresiones pueden manifestarse tanto verbal como físicamente, mientras que también pueden darse en espacios de internet como las redes sociales.

De la misma manera, hay ocasiones en las que el bullying se presenta de forma más implícita, lo que no se traduce en que se le deba prestar menos atención.

El doctor en Psicología, Flavio Calvo, enfatizó al citado medio que “en el ámbito escolar se dan distintos tipos de violencia, y esta también varía dependiendo la edad”.

“Cuando los niños son más pequeños tienen menos desarrollada la capacidad de lenguaje, por lo que suelen ocurrir más casos de violencia física, en tanto a medida que crecen y sobre todo en la adolescencia se observa más violencia verbal y psicológica, como por ejemplo la exclusión”.

Por su parte, Zysman subrayó que también puede darse a través de actos “simbólicos”, los cuales tienden a presentarse a través de acciones como gestos o miradas.

En sus palabras, es “todo aquello que hace al otro sentirse menos y que va estructurando un vínculo basado en el desequilibrio de poder (...) esto muchas veces es percibido por los mismos niños, pero no es algo que necesariamente se vea desde afuera”.

Pese a que generalmente se da en espacios como el colegio, también puede ocurrir en otros como centros recreativos, talleres extraescolares o cursos de carácter religioso, por nombrar algunos ejemplos.

“Puede darse la misma estructura, por eso no se habla solo de acoso escolar, sino de bullying”, precisó Zysman.

Con el objetivo de que los padres puedan prevenir si sus hijos están siendo afectados por casos de este tipo, desde Unicef compartieron una serie de señales de alerta que se deben tener en consideración.

Cabe destacar que tanto quienes lo hacen como quienes se enfrentan a estas situaciones pueden mostrar diferentes signos dependiendo de aspectos como su personalidad o el nivel de confianza que tienen con su círculo.

Los especialistas explicaron que acciones como dejar de reunirse con sus amistades o no querer despegarse de los adultos a los que son cercanos son una muestra de que podrían estar sufriendo de bullying en algún espacio.

Si no tiene mayores vínculos con su entorno o deja de tenerlos de manera repentina, es probable que alguno de sus compañeros —o un grupo de ellos— esté aislándolo o acosándolo, dijeron los expertos.

Dependiendo de cada caso, los niños o adolescentes que son afectados por bullying podrían reaccionar con actitudes que imitan a las de quienes los agreden. A esto se le suma que incluso podrían llegar a molestar o agredir a otros pares, como un acto que reproduce lo que a ellos les pasa.

Tanto la suma de esos factores como si se presentan de manera individual sugieren que dicho espacio —por ejemplo, el colegio— podría ser el escenario en el que están siendo agredidos.

Según explicó Calvo a Infobae, en muchas ocasiones no es que simplemente digan “no quiero ir”, sino que también pueden aparecer “dolores físicos de estómago, de cabeza, molestias”.

En cuanto al rendimiento escolar, dijo que aquello se debe a que “se encuentran continuamente en un estado de alerta frente a los compañeros”.

A esto se le suma que también pueden aparecer síntomas de ansiedad y depresión.

Esto puede darse en hábitos como la alimentación, el humor, el uso de las redes sociales o en las actividades que generalmente disfrutan de realizar.

Las dificultades para dormir, los ataques de pánico y un temor constante pueden ser señales de que está siendo agredido en cualquiera de sus formas por otro de sus pares.

Tales puntos podrían ser signos explícitos de que están siendo golpeados por otros o de que sus materiales o artículos están siendo destrozados, con el objetivo de intimidarlos o humillarlos.

Tanto Zysman como Calvo coincidieron en que el bullying es un “problema social” que responde a un “fenómeno multicausal”, por lo que no se debe adjudicar la responsabilidad exclusivamente al colegio o a las familias.

Junto con ello, la fundadora de Libres de Bullying recalcó que “hay que intervenir ante las primeras señales”, en vez de esperar a que el escenario se agrave.

“Los padres tienen que escuchar, sea al niño o a quien le haya referido, que puede ser la mamá de otro compañero, un compañero del chico, o el hermano mayor, por ejemplo; e ir con mucho cuidado con el niño para no presionarlo. Por ahí no quiere contar todo lo que le sucede por miedo a lastimarnos, porque muchas veces tienen ese miedo”, advirtió Zysman.

Asimismo, el doctor en Psicología subrayó que “la forma de resolverlo nunca va a ser la de enfrentar a los niños que son parte de la situación”.

“Es importante que cuando se detecta una situación de bullying tanto padres, como docentes, como todo el sistema escolar puedan tomar medidas para trabajarlo con los niños y adolescentes, brindando redes de apoyo para avanzar”, añadió Calvo a Infobae.

De esta manera, Zysman sentenció: “En el caso de que los padres sean citados porque su hijo hace bullying, es espectador o sufre, lo primero es pensar que el docente está con nosotros y no en nuestra contra, y que nuestro hijo no puede portar una etiqueta de violento, ni de víctima, ni victimario sino que la idea es sacarlo entre todos de esos lugares que van ocupando”.