Para algunas personas, la vejez y la edad son un tema importante. Y es que, en general, suele ser una etapa de la vida que está asociada a prejuicios, como la enfermedad, deterioro, cansancio, falta de vida y decrepitud.
En esta línea, hay quienes creen que el “viejazo” llega a partir de los 40 años aproximadamente. En esta edad, claramente el cuerpo no es el mismo que cuando se tiene 20 años, no obstante —considerando que, al menos en Chile, la esperanza de vida promedia los 81 años—, estar en la mitad de la vida no suena nada a estar viejo.
Es por esto que definirse a sí mismo como ‘viejo’ es bastante subjetivo: hay quienes toman en cuenta la jubilación como el indicador de que la vejez llegó, mientras que otros comienzan a tener afecciones de la salud que toman como síntoma de que terminaron sus años de juventud.
Lo que sí se sabe con certeza es que diversos estudios han demostrado que mantenerse longevos y “jóvenes” tiene mucho que ver con el estilo de vida, la alimentación sana y equilibrada y el ejercicio. Este sería el secreto para vivir la mayor cantidad de años posible en un buen estado.
Claramente, para dejar de sentirse débil por la supuesta ‘vejez’ que sienten algunos, la respuesta es lo anterior: hábitos saludables. Es esto lo que, en algunos casos, hace que se de vuelta la tortilla: hay miles de adultos mayores que se sienten jóvenes, pese a su edad biológica, al sentirse activos, con energía y sanos.
Y, por si todavía no te llegaras a convencer, un reciente estudio de un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, reveló cuál es la edad exacta en la que comienza la vejez biológica.
A qué edad dejamos de ser jóvenes, según la ciencia
El significado de la vejez puede variar según las opiniones y experiencias personales, las de nuestro entorno e, incluso, según nuestra cultura. Esta inevitable etapa de la vida suele ser una construcción social —a veces llena de prejuicios negativos— que hace que las personas mayores se convenzan a sí mismos que la edad es un impedimento.
Se ha convertido en una especie de etiqueta que te encarcela en qué puedes hacer y qué ya no.
Por ejemplo, si alguien tiene arrugas en la piel y canas en el pelo, se le suele catalogar como una persona vieja que, “probablemente” tiene capacidades limitadas por su edad y que necesita ayuda para llevar a cabo su vida cotidiana.
Pero no necesariamente es así: aunque pueden haber casos similares, la realidad es que los adultos mayores pueden vivir tranquilos y saludables durante su etapa de vejez, siempre y cuando tengan una actitud más ‘juvenil’ frente a la vida, cuiden su salud y se encarguen de mantener una buena masa muscular.
En esta línea, los investigadores de la Universidad de Stanford —una de las mejores casas de estudio del mundo— realizó un estudio para determinar los cambios moleculares que tenemos los humanos en el cuerpo que tienen una incidencia en el envejecimiento y las enfermedades relacionadas con ello que son “cruciales para aumentar la esperanza de vida”.
En el análisis participaron 108 personas entre 25 y 5 años. Los investigadores los siguieron por varios años para determinar cómo cambia el cuerpo mientras transicionan los jóvenes a adultos mayores: observaron cómo y cuánto cambia el metabolismo, la regulación inmunitaria y el desarrollo de enfermedades.
“La investigación exploró los cambios que ocurren en diferentes perfiles ómicos (distintos aspectos biológicos) durante el envejecimiento humano”, se lee en el estudio, publicado en la revista Nature. Es decir, investigaron las bacterias, virus y hongos que viven en el interior de nuestros cuerpos y en la piel.
En esta línea, los científicos pudieron dividir el proceso del envejecimiento humano en tres etapas:
- La edad adulta (de 34 a 60 años).
- La madurez tardía (de 60 a 78 años).
- La vejez (desde los 78 años).
En esta línea, la vejez humana como tal sería a partir de los 78 años.
“Sorprendentemente, muchos marcadores moleculares y vías biológicas exhibieron un patrón no lineal a lo largo del proceso de envejecimiento, lo que proporcionó información valiosa sobre períodos de alteraciones dramáticas durante el envejecimiento humano”.
Aunque los científicos encontraron que los cambios en el cuerpo no son lineales en el envejecimiento, el estudio arrojó que sí habían cambios significativos en el cuerpo alrededor de los 40 y 60 años.
Es decir, “no estamos cambiando gradualmente con el tiempo (el envejecimiento no es lineal), pero hay algunos cambios realmente dramáticos. Resulta que a mediados de los 40 es un momento de cambio dramático, al igual que a principios de los 60″, aseguró Michael Snyder, PhD, profesor de genética y autor principal del estudio.
Estos grandes cambios a los que se refiere el experto serían los que nos hacen llegar el ‘viejazo’, pues afectan directamente la salud.
Por ejemplo, en personas de 40 años, los científicos de Stanford encontraron cambios significativos en la cantidad de moléculas que están relacionadas con el metabolismo del alcohol, cafeína y lípidos, las enfermedades cardiovasculares, la piel y los músculos.
Por otra parte, la función inmunológica, la función renal y el metabolismo de los carbohidratos, cafeína, probabilidad de enfermedades cardiovasculares, la piel y los músculos fueron los que cambiaron en personas de 60 años.
“Es posible que algunos de estos cambios estén relacionados con el estilo de vida o con factores de conducta que se concentran en estos grupos de edad, en lugar de estar impulsados por factores biológicos”, aseguró Snyder.
Por ejemplo, si una persona consume frecuentemente alcohol a mediados de los 40 años, podría experimentar una disfunción en el metabolismo del alcohol.
En esta línea, el llamado de los expertos es a prestar atención a la salud, en especial en los 40 y 60 años, que serían las edades críticas en las que el cuerpo experimenta cambios por la vejez.
Según recomendaron, se puede “aumentar el ejercicio para proteger el corazón y mantener la masa muscular en ambas edades, o disminuir el consumo de alcohol a los 40 años, ya que la capacidad de metabolizar el alcohol se ralentiza”.
“Creo firmemente que deberíamos intentar ajustar nuestro estilo de vida mientras aún estamos saludables”, concluyó el experto.