Soy profesora de arte y el año empezó movido. Con la pandemia llegó la suspensión de clases y empezamos a hacerlas por internet, pero para mí era complicado porque tengo los materiales en la sala. Debido al Covid-19 estoy como adicta a las noticias, me levanto y me acuesto viéndolas. Veo siempre Twitter, pero en realidad no tengo mucha interacción. Lo uso más que nada para seguir noticias.
Fue así como vi que alguien compartió el video de las enfermeras cosiendo en el Hospital de La Higuera. Me dio mucha rabia. Ya sabemos que el sistema de salud está colapsado y que la gente estaba contagiándose muchísimo. ¿Por qué llegamos al minuto que las enfermeras tienen que dejar su trabajo para ponerse a coser porque no tienen las condiciones para ello?
Pensé de inmediato en ponerme a hacer mascarillas de tela. Tengo un pequeño taller con muchas telas y pensaba que se podrían lavar. Quería llevar las máscaras a un consultorio cercano y regalársela a la gente que está esperando. Le escribí a un amigo doctor para saber si funcionarían. No quería ponerme a hacer cosas a tontas y locas. Él me dijo que como la tela es porosa, el bicho sale igual. Me recomendó usar tela quirúrgica.
Justo después de eso encontré la publicación de la Nati –Natalia Ostornol- que subió en el Facebook. Posteó el video del Hospital de La Higuera y en su mensaje preguntaba si sabían de alguien a quien ella pudiera ayudar. Le escribí y le dije “qué buena, estamos en la misma, veamos lo que podemos hacer”. Con ella nos conocimos hace caleta de años en una feria textil independiente. Ella también cose y hace bolsas.
A través de LinkedIn, la Nati comenzó a conseguir cosas, a preguntar si había más gente en la misma. Dio con Global Healthcare, una bodega donde nos conseguimos los insumos. Se han portado un siete. Nos dieron batas de médico para que nosotros las transformemos en mascarillas. Como no hallamos un lugar donde comprar tela, nos regalaron las batas que son del mismo material.
Natalia consiguió a alguien que la llevara a San Bernardo, donde estaba la bodega, para recoger el material. Mientras tanto, en mis grupos de WhatsApp preguntaba si alguien quería coser. Otra persona se ofreció en venir a dejar material a mi casa. Al ritmo que íbamos hasta ese momento, con suerte iba a hacer 50 mascarillas para repartir fuera del consultorio.
Le dije a Nati que iba a hacer un hilo en Twitter contando lo que estábamos haciendo por si se quería sumar más gente. Etiqueté a cuatro cuentas con hartos seguidores y lo publiqué sin hashtag ni nada. Soy bien huasa en eso. Eran las 11 de la mañana. Minutos después mi celular explotó y vibraba todo el rato. Me llegaron como ocho mil notificaciones. Me empezó a seguir mucha gente y yo a ellos, para poder enviarnos mensajes por interno. Me preguntaban cómo ayudar o decían que tenían una máquina de coser pero que vivían en Arica. Me escribieron de Valparaíso, La Serena, Concepción, Puerto Montt, Machalí, y una persona de Chiloé. Pensé que en realidad no estábamos solas, sólo que no nos habíamos encontrado. Fue muy raro. Recién pude soltar el computador a las 11:30 de la noche.
Mucha gente quiso donar dinero. Una persona nos depositó 100 lucas. Otros una luca y pedían disculpas por lo poco, pero yo encuentro que es bacán. Hay gente que ha dicho que no tiene plata, pero que tiene una bici lista para ayudar a trasladar cosas. Otro que dice que tiene una moto en San Bernardo o una camioneta. Al final de ese día domingo, teníamos a 40 voluntarios en una planilla. El lunes con casi 400 mil pesos fuimos por los insumos para hacer las mascarillas. Compramos 900 batas y de cada una, en promedio, salen unas 10 mascarillas. Gracias a un hilo en Twitter, tenemos nueve mil mascarillas para fabricar… ¡Es la raja! Estoy muy impresionada. Gracias a estos superhéroes anónimos que pusieron lucas ahora tenemos mascarillas.
“Mucha gente quiso donar dinero. Una persona nos depositó 100 lucas. Otros una luca y pedían disculpas por lo poco, pero yo encuentro que es bacán. Hay gente que ha dicho que no tiene plata, pero que tiene una bici lista para ayudar a trasladar cosas”.
La gente está poniéndose con tutti. Una persona de Incatex nos cortó la tela gratis. Su local cerraba a las 5 de la tarde y se quedaron hasta las 9 cortando. Cristián (@fastzoe_), un amigo de la Natalia, es de las personas que están cosiendo. Él grabó un tutorial de cómo hacer las mascarillas que le estamos enviando a quienes nos están ayudando. Además, se llevó una caja entera de batas para su casa y ha cosido como loco, dejando su emprendimiento de lado. Es independiente, no gana un sueldo y ha estado a full con las mascarillas.
El efecto de lo que pasó con mi Twitter fue super raro porque casi no tenía seguidores. No soy influencer, ni vivo de las redes sociales. No publico mucho. Fue raro, pero también super bonito. Estoy raja, muy cansada, pero también contenta por la gente que se mueve y se une. La gente quiere cooperar y no se queda de brazos cruzados; quieren ayudar para que los otros estén sanos y la enfermedad pare.
Ahora buscaremos cómo distribuir las mascarillas en los hospitales. Estamos viendo cuál es la mejor forma de entregarlas sin vulnerar algún tipo de protocolo clínico, exponernos a una multa o que se nos pierdan. Nuestro objetivo principal son los centros de salud, por una razón muy simple: si queremos estar todos sanos, tenemos que tener a doctores sanos y para ello tienen que atender con insumos suficientes. Me parece vergonzoso que se gaste más plata en armas o lacrimógenas que en salud. Si la plata la van a gastar en eso, ok, pero yo no me voy a quedar de brazos cruzados para que se enferme la gente.
Estoy super orgullosa del trabajo que hemos logrado. De mi trabajo, el de la Nati, el de las personas que han cosido… estoy super orgullosa. Quizás cuánta más gente está en la misma. Por eso siento que, en el fondo, nuestro mérito es haber creado una plataforma para que la gente pudiese ayudar. La ayuda la estamos haciendo entre todos.
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