Viajar es un placer, conocer distintos destinos, distintos paisajes y personas. Tomar un bus, un avión, el auto o algunos "hacer dedo"… muchos otros deciden emprender el viaje en bicicleta como es el caso de Nicolás Romero, un argentino de 33 años que lleva viajando tres meses y medio solo y su única compañía: la bicicleta.
Empezó a finales de enero en Ushuaia en la provincia de Tierra del Fuego, al sur de Argentina, y piensa finalizar su viaje en La Paz, Bolivia. En sus últimos tres meses y medio, Nicolás ha cruzado cuatro veces la cordillera de Los Andes, ha pasado por la Patagonia argentina y chilena, se ha encontrado con vientos de hasta 120 km por hora y ha acumulado casi 4 mil kilómetros arriba de la bicicleta, y eso no lo ha detenido, no hasta que sea agosto, fecha que pretende llegar a su hogar en Buenos Aires.
Sus ganas de viajar por Sudamérica en bicicleta comenzaron hace ocho años cuando ya competía para el equipo de ciclistas Activate en Argentina, partió conociendo diferentes pueblos pequeños de su país, viajes que duraban dos o tres días. Viajes que le permitían conocer gente que recorría el mundo en bicicleta. "Y dije 'bueno, quiero hacerlo', pero no lo hacía por miedo por lo cual todos nos enfrentamos. Miedo a dejar el trabajo, a dejar mi vida, mi familia, mis amigos y dejar todo, y es difícil". Hasta que "llegó un punto donde no aguantaba Buenos Aires, no aguantaba esas ganas de salir a viajar y me decidí a dejar todo".
Se preparó entonces: vendió casi todo en Argentina, una de sus bicicletas, la PlayStation, agarró unos cuantos ahorros de sus 16 años trabajando, preparó algunas rutas obligadas, se despidió de su familia y amigos y emprendió el viaje.
Tomó un vuelo desde Buenos Aires hasta Ushuaia, donde partió todo. En sus tres meses y medio ha visitado Tolhuin, ha pasado por Chile Chico hasta Los Antiguos, ha conocido gran parte de la Carretera Austral, Cerro Castillo, los glaciares y Chaltén.
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Nicolás partió su viaje en Ushuaia, al sur de Argentina y su destino es Bolivia, La Paz.
Créditos a Nicolás Romero[/caption]
Nicolás viaja solo, su única compañera es su bicicleta y su carpa, y si bien se trata de un estilo de viaje que es sacrificado, Nicolás no se arrepiente. "Te das cuenta que estás donde quisiste estar hace mucho año y es muy loco que te pase eso. Eso se puede definir como libertad, porque vos estás haciendo lo que tanto tiempo quisiste, estás viendo paisajes desde la perspectiva de la bicicleta", detalla.
Las noches son duras, pues debe instalar la carpa donde lo pille la ruta, enfrentándose al frío y a la soledad. Ha tenido que acampar en la playa, en canchas de futbol, en paradas de bus, a los pies de un volcán o en glaciares.
Si bien no tiene problema con el frío, la noche antes de hacer una parada en Pucón, pasó la noche más fría en la base del volcán Lanín, "hacia 5 grados bajo cero y si bien mi saco de dormir es bueno, no dio abasto", relata Nicolás. "Y esa noche fue complicada, porque comí calentito porque hice una fogata, y al meterme a la carpa me acosté calentito por la fogata, pero al pasar una hora no me calentaba. Me puse una campera de pluma, me abrigué y no me calentaba, me dormía 15 minutos y me despertaba muerto de frío y aun así, sin haber dormido toda la noche, llegué a Pucón". Un recorrido de alrededor de 87 km.
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La noche más fría que ha tenido que pasar fue a los pies del volcán Lanin.
Créditos Nicolás Romero.[/caption]
Otras de las noches más extremas que recuerda fue entre Tres Lagos y Gobernador Gregores en el sur de Santa Cruz en Argentina, donde entre pueblo y pueblo hay 150 km de distancia. Solo existe soledad, está desierto, solo ripio, ni una sola casa. Debido a que no se puede recorrer toda esa distancia en un día en bicicleta, se vio en la obligación de acampar. Fue la noche en que le pasó algo más allá de lo lógico y terrenal.
"Acampé detrás de una lomada de ripio para cubrirme del viento, cociné temprano porque estaba muy cansado, había sido un día muy largo y me acuesto a dormir. En medio de la noche salgo de la carpa para ir al baño, me vuelvo a meter a la carpa a dormir y empiezo a escuchar pasos y murmullos, nada claro solo pasos y murmullo, se escuchaban distante. El pueblo más cercano estaba a 80 km, tampoco había una casa que por el viento se escucharan las voces, estaba todo desierto, solo huanacos y nada más. Me costó quedarme dormido esa noche. Mi vieja me dijo que pudo haber sido mi viejo y mi abuelo que me cuidan. Pero en el momento me asusté. No es fácil encontrarse solo y escuchar eso".
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Entre Tres Lagos y Gobernador Gregores pasó una de las noches más aterradoras.
Créditos a Nicolás Romero.[/caption]
El día a día también se asumen riesgos, pero más allá de las cosas paranormales que puedan ocurrir en la oscuridad o el frío, el mayor riesgo es el tránsito.
"Hay ruta donde no hay casi nadie y andás tranquilo, y hay donde hay mucho tránsito. No se respeta mucho al ciclista. Se respeta un poco más en Chile que en Argentina, pero igual me ha pasado en los dos países donde pasan camiones tocándote bocina o tirándote el camión encima o te insultan desde el auto, cosa que no lo entiendo porque uno no le hace mal a nadie. Me ha pasado accidentes andando en ripio que me enredé con la alforja y me caí, y rompí la bicicleta", relata.
En sus más de 4 mil km. recorridos se ha tenido que enfrentar también a inconvenientes que tiene que solucionar en el instante, en especial cuando se daña el único medio de transporte que tiene en sus manos. Y si bien viaja con instrumentos para reparar la bicicleta ante cualquier daño, hay inconvenientes en las que es necesario pedir ayuda de alguien.
Uno de ellos fue saliendo de Cañete, que luego de 10 km recorridos "reventé el neumático y no tenía forma de seguir. Llamé al que me hospedó en Cañete, que es un ciclista profesional chileno, que me hospedó dos días y le conté lo que me había sucedido y sin dudarlo me vino a buscar, me llevó la bicicleta y me consiguió una cubierta para neumático para seguir al siguiente día".
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Con 4 mil km. acumulados arriba de la bicicleta, Nicolás ha cruzado cuatro veces la cordillera de Los Andes.
Créditos a Nicolás Romero.[/caption]
Y es que eso es lo que tiene la ruta, dice Nicolás, pese a que se viaje solo, la ayuda siempre estará. "Me lo habían dicho mucha gente que todo se va solucionando, y uno no lo cree cuando no estás ahí, pero al encontrarte en esa situación las soluciones aparecen mágicamente".
"Es más la gente que te ayuda, que ven que no tenés donde dormir y te dicen 'venite a casa', o que te abren un cuartel de bomberos para que te hospedes, los que te ofrecen comida, hay mucha gente", relata el biciviajero.
Pero reconoce que viajar solo "es lo más lindo que hay", dice Nicolás. "No te tienes que acoplar a nadie, disfrutas de otra manera, estás con vos mismo que es difícil a veces, porque estás solo con tu cabeza durante 80 kilómetros, y ayuda al crecimiento personal, no es fácil. Hay días jodidos que dices 'me quiero devolver', pero hay que ser fuerte de cabeza y seguir".
Estar arriba de la bicicleta lo entiende como una terapia. Me cuenta que este viaje ha significado sacarse miedos y saber enfrentarse los problemas.
"Me saqué el miedo de hablarle a la gente, yo era bastante tímido, no me gustaba hablar con la gente y a veces no tenía nada más que hablar con alguien para pedir un techo, agua, si no lo haces estás perdido", asegura.
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Cerro Piltriquiltron en Río Negro Argentina.
Créditos Nicolás Romero.[/caption]
Aprovecha la soledad para escribir en su libro tipo diario de viajes, con pensamientos, experiencias que publicará en su cuenta de Facebook Trekiando por Sudamérica.
Han sido tres meses y medio de viaje en que confiesa ha sido una transformación que sus seres queridos en Argentina le han mencionado.
"Muchas personas me dicen que estoy diferente, que hablo diferente, que me ven diferente por fotos. Hay cosas que no se puede disimular, la esencia no se pierde pero si te da una perspectiva de vida bastante amplia", cuenta Nicolás.
En agosto Nicolás vuelve a Argentina y quiere llegar de sorpresa. Quiere ver a su sobrina que nació días antes de que emprendiera su viaje de ensueño. Pero aún queda camino por delante. Desde Santiago, donde se encuentra desde hace unos días y retomará el viaje el 16 de mayo, se detendrá en paradas obligadas.
Las próximas paradas son el observatorio en Barrial en Argentina, Parque Nacional Valle de la Luna en San Juan, la provincia de Catamarca, paso del Abra del Acay, Salto de Jujuy en Bolivia y el Salar de Uyuni.
Y con todo lo que lleva y lo que le queda por recorrer, Nicolás no tiene nada más que agradecer a la gente que lo apoyó. "A mi familia, amigos, Diego de Tierra de biciviajeros, Matías Coppola y al Team Activate, y en especial a Lorena, que fue el motor principal para que yo me anime a este viaje".