"Cuando empecé a actuar y escribir, me pareció que era una cosa que no tenía fin. Veía que mucha gente se retiraba, pero lo hacía en contra de su voluntad, era porque no los llamaban y no porque ellos quisieran retirarse. He sido dramaturgo, director de teatro, actor, diseñador de vestuario, guionista de televisión, actor de televisión y después actor de cine.

Claro que tengo miedo de que no me llamen más. Hace tres años me pasó, pero uno tiene que generar proyectos continuos. Si no funcionan, mala suerte, pero hay que estar en la pelea. Uno tiene que participar, conocer gente porque en la medida que uno lo hace se le amplía el campo. Cuando tengo tiempo desocupado me pongo a hacer collages; y cuando me llegó la primera computadora, en los 90, me puse a escribir novelas. Escribí como tres ese año.

Hoy lo que me motiva es que me divierto mucho. Creo que los actores tenemos que parar cuando ya estamos muy enfermos, cuando nos morimos o ya no tenemos la capacidad mental y no podemos aprendernos los textos. No nos gusta jubilar, hay actores que se retiran de ciertas formas de trabajo más bien, como hacer televisión.

Uno no se puede quedar en que algo le resultó bien hace 50 años. Tienes que estar renovándote, estudiando, tienes que interesarte por lo que pasa porque con el teatro nunca dejas de aprender. Uno tiene que estar al tanto, porque cambia la manera de hacer teatro, de escribirlo, de representarlo. Cambia todo.

Fuera de las actividades creativas, en trabajos como de oficina son pocos los que siguen. Hay gente que cree que ya ha hecho bastante y tiene el sentimiento de importancia, la idea de que tocó techo. También hay otros que hacen trabajos que no les entusiasman y que han hecho un esfuerzo para mantener a sus familias y sobrevivir, lo que es muy difícil. Últimamente ha habido muchos despidos. ¿Qué hace esa gente? Se tienen que reinventar sí o sí, no pueden quedarse deprimidos. Es natural que uno pase por etapas de depresión cuando algo no resulta, cuando es incomprendido, cuando te pelan, pero hay que estar del lado positivo.

No siento que vaya contra la corriente por seguir trabajando, más bien me subo a la corriente para que me lleve, porque quiero seguir. A lo que le tengo miedo es al deterioro mental, eso sí que es embromado porque ahí no te das cuenta del deterioro. Estás en otra. En el fondo es como morirse. Uno pasa a ser una reliquia y deja de ser uno porque la mente es lo que te hace ser una persona, no es el cuerpo. El cuerpo es secundario".