Las relaciones con los amigos son un elemento muy significativo en la vida del ser humano. Es algo que aparenta ser sencillo que no está exento de complejidades, puesto que tener una buena amistad es un proceso al cual hay que brindar tiempo y dedicación si se desea que esta se mantenga en el futuro, tal como se haría con una relación amorosa.
Hasta Aristóteles estaba seguro de lo importante que es contar con este tipo de figuras cercanas que nos entiendan y apoyen: “Nadie querría vivir sin amigos, aun estando en posesión de todos los otros bienes”.
Según un artículo publicado en The Conversation por Emily Katz, profesora de filosofía griega antigua en la Universidad Estatal de Michigan (Estados Unidos), la faceta del filósofo griego como un estudioso de la amistad no es tan conocida. Pero la realidad es que llegó a reflexionar distendidamente sobre estas relaciones y sus implicancias en la cotidianidad.
En la misma publicación, la académica identificó algunas de las lecciones sobre la amistad que alguna vez comprendió Aristóteles. Aunque hayan transcurrido no pocos años desde que ideó esas reflexiones, aún pueden servir de aprendizaje para quienes se sienten un poco perdidos en el tema.
¿Cuáles son las lecciones de Aristóteles sobre la amistad?
Según plantea Katz, la primera enseñanza que dejó el también científico fue que la amistad es una “voluntad recíproca y reconocida”. Ahí radica la diferencia con otro tipo de relaciones, por ejemplo, aquellas que se tienen con los parientes, pues esas pueden ser reconocidas por solo una de las partes.
Si uno de los integrantes no reconoce la amistad, entonces podría tratarse de un vínculo más bien unilateral, donde solo una persona presenta sentimientos afectivos y cercanos hacia la otra, pero esta no responde de la misma manera.
“Aristóteles ofrece este ejemplo: un aficionado puede desearle lo mejor a un deportista y sentirse emocionalmente implicado en su éxito. Pero como el atleta no corresponde ni reconoce esta buena voluntad, no son amigos”, comenta Katz.
La profesora de filosofía griega antigua plantea que quizás lo más complejo en la actualidad podría ser diferenciar las relaciones de amistad de aquellas que en realidad son parasociales.
Especialmente, porque con la proliferación de los influencers o creadores de contenido podríamos pensar que a algunos los conocemos desde siempre y sabemos absolutamente todo sobre ellos, cuando en ni siquiera los conocemos en persona o hemos compartido en alguna ocasión.
Y aunque la misma figura reconocida en redes sociales sea muy cercana a sus seguidores a diario, eso no significa en lo absoluto que sea amiga de ellos, dice Katz.
La segunda lección de Aristóteles es que hay tres clases diferentes de amistad: una de ellas se sustenta en la utilidad, otra en el placer y la última en el carácter. Todas ellas dependerán de lo que uno mismo busca o valora en el otro.
“Aunque la amistad basada en el carácter es la forma más elevada, sólo se pueden tener unos pocos amigos íntimos. Lleva mucho tiempo conocer el carácter de alguien y hay que pasar mucho tiempo juntos para mantener una amistad así. Como el tiempo es un recurso limitado, la mayoría de las amistades se basarán en el placer o la utilidad”, escribe Katz en su artículo.
Siguiendo las ideas del filósofo, la profesora destaca que incluso las relaciones basadas en la utilidad pueden convertirse en algo positivo para las dos partes. Pero para eso, ambos deben darse cuenta y comprender la clase de amistad que poseen.
En el caso de que en una amistad uno sea bueno para las matemáticas y el otro para el lenguaje, y los dos se ayuden mutuamente porque son conscientes de que su relación nació por utilidad, los dos “pueden desarrollar buena voluntad y respeto mutuos gracias a las fortalezas de cada uno”, dice la académica.
“Las diferencias entre amigos surgen con más frecuencia cuando la naturaleza de su amistad no es la que ellos creen que es”, planteó el propio Aristóteles en sus escritos.
La tercera enseñanza es algo no menos importante de tener en cuenta: la amistad es algo que se debe cultivar de forma diaria o frecuente, a través de actividades en conjunto, algo muy parecido a hacer ejercicio.
Para el filósofo, si los amigos se separan entonces no se considera que son “activamente amigos”, aunque es claro que “tienen la disposición de serlo”.
“La separación no destruye absolutamente la amistad, aunque impide su ejercicio activo. Sin embargo, si la ausencia se prolonga, parece provocar el olvido del propio sentimiento amistoso”, escribió.
Al momento de reflexionar sobre lo anterior, Aristóteles jamás podría haber imaginado que en algún momento existirían las redes sociales para facilitar el contacto con personas que están a grandes distancias o con las que se ha perdido la comunicación por distintos factores.
“A pesar de todo lo que ha cambiado el mundo, sus escritos sobre la amistad siguen siendo vigentes”, cree Katz. “Hoy en día, al igual que en la antigua Atenas, los amigos deben mantenerse realizando actividades juntos”.