La han llamado "ola" feminista" y se habla de ella cómo si hubiera comenzado el fin de semana pasado, pero ésta es una piscina a la que se le viene echando agua hace años. Empecé a darme cuenta el 8 de marzo de 2014 cuando la marcha del Día de la Mujer congregó a mucha más gente que las veces anteriores. "Después de un cuarto de siglo dividido", escribieron al día siguiente los periodistas Noelia Zunino y Carlos Matías Pérez en este mismo suplemento, "el feminismo se está rearticulando y tiene seguidoras entre algunas de las autoridades del nuevo gobierno y las generaciones jóvenes". Agregaron que ese ideario se estaba renovando con el surgimiento de dirigentes estudiantiles como Melissa Sepúlveda -entonces presidenta de la FECH- y en parte gracias al trabajo de difusión que realizaron desde los 90 los centros de estudios de género en distintas universidades.
En esa misma época se popularizaron en las federaciones las Vogesex, vocalías o secretarias de Género y Sexualidad, y dio sus primeros pasos el Observatorio contra el Acoso Callejero, OCAC, que llamó la atención sobre la extendida práctica del manoseo en el espacio público (pregunte, todas tienen una historia). También surgieron colectivos como Hay mujeres, una plataforma que -casi majaderamente- muestra cómo el discurso de los medios y de los especialistas es dominado por hombres.
Ese clima era global, y las industrias de la moda y el entretenimiento entendieron para dónde corría el viento: Beyoncé en el escenario de los premios MTV con la palabra feminista de fondo y poco después Chanel cerrando la Semana de la Moda de París con una glamorosa manifestación promujeres liderada por Cara Delevingne y Gisele Bündchen fueron demostraciones de que en 2014 el feminismo se puso hasta chic.
Mientras las poleras con leyendas a favor de la igualdad de género (las mismas que la semana pasada algunas se sacaron en la marcha) se volvían grito y plata, en las universidades, chilenas y extranjeras, cobró fuerza la denuncia de la violencia sexual. En abril de 2016 la Universidad de Chile destituyó a un profesor tras un sumario por acoso y abuso de poder contra una alumna y los estudiantes de Sociología de la U. de Valparaíso se fueron a paro para apoyar a una de ellos que acusaba a un profesor. Luego, una estudiante de Ciencia Política de la UC puso el tema del acoso entre pares: denunció anónimamente vía Facebook que un compañero la había abusado y su testimonio motivó otros. Los casos mostraron que la mayoría de las universidades no tenían protocolos ni procedimientos para abordar esas denuncias y ayudar a las víctimas.
Ante los asesinatos de mujeres en Chile y Argentina, en octubre de 2016 miles marcharon vestidas de negro por la Alameda con la consigna #niunamenos surgida en 2015 en Argentina. El #metoo en cambio prendió en 2017 tras las denuncias contra el productor Harvey Weinstein. En Chile, el año pasado estuvo marcado por la aprobación de la ley de despenalización del aborto en tres causales; y precisamente porque el aborto divide a la sociedad chilena, avivó la conversación sobre los derechos de las mujeres.
No tengo duda de que hay una serie de hitos, movimientos y figuras que estoy pasando por alto, empezando por leyes y proyectos en respuesta a estas demandas, pero esta no es una lista exhaustiva, son sólo algunos ejemplos para mostrar que si para alguien la movilización feminista de las últimas semanas ha sido una sorpresa, es porque realmente no ha estado escuchando a las mujeres.
* Periodista, ex editora de Tendencias