Con 340 días, Scott Kelly es el astronauta de la NASA que más tiempo ha pasado en el espacio. Ahora, ya retirado, considera que el próximo gran desafío en la carrera espacial es una misión tripulada a Marte, un objetivo que depende más de la voluntad política que de la tecnología.

"Creo que ya tenemos la mayor parte de la tecnología para ir a Marte. Algunas cosas deben mejorarse, como la protección ante la radiación, los sistemas de apoyo vital o formas de propulsión", declara en una entrevista en Viena.

Kelly, que tiene ahora 54 años, pasó 340 días seguidos, entre 2015 y 2016, a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI), una experiencia que relató en un libro titulado "Resistencia", donde contó su vida en soledad y muchos datos curiosos como que el espacio huele a "metal quemado".

El astronauta retirado es también "Campeón de la ONU del Espacio", un título honorífico que le permite explicar en foros internacionales -como uno que se celebra en Viena esta semana- que la inversión en el espacio aporta grandes beneficios a la humanidad.

"Estamos cerca del nivel tecnológico necesario para lograr ir a Marte. Si vamos o no, creo que es una cuestión más de ciencias políticas que de ciencia espacial", afirma.

"Sería arriesgado, podría morir gente, pero eso pasa cuando se explora lo desconocido y se vive en un ambiente extremo. Si queremos hacer esto de forma totalmente segura, sin riesgos, probablemente no iremos nunca", agrega Kelly sobre los riesgos de un viaje a Marte que, con la tecnología actual, llevaría unos 200 días.

"Creo que es posible que el hombre llegue a Marte en la década de 2030", asegura, aunque reconoce que no ve el necesario impulso político para enviar una nave tripulada al planeta rojo.

¿Y se atrevería a ir? "Iría seguro en 2030 a Marte", responde sin pensarlo. "Iría pero me gustaría volver. Clavar la bandera en el suelo y volver a casa", sostiene.

Kelly recuerda que los avances tecnológicos logrados en cualquier tipo de viaje de exploración acaban por llegar a toda la sociedad.

"Si piensas en la tecnología GPS, no se desarrolló para que la gente condujera sin mapas, eso sucedió al final. En un principio se desarrolló para vuelos espaciales", pone como ejemplo.

A su juicio, toda la inversión en tecnología espacial está justificada por la riqueza y el conocimiento que genera.

"He pasado 520 días en total en la EEI y nunca he visto dinero allí arriba. Todo el dinero se gasta en la Tierra, en el sueldo de personas, en trabajos de alta cualificación. Las cosas que se inventan y se diseñan mejoran nuestra vida y la economía en la Tierra", resume.

Y no solamente eso, sino que la aventura espacial sirve de inspiración para que muchos niños se interesen por la ciencia y sólo eso, subraya, vale la inversión que se hace.

Sobre la EEI, que lleva en el espacio desde 1998, Kelly considera que, antes de desmantelarla, debería crearse otra estación que garantice que siempre haya humanos en el espacio.

"Nuestro objetivo debería ser que siempre haya alguien en el espacio. En algún momento la EEI tendrá que volver a la Tierra, no sé cuándo será eso. Pero deberíamos de contar con otra infraestructura. Otra EEI, un hábitat en la Luna o una estación alrededor de la Luna", afirma.

Scott Kelly es gemelo de otro exastronauta, Mark Kelly, y una de las razones de su larga estancia en el espacio fue investigar los efectos del espacio sobre su cuerpo y comparar los resultados con los de su hermano.

Después de pasar 340 días en el espacio, el comportamiento de alrededor del 7 % del ADN de Scott Kelly había cambiado respecto a su hermano, algo que, dice, no nota ni le causa ningún problema.

"Me encuentro bien. Los cambios en el ADN no es algo que se pueda ver o para lo que existan síntomas", aclara.

Y añade: "Seguimos teniendo el mismo ADN, pero el mío se está comportando de forma algo distinta".

"Si piensas en mi ADN y en el de mi hermano como una orquesta, el 99,9 % es igual. Lo que cambia es que un 7 % de mi ADN 'toca' de una forma algo distinta. No es necesariamente malo o bueno, sino diferente", agrega.

La mayoría de los cambios físicos de Scott Kelly, incluido su aumento de estatura de cinco centímetros, fueron respuestas temporales al ambiente de baja gravedad y oxígeno del espacio, y se revirtieron con su regreso a la Tierra.

Sin embargo, algunos genes implicados en la formación de huesos, la privación de oxígeno y la respuesta del sistema inmune siguieron comportándose de forma algo distinta, lo que la NASA atribuye al estrés corporal causado por el espacio.