"Como gerontóloga sé que mantenerse activa es la única forma de estar bien. Entonces, hago las cosas pero sólo las que me gustan. Por eso no enseño, sino que investigo, que es lo que siempre me ha gustado", explica la socióloga Carmen Barros. Junto con eso se dedica a un taller de grabado y esmalte, a su parcela y a hacer gimnasia. "Con eso tengo ocupado todo el día. El beneficio de llegar a ser vieja es hacer lo que a uno le gusta. La verdad es que nunca, nunca habría imaginado que iba a vivir hasta los 80 años".

-¿Cuándo tomó la decisión de seguir trabajando?

-No sé, lo mío ha sido algo continuo. No he parado nunca, ha sido sólo seguir haciendo lo que estaba haciendo. Proyectos Fondecyt he tenido muchísimos y éste es uno más. A los talleres entré hace 15 años y entonces cumplo una continuidad, no hay una ruptura, no es pararse a decir "qué hago ahora que tengo 80", sino que sigo haciendo lo mismo.

-¿Por qué son tan pocos los que trabajan después de los 80 años?

-En parte es un poco la falta de oportunidades. Yo tuve la suerte de que una chiquilla que formé es la que dirige el proyecto Fondecyt y yo soy su ayudante. Es cuestión de tener las oportunidades y uno sigue, pero es difícil tenerlas. Creo que hay mucha gente que quiere seguir. Por ejemplo, de mis compañeras de colegio las que siguen trabajando son las que tienen su propia empresa.